Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 24 de noviembre de 2002
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Política

Néstor de Buen

Curiosas coincidencias

El 20 de noviembre tiene intenciones históricas. Aniversario de una revolución que en mi concepto no lo fue, acompaña a los 50 años de haberse inaugurado la Ciudad Universitaria y a los 27 años de la esperada muerte de Francisco Franco.

El movimiento encabezado por Francisco I. Madero, además de que por su notable imprudencia de anunciarlo con día y hora le costó la vida a Aquiles Serdán, no cumplió con la naturaleza de una revolución que, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia es "cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales" y que, en mi concepto implica, sobre todo, la ruptura del sistema jurídico del Estado.

Madero no hizo nada de eso. Hubo violencia, pero su pretensión de sufragio efectivo y no relección no tuvo mayor trascendencia. Lo primero porque hemos estado destinados a sufragios poco efectivos, y en cuanto a la no relección, entre Calles y Obregón la mandaron al archivo. Después renació, pero no le han faltado nerviosismos (Alemán, Echeverría, Salinas de Gortari y lo que siga).

Madero mantuvo intocadas las estructuras vigentes durante el porfiriato y, para colmo de tonterías, trágicas por supuesto, no sólo se apoyó en su antiguo enemigo el Ejército federal sino que, además, lo lanzó contra Emiliano Zapata y, por si fuera poco, metió a la prisión de Santiago Tlatelolco a Pancho Villa. Sus debilidades le costaron la vida, y de paso a José María Pino Suárez.

Ni Zapata, que fue un involucionario que trataba de rescatar las tierras entregadas por Díaz a las deslindadoras, ni Villa, una fuerza colosal sin ideas, pretendieron cambiar nada. El Plan de Ayala no se convirtió en ley ni hubiera transformado el Estado, aunque sugiriera una cierta política social. Venustiano Carranza hizo el Plan de Guadalupe sólo para autodenominarse Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. No hay que olvidar que, conservador a ultranza, pensaba rescatar la Constitución liberal de 1857 nacida con vocación de incumplimiento y atacada, nada menos, que por Ignacio Comonfort, el presidente que la promulgó.

En su discurso inicial del primero de diciembre de 1916, en Querétaro, el Primer Jefe puso de manifiesto que su intención era que la Constitución reformada generara un Ejecutivo más poderoso, rompiendo el equilibrio con el Legislativo que había provocado graves problemas en el siglo anterior. Otras notas principales: los artículos 3Ɔ, 27 y 123.

Al artículo 3Ɔ se le han hecho muchos cambios y poco caso. El 27 sólo se cumplió por Lázaro Cárdenas, y el 123 se destinó a los trabajadores en un país de economía rural, con muy escasos trabajadores. Pero para Carranza, el apoyo de los jacobinos, impulsores del 123, era importante.

Los tiempos recientes han demostrado, sin embargo, que la hegemonía del Ejecutivo es un tanto falsa, ya que hoy, ante un Congreso dividido, vive en la angustia legislativa.

Hace 50 años se inauguró la Ciudad Universitaria, como lo ha escrito bien nuestro rector Juan Ramón de la Fuente. No fue, precisamente, para comenzar las actividades académicas que el rector Nabor Carrillo Flores inició en marzo de 1954, sino para celebrar una Exposición Universal. Pero entonces se concibió como el instrumento adecuado para alejar del centro político de la ciudad cualquier conflicto estudiantil. Evidentemente que ese propósito no se ha cumplido. Los demás, de manera total.

Sin embargo, ese aniversario me emociona. Entre otras razones porque casi coincide con mi propio cincuentenario como profesor de la Facultad de Derecho, actividad que de acuerdo con expedientes personales se produjo a partir del primero de mayo, šnada menos!, de 1953, en San Ildefonso. Pero como profesor de derecho civil. Que conste.

La tercera coincidencia: la muerte esperada de Francisco Franco (1975) marca un hito en la historia de España. La sensibilidad de Juan Carlos de Borbón, al que Franco dejaba como heredero, aunada a la previa desaparición violenta del almirante Carrero Blanco, hizo posible la democracia en España. Bastantes méritos le tocaron también a Adolfo Suárez, que armó los Pactos de la Moncloa, clave de la transición.

En la Cámara de Diputados le oí decir al rey Juan Carlos, el 18 de este mes, que se conmemoraban 25 años de la reanudación de relaciones entre México y España. No tiene razón, ya que durante muchos años éstas se mantuvieron con el gobierno republicano en el exilio. Ha sido, simplemente, una nueva etapa.

Tengo en mi privado, en el despacho, el original de un maravilloso dibujo de Rafael Freyre publicado en Siempre!, que lamenta la cancelación de las relaciones con el exilio. Allí están sus principales representantes. Entre ellos, Demófilo de Buen.

Curioso 20 de noviembre...

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