Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 23 de noviembre de 2002
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Mundo
Rechazan prelados vascos y catalanes la pastoral de la Conferencia Episcopal

El conflicto en Euskadi divide al clero español

"Gravemente inmoral", subvertir el orden constitucional, dice la Iglesia; repudio de 13 obispos

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 22 de noviembre. La Conferencia Episcopal Española (CEE) evidenció este viernes la profunda división que prevalece en su interior en torno al conflicto en el País Vasco, una vez que después de una semana de reuniones a puerta cerrada y de debates en torno a las acciones terroristas de la organización armada vasca ETA, la cúpula de la Iglesia católica española aprobó una "instrucción pastoral" en la que, con la abstención y votos en contra de 13 de sus prelados presentes, se considera "gravemente inmoral" intentar subvertir el orden constitucional español.

El texto de la CEE, que contó con el beneplácito de 63 obispos, señala que las naciones, "aisladamente consideradas", no gozan de un derecho absoluto a decidir sobre su propio destino, y afirma que "la doctrina social de la Iglesia católica reconoce un derecho real y originario de autodeterminación política en el caso de una colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión".

Este pronunciamiento sucede a raíz de la creciente presión por parte de los partidos políticos y medios de comunicación españoles para que la jerarquía católica se desmarque del movimiento separatista radical vasco y exprese su firme apoyo a las iniciativas llevadas a cabo durante los meses anteriores contra ETA y su llamado "entorno", entre ellas la intención de ilegalizar a la coalición Batasuna, a la que se acusa de ser el brazo político de ETA.

Los prelados católicos sostienen en su Instrucción pastoral que "la valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y sus consecuencias, es una realidad intrínsecamente perversa, nunca justificable, y que debe ser calificado como una es-tructura de pecado".

Asimismo, sostienen, en un texto de 22 páginas dividido en cinco capítulos, que "el terrorismo de ETA se ha convertido, desde hace años, en la más grave amenaza contra la paz, porque atenta cruelmente contra la libertad de las personas y ciega el conocimiento de la verdad, de los hechos y de nuestra historia".

El Episcopado español, que mantiene hondas divergencias con los obispos vascos y catalanes, añade que "al hablar de terror nos referimos a la violencia criminal indiscriminada que procura un efecto mucho mayor que el mal directamente causado, mediante amenaza dirigida a toda la sociedad, por tanto no se refieren sólo a un acto o a algunas acciones aisladas, sino a toda un compleja estrategia puesta al servicio de un fin ideológico".

La CEE también sostiene que "dentro de la ideología marxista-revolucionaria, a la que se adscriben muchos terrorismos, entre ellos el de ETA, es normal querer justificar sus acciones violentas como la respuesta necesaria a una supuesta violencia estructural anterior a la suya, ejercida por el Estado", pero hay que "denunciar sin ambages esta concepción inicua, contraria a la moral cristiana, que pretende equiparar la violencia terrorista con el ejercicio legítimo del poder coactivo que la autoridad ejerce en el desempeño de sus funciones".

Los prelados dan la calificación de "inmoral" a las acciones u omisiones de todos los que sin intervenir directamente en la comisión de atentados "terroristas" los hacen posibles; a los "comandos informativos, a los encubridores y a los que colaboran" con la organización armada.

Los prelados también hacen una tímida llamada de atención a la tortura y al incumplimiento de la legislación penitenciaria para los reclusos etarras, al sostener que "los presos por terrorismo no dejan de ser objeto de una politización ideológica que oscurece su problema humano, pero la Iglesia reconoce sin ambages la legitimidad de las penas justas que se les imponen por sus crímenes, a la vez que defiende, con no menos fuerza, el respeto debido a su dignidad personal".

El documento pastoral señala, por último, que "no es moral cualquier modo de propugnar la independencia de cualquier grupo y la creación de un nuevo Estado", y en esto la Iglesia siente la obligación de pronunciarse ante los fieles cristianos y los hombres de buena voluntad.

Cuando la voluntad de independencia "se convierte en principio absoluto de la acción política y es impuesta a toda costa y por cualquier medio, es equiparable a una idolatría de la propia nación que pervierte gravemente el orden moral y la vida social", que se convierte, según los obispos, en un "nacionalismo totalitario".

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