Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 22 de noviembre de 2002
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Espectáculos
Cientos de parejas dieron vida a la tradición

Festejó el Salón Colonia su 80 aniversario a ritmo de danzón

JAIME WHALEY

Emperifolladas damas y atildados caballeros se dieron cita puntual para la celebración del 80 aniversario del Salón Colonia, el pasado domingo, ahí en la amplia pista del recinto de la colonia Obrera.

El afamado salón, sucesor por derecho propio de aquel otro legendario espacio que fue el original Salón México en cuanto a ser la mítica catedral del danzón, conmemoró su efeméride con este ceremonioso ritmo en una prolongada sesión que empezó al filo de las cuatro de la tarde y que al sonar la medianoche llegó a su final.

Cientos fueron las parejas que colmaron la pista del Colonia, que está en el mismo lugar donde lo establecieron los hermanos Jara, sus propietarios -en ese entonces las goteras de la capital, rememora Alejandro Jara, el actual dueño.

Ya juntos, ya por separado, ellas y ellos se adentran en el amplio salón que por ese domingo alteró su semanario precio de acceso de 30 pesos y lo duplicó, pero pocos fueron los que rezongaron, pues la velada bien valió el incremento.

De gala para el baile

Ernesto, de blanca guayabera y pantalón del mismo tono, se citó ahí con Ana Bertha, como lo ha hecho desde hace cuatro años. También llegaron Rosita y Jaime Gutiérrez. Ella cerró el puesto de comida que tiene en San Cosme y se puso sus mejores galas, y él sacó del armario el traje negro cruzado a rayas y a darle al danzón, costumbre que tienen desde hace 15 años.

Igual ocurrió con el matrimonio que forman Ricardo Ponce de León y Josefina Monzalvo, que llevan más de medio siglo de unión y de no fallarle al rendez vous dominical en el Colonia. Recuerdan que allá por los años 50 la cuota de entrada era de 50 centavos. Doña Luz Almanza, empleada federal, se reúne aquí con sus conocidos. Ella viene y se pasa la mayor parte del tiempo en las bancas, como hacen otras muchas damas, en espera del caballero que las saque para empezar el rito de bailar, de hacer el famoso cuadro con los pasos básicos. Ellos pie izquierdo hacia el frente, pie derecho en diagonal hacia el mismo lado, correr el pie izquierdo hasta emparejar con el derecho, y va de nuevo, salvo que en reversa.

Por ser ocasión extraordinaria el carnet lo integran seis de las más respetadas danzoneras: está la de El Manzanita, que llegó directamente del puerto de Veracruz, y que, dicen los que esto conocen, no se oye muy bien, pero le pone ambiente. La de Dimas, la Yucatán, el Combo la Playa, también de procedencia porteña como lo delata su director, el Apajuy; la Tropical Aragón y el turno estelar fue para la tradicional Danzonera de Acerina, ahora dirigida por Diego Pérez, quien, al morir Consejo Valiente Robert, recogió el legado del negrón cubano, cuya imagen está inmortalizada en una de las paredes, y ha mantenido en pie a esta agrupación que se hace llamar la mejor de América en su género.

Las parejas se mueven, se mecen, dan un respiro luego del estribillo y acometen de nuevo en forma elegante, pues cabe aclarar que el buen danzón, al contrario de lo divulgado en algunas cintas, no es de faje, se baila ya sea cerrado o abierto, como explican Lilia y Jorge, otros de los habitués, y ya después, en el montuno hay un poco de florituras, como las que realiza Elena con su vestido azul al vuelo.

La película Danzón, la que llevó a María Rojo en el papel estelar, animó a muchas y a muchos a acudir a los salones de baile, ya en busca de compañía, ya nada más por ejercitarse en este pasatiempo, y de ello da fe Nina Arregui, beldad tapatía que parece arrancada de un catálogo de los años 40, quien con garbo y prestancia no deja pasar una pieza para salir a la pista al igual que Pilar Morodo, quien reconoce, a su vez, que venir al Colonia es terapéutico.

En peligro de extinción

Sin embargo, esta costumbre está casi en peligro de extinción, explica Jara, "ya apenas salimos a mano con los gastos". La inseguridad del rumbo ha tenido que ver con la disminución de la clientela y ha obligado a poner un servicio de transporte gratuito desde el Metro. Ya no se da el detalle curioso de hace algunos años cuando en el guardarropa, los miércoles, se dejaban bolsas del pan y botellas de leche. Además, los adictos al danzón no beben alcohol. si acaso cervezas. Irónicamente influye a la vez el fenómeno del surgimiento de las danzoneras, "hay como 20", sostiene Polo, músico de Acerina.

Mientras, el danzón Colonia, de Alejandro Cardona, se escucha con vigencia: "Me voy al Colonia, me voy a bailar, me voy al Colonia, me voy a gozar..."

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