Regreso a España satisfecho de los cómplices
que logré hacer, dice
Sabina donará lo recaudado en sus conciertos
en Chiapas a sus compas del Ejército Zapatista
JUAN BALBOA CORRESPONSAL
San Cristobal de Las Casas, Chis., 23 de noviembre.
"No me llevaré un solo peso de Chiapas", aseguró el cantautor
Joaquín Sabina pocas horas antes de regresar a Madrid, España,
y confirmó que todos sus honorarios de los tres conciertos (Tapachula,
Tuxtla y San Cristóbal) los entregará a las comunidades indígenas
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Satisfecho por haber ganado muchos "cómplices"
en Chiapas; haciendo gala de humor al recordar sus peripecias en las carreteras
del estado -no se le olvida la madrugada que viajó por el cerro
de la Sepultura, frontera entre la costa y los valles centrales chiapanecos-,
y emocionado por el caluroso público que asistió al concierto
del viernes por la noche en San Cristóbal de las Casas, Sabina adelantó
a La Jornada que en los próximos días habrá
de depositar el dinero para apoyar a comunidades indígenas zapatistas.
"Todo será para los compas del EZLN. Nunca
me imaginé venir a cantar contratado a Chiapas, Siempre soñé
venir invitado por los zapatistas, cantarles a los compas, por eso
ahora decidí que mis honorarios serán para ellos", reafirmó
horas después de haber terminado el último de los tres conciertos,
"el mejor de la gira", por tierras chiapanecas.
Por la costa, el valle y la sierra
Durante
ocho días, Joaquín Sabina, poeta de lo cotidiano, de las
causas perdidas y del desamor, recorrió por tierra unos 700 kilómetros
de costa, valle y sierra de Chiapas. Su recorrido se inició en Tapachula,
el lunes pasado, donde dio el primero de tres conciertos que el Consejo
Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas (Coneculta) y los ayuntamientos
habían programado.
En Tapachula el subcomandante Marcos se quitó
el pasamontañas ante Sabina y el rostro que apareció fue
el de Pancho Varona, el hombre que puso música a la canción
del líder zapatista Como un dolor de muelas, que se incluye
en el más reciente disco de Sabina, Dímelo en la calle.
Varona se llevó la primera noche en Chiapas.
Con un teatro lleno y un coro sorpresivo, Joaquín
Sabina hizo un recorrido por su geografía musical durante las dos
horas y media que duró el concierto en esta ciudad, considerada
la más fronteriza del sureste mexicano.
Sabina no sólo le habló en la intimidad
al público de Tapachula, al igual que al de Tuxtla y San Cristóbal,
sino que haciendo gala de majestuosidad teatral transformó el escenario
en una acogedora casa donde la intimidad de la sala y un caballito sacado
de algún cuarto de niño lo acompañaron por las tres
ciudades.
Fue la noche de Pancho Varona, el músico amigo
de Sabina y ahora, dicen, también de Marcos, que de vez en
vez recibió el halago del cantautor español y del público
que se resistía a abandonar un teatro lleno.
En Tapachula, en Tuxtla y San Cristóbal, Sabina
hizo un recorrido por su obra poética y musical, que inició
en 1978 con la edición de su primer elepé llamado Inventario,
pasando por canciones de su álbum Hotel dulce hotel o de
su disco Mentiras piadosas para llegar a uno de sus mayores éxitos
de ventas, Dímelo en la calle, disco que en dos meses vendió
200 mil copias.
En San Cristóbal de las Casas fue el último
y más caluroso concierto del hombre nacido en un pequeño
pueblo de España. Con un teatro a reventar y un coro formado por
cientos de voces, Sabina interpretó Una canción para la
Magdalena, en la que el cantautor llama a las prostitutas por su nombre
más usado: la más señora de todas las putas/ la más
puta de todas las señoras...
Como un dolor de muelas, letra del subcomandante
Marcos y música de Pancho Varona, fue dedicada especialmente
a las comunidades indígenas del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional.
19 días y 500 noches provocó gritos
y piropos para el cantautor español; Calle melancolía
hizo que una joven burlara la seguridad y subiera a besar al poeta del
desamor; La del pirata cojo, Medias negras, Princesa/Barbi
superestar y Nos sobran los motivos fueron coreadas una y otra
vez durante las tres horas del concierto-espectáculo (una pieza
de teatro con parlamentos musicales) de Joaquín Sabina.
El cierre del último concierto en Chiapas no pudo
ser menos espectacular. Mariachi, marimba y el grupo del propio Sabina
se fundieron en una sola voz para cantar la más famosa dentro de
su repertorio: Y nos dieron las diez, las once, las doce y la una...