Desastre en costas de Galicia
Irrumpe la marea negra del hundido Prestige; pescadores temen debacle económica
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 20 de noviembre. El Prestige, un buque petrolero con la bandera de ''conveniencia'' de Bahamas que transportaba 77 mil toneladas de combustible, se partió en dos la madrugada del pasado martes en las inmediaciones de las costas gallegas, en la llamada Costa da Morte, una zona que ha sufrido en los años anteriores al menos tres grandes desastres ecológicos. No fue suficiente la operación especial de las Fuerzas de Salvación Marítima españolas ni el auxilio europeo para evitar que el barco, con medidas de seguridad obsoletas y más de 26 años de antigüedad, sucumbiera ante el temporal que azotó en los pasados días la región atlántica española. El derrame petrolero afectará sensiblemente la economía de las miles de familias gallegas que se dedican a la pesca y al turismo.
La Costa da Morte y las Rías Baixas son las dos regiones de Galicia que más temen las consecuencias del hundimiento del buque, no sólo porque su principal actividad es la pesca y el cultivo de pescados y mariscos, sino porque el desastre ecológico, el tercero en 30 años, podría tener consecuencias incalculables en la región en el largo plazo. Tanto vecinos como autoridades han alzado la voz ante este hecho trágico que, según dicen, "se podría haber evitado".
Lo paradójico de este nuevo desastre ecológico, comparable si acaso con el que sufrió el Reino Unido en 1997, cuando se derramaron miles de toneladas de petróleo en sus costas, es que el fallo -o posible "fallo"- estaba detectado: el Prestige, un buque petrolero construido en Japón hace 26 años, no contaba con el ''doble casco'' de protección que se exige a los barcos que transportan hidrocarburos en algunos países, entre ellos todos los que forman la Unión Europea.
En el caso de esta nave, que el miércoles pasado sufrió una vía de agua a causa del temporal frente a las costas gallegas, todo falló: la tripulación, salvo el capitán y tres marineros más, abandonó sin más el buque; el barco estaba viejo y sobreutilizado y la cantidad de combustible transportado era un riesgo latente, que finalmente se convirtió en tragedia después de casi una semana.
El suceso, después del hundimiento del buque a 250 kilómetros del Atlántico gallego, amenaza convertirse en una tragedia peor que el derrame del petrolero estadunidense Exxon Valdez, que en 1989 chocó contra un arrecife y derramó unas 42 mil toneladas de crudo en la zona pesquera más rica de Alaska, el estrecho Prince William, y provocó la muerte de unas 250 mil aves marinas.
Aunque las autoridades españolas confían en que el crudo se solidifique por las bajas temperaturas que se registran a 4 mil metros de profundidad y quede en el fondo marino, el desastre se convirtió ya en tragedia para las miles de familias de pescadores después de que, en plena madrugada, una inmensa marea negra irrumpiera de lleno en cerca de 300 kilómetros de costas de Galicia.
Hasta ahora, cuatro días después de que el buque Prestige anduviera a la deriva, solamente se han vertido 7 mil de las 77 mil toneladas que transportaba la nave. El gobierno español, por conducto de su ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, reconoció que la catástrofe ecológica superaba los 40 millones de dólares en daños.
Las consecuencias de esta tragedia, que en décadas el ecosistema subsanará, son incalculables, sobre todo porque resulta muy difícil saber qué incidencias provocará en este paraje natural, uno de los más bellos y agrestes del país. Una gran extensión de sus costas sirve de morada a diversas especies, que son una gran fuente de ingresos: berberechos, almejas, mejillones, angulas, etcétera. Ahora aves y peces sucumben con las plumas y escamas ennegrecidas por la contaminación causada por el crudo.
Algunos pescadores, como los de la ría de Arousa, confían en que las medidas preventivas impuestas hasta ahora -fondos de protección marítima que pretenden neutralizar la marea negra- permitirán disolver el hidrocarburo contaminante, pero la verdad es otra: a pesar de estos esfuerzos, la mancha contaminante se extiende por el mar gallego cada vez más, favorecida por el viento.
Pese al panorama, más bien adverso, las asociaciones de pescadores gallegos salieron hoy a trabajar como cualquier otro día. Para los que tuvieron que ir mar adentro la faena resultó trágica, ya que la mayoría de los peces capturados llevaban inscrito el fuel-oil del buque, lo que significa que su "producto" no supera las medidas de control sanitario, mientras que los que capturan percebes, almejas y berberechos, al menos los que lo hacen en las rias baixas, todavía pudieron llegar a puerto y vender su producto, pero la amenaza de que la marea negra llegue hasta sus arrecifes y costas es latente para estas miles de familias.
Por esta razón, los principales sindicatos de la región -UGT, CCOO y PGU- decidieron unirse y reclamar al gobierno del conservador José María Aznar que destine, lo antes posible, un fondo de emergencia que permita paliar las consecuencias económicas de este desastre natural, para lo cual convocaron a una manifestación, que pretende reclamar "soluciones efectivas y medidas adecuadas para los trabajadores" afectados.
Comisiones Obreras, por separado, denunció que "no hay verdaderos controles en los puertos de la Unión Europea" que permitan evitar situaciones como ésta, ya que "no están dispuestos a tomar ninguna medida seria para obligar a cumplir la normatividad existente. Sólo se quejan cuando les toca a ellos a causa de los problemas políticos que les provocan".