-------
Que no se sepa, no se vea, no se huela
La menstruación: maravilla acorralada en vergonzosa clandestinidad

-- Para la Biblia: 舠inmundicia舡
-- Para los médicos: sangre sólo útil para tener hijos
-- Para la industria: gran comercio de adminículos

Patricia Kolesnicov

 

- Si tomo ese remedio 舑le dije al oncólogo舒 no voy a menstruar nunca más.
- Pero ofrece un pequeño porcentaje de protección contra una eventual reaparición del cáncer, argumentó.
- Pero no voy a menstruar nunca más.
- ¿Vos querés tener hijos?
Tenía 33 años y ningún plan de concebir niños.
Elegí menstruar.
Me gusta menstruar.
Hay que decirlo así, desde el principio y sin vueltas. Me gusta menstruar por razones psíquicas y físicas, emocionales y carnales. No hago el amor productivamente y aún así quiero para mí todas las posibilidades y elegir cuándo las uso. Quiero menstruar, tal vez para decidir que ese óvulo nunca sea fecundado. Y tal vez para cambiar de idea.
Si la menstruación marca el lapso reproductivo de la vida de una mujer ¿qué importancia tendría para una que hubiera decidido no ser madre? ¿Qué importancia tiene para una lesbiana? ¿Para qué esa incomodidad, esa vergüenza, ese estropicio hormonal? De nuevo: no es productivo, mi cuerpo no está hecho para cumplir ningún fin elevado. Mis ovarios no son un instrumento de la especie.
Se trata de otra cosa.
Menstruar es una experiencia sensual: cualquiera que ame sus humores sabe de qué se trata. Me gusta esa sangre espesa. Su textura. Su color.
Por acá, en el Río de la Plata, le dicen 舠Andrés舡 舑el que viene una vez por mes--; le dicen 舠el menstruo舡; le dicen a veces 舠la indisposición舡, como si una dejara de estar dispuesta a algo y hasta le han dicho 舠la enfermedad舡. 舠El período舡, 舠la regla舡 e incluso 舠la monstruación舡. El período monstruo.
Las abuelas decían que en esos días no había que bañarse para que no se cortara, no había que comer limón, no había que exponer el vientre al sol 舑por eso las señoras se tapaban, en la playa, con una toalla de mano舒y no había que tocar las plantas, que se podían secar. Esta cronista no resistió la tentación de someter a comprobación empírica esta última afirmación y durante algún copioso sangrado adolescente frotó los dedos contra las hojas del malvón que, hay que decirlo, sigue vivo.
Pero lo más importante es que no se note.
Si hay sangre, que no se note. Que los varones 舑ay pobres, qué asco舒no tengan que ser sometidos a advertir cosa tan desagradable. Por eso en la propaganda, la chica juguetea con el novio, pero como ella usa la toalla correcta, él no se da cuenta de 舠eso舡 y la acaricia y la quiere y no la abandona.
Nada nuevo en el horror por la sangre menstrual: 舠Cuando la mujer tuviere flujo de sangre y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche. Todo aquello sobre que ella se acostare mientras estuviere separada será inmundo; también todo aquello sobre que se sentare será inmundo舡, dice sin eufemismos la Biblia, Levítico 15.19. No es todo, la Biblia abunda: 舠El que lo tocare será inmundo hasta la noche. Si alguno durmiere sobre ella, y su menstruo fuere sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda舡. Siete días después de terminado el asunto, la mujer vuelve a ser limpia. Siete durante y siete después, las mujeres son impuras y no pueden entrar al templo ni ser tocadas durante medio mes al mes, es decir, durante la mitad de su vida.
Que no se note fue la consigna que motorizó la industria. Durante la Primera Guerra Mundial, los médicos crearon un tipo de algodón ultra absorbente para atender a los soldados heridos. Las enfermeras aprovecharon la maravilla para sus sangrados periódicos y de ahí a la toalla higiénica faltaba un paso. En 1921 llegó al mundo desarrollado Kotex, una servilleta con tiras en los extremos. Su mayor ventaja era que era desechable, a diferencia de las toallitas que había que lavar. Tardó en imponerse. Las modernas mujeres de 1930 ajustaban sus toallas 舑e incluso unas pocas sus Kotex-- con unos cinturones de elástico con hebillas cuyos envoltorios mostraban bellas mujeres mirando al horizonte: se pueden ver varios modelos en
http://mum.org/belts.htm . Parecen antediluvianos, pero existieron hasta 1970.
Claro que semejantes aparejos 舑ya los había marca Modess-- y las toallas, no lograban que no se notara porque, por ejemplo, no podían evitar el olor. En 1933 hizo su entrada triunfal el tampón. Había que aceptar la idea de que una mujer decente podía andar con ALGO metido todo el día en el canal vaginal y que eso no sería doloroso舰 ni perturbador. Por algo los prospectos de tampones aclaran hasta hoy que, tranquilas, un tampón no desvirga. Lo cierto es que una vez asumido el concepto de tampón se abrió el ancho mundo de los deportes y de la natación, cosa que no debía quitarle el sueño a muchas de las mujeres, pero fue promocionado como una gran ventaja.
El mundo pegó otro cimbronazo en 1970, cuando aparecieron toallas higiénicas que se podían usar sin cinturón. Desde entonces la carrera se fue acelerando al punto que aparecieron ¡toallas para los días en que no se menstrúa! Hasta hace unos meses en Buenos Aires se podían encontrar tampones mini, medium, súper y algo más grandes aún, con aplicador o sin él; toallas con alas, sin alas, cortas para el día con alas, cortas para el día sin alas, largas para la noche, con malla-sec, extra finas (con o sin alas), toallas en paquete familiar o envueltas individualmente, en sobrecitos de colores, para la cartera. Había, en cualquier negocito, toallas negras, para mostrarse con bombachas (calzones) ídem, unas con red de canales y compact gel (¿?), algunas ultrasuaves y otras con 舠discreto atrás舡. Todas las variedades, con o sin perfume.
No era tan sencillo contener los fluídos: podía llevar un rato largo en un supermercado. Por suerte llegó la devaluación, los precios se fueron al cielo y en los barrios aparecieron segundas marcas, que ofrecen apenas algo así como un algodón recubierto con una gasita, que tiene debajo un plástico que se pegotea a la bombacha. Sencillo y barato: para conseguir otros lujos habrá que ir a zonas adineradas.
De todos modos 舑y no es consuelo de pobre-- no todo lo que brilla es oro. En el Congreso de los Estados Unidos se investigaron los efectos de los tampones 舑aquella maravilla que conseguía que menstruar y no menstruar fuera prácticamente igual舒 en la salud de las mujeres. Descubrieron que una estadounidense promedio se pone y se saca 16 mil 800 tampones en su vida. Y que en el proceso de fabricarlos se producen dioxinas, componentes químicos potencialmente cancerígenos cuyos efectos 舑dice el Tampón Safety and Research Act de 1999舒舠son acumulativos y pueden ser medidos tras una exposición a ellos de entre 20 y 30 años舡.
Este documento también da cuenta de otro problema: el Síndrome de Shock Tóxico (TSS), una enfermedad bacteriana y que causa sequedad y ulceraciones en la vagina. El TSS 舑dice el documento舒ha sido vinculado con el grado de absorbencia del tampón.
Algunos sitios médicos 舑como http://www.healthing.com - han relativizado estas afirmaciones. 舠Las pruebas sobre los materiales de los tampones han demostrado que los niveles de dioxina están en el límite detectable o por debajo de él舡, aseguran. Sobre el TSS, dicen que 舠se encontró que algunos pocos y específicos diseños y materiales para tampones de alta absorbencia están asociados con un mayor riesgo de TSS, aunque esos productos y materiales ya no se venden en USA. Aquellos elaborados con rayón parecen no tener un riesgo mayor que aquellos de algodón de absorbencia similar. Las mujeres pueden evitar el problema al seleccionar un tampón con la mínima absorbencia necesaria para controlar el flujo menstrual y utilizándolo únicamente durante la menstruación activa.舡
Pero menstruar ha sido para cada una, desde niña, mucho más que una cuestión de salud física. Ha sido el orgullo de las que 舠se iban haciendo señoritas舡 y la ansiedad de las que veían que sus compañeras de escuela dejaban la niñez primero. Ha sido la alegría de la mancha en el calzón cuando una sabía que no, que este mes no quería un bebé. Ha sido la tristeza de esa misma mancha cuando el bebé se resistía a llegar. Por uno u otro motivo, las mujeres revisamos los calzones con el corazón batiente mucho más de una vez en la vida. Llegará el momento de instaurar 舠el día del Orgullo Rojo舡.

Patricia Kolesnicov, periodista, autora de este artículo, sobreviviente de cancer de seno, estará en la Feria Internacional del Libro de este año (FIL) presentando su libro sobre su experiencia de lucha contra esa enfermedad.

Ver entrevistas y portada de su libro

 

----- ----------------------------------------------------------
escribir a la autora -------------------------------- -------------- regresar a índice