LETRA S
Diciembre 5 de 2002

Prohibir el condón,condena de muerte

En el segundo año de la campaña Condones por la vida, las Católicas por el Derecho a Decidir queremos denunciar el alarmante incremento de mujeres con VIH/sida. Según datos proporcionados a Reuters por Peter Piot, presidente de UNAIDS, al finalizar este año el sida habrá cobrado la vida de 3.1 millones de personas; 5 millones más se habrán infectado con el VIH, mientras que de las 42 millones de personas que viven con el virus o han desarrollado el sida, la mitad, es decir, 21 millones, son mujeres. "En Africa, 58 por ciento de las personas que portan el VIH está compuesto por mujeres. El rostro del sida está tomando las facciones de una mujer joven", añadió Piot durante una entrevista con motivo del Día Mundial del Sida, que se celebró este 1 de diciembre.

La condición de subordinación de las mujeres está cobrando nuevamente vidas de madres, monógamas, que tradicionalmente han sido las cuidadoras del hogar y que por las condiciones de inequidad que viven desde su infancia no tienen la fuerza para exigirle al marido el uso del condón. Las enseñanzas de la jerarquía conservadora de la Iglesia católica tienen una gran responsabilidad en el sostenimiento de esta situación, así como en el de la violencia contra las mujeres, pues siguen prohibiendo el uso del condón y considerando que las mujeres no tienen la misma autoridad moral que los hombres, limitando seriamente el ejercicio de su autonomía y de sus derechos humanos básicos.

Ante esta realidad, en tanto Iglesia necesitamos descubrir a la Iglesia como una comunidad sexual. En la medida en que la sexualidad esté exenta de relaciones injustas y de abuso de poder, ella es como un eros básico de nuestra condición humana que nos invita a que salgamos de nuestra soledad y entremos en comunicación y en comunicación íntima. Frente al VIH/sida, es urgente valorar la sexualidad de forma positiva como una dimensión propia del ser humano, abierta a sus posibilidades y expresiones, sea hetero u homosexual: asumirla como parte de la gratuidad de Dios y de quienes se dan mutuamente con libertad y responsabilidad generosas.

Tenemos que superar la herencia de una tradición religiosa que ha despreciado el cuerpo, ha temido a las mujeres, ha reprimido la sexualidad y sólo la justifica con la reproducción. Si como Iglesia no superamos esa herencia, difícilmente podremos ayudar a eliminar y prevenir el estigma, la discriminación y la muerte de una enfermedad que se transmite principalmente por vía sexual. Si no superamos esta herencia seremos cómplices de esta muerte silenciosa.

Como Iglesia estamos llamadas a contribuir a una cultura del respeto de los derechos humanos de las personas con VIH/sida y de todas y todos los integrantes de la Iglesia católica que respete sus derechos a la dignidad; a la no discriminación; a la vida y a la salud física y mental; a la libertad de opinión y de expresión; a recibir los beneficios de los avances científicos, y a la libertad de conciencia.
 
 

¡Por la vida de las mujeres, las enseñanzas de los obispos acerca del condón deben cambiar!
¡Si no lo pueden promover, por lo menos que no lo prohiban!
Católicas por el Derecho a Decidir A.C.