Unico concierto, luego de 30 años de
espera
En el éxtasis deja Focus a sus fans mexicanos
en el Salón 21
GABRIEL LEON ZARAGOZA
La fuerza y vigencia del rock progresivo holandés
de Focus saturó de calidez la gélida noche del domingo en
el Salón 21, donde centenares de amantes del new sound se
maravillaron con la propuesta yodeling y nada convencional, que tiene la
banda al interpretar la música gestada en los años 70.
Con este concierto, la deuda de la banda con sus fans
quedó saldada, después de una espera de más de 30
años, en los que no incluían a México en sus tours.
Durante
los largos y armónicos 14 temas del único concierto, el ambiente
de éxtasis en que se desenvolvió el público ante Focus
fue de furor y fusión de rock, música de concierto y jazz.
Procedentes de su gira por América del Sur, donde
al igual que en este histórico concierto en México, la cuarteta
holandesa se presentó en foros de mediana capacidad para tocar ante
verdaderos amantes y conocedores del progresivo, que en este momento liderea
Thijs Van Leer en los teclados, flauta y voz, músico que, por cierto,
es el único integrante original de la banda nacida en 1970.
Para quienes dejaron pendiente este encuentro sonoro,
Focus ofreció una retrospectiva musical de 30 años de rock
progresivo, que incluyó el cultísimo tema Hocus pocus,
de su elepé Moving waves, y la solicitadísima de la
noche: Sylvia, del álbum doble grabado en 1972 Focus 3.
La velada de recuerdos, lágrimas, cervezas, flores
y reverencias hacia el mítico cuarteto incluyó los temas
Neurotika y Brother, dos muestras del álbum más
reciente (Focus 8) grabado por la reagrupada banda holandesa, que
en su nueva etapa y tour por América contó con la
presencia de los músicos de estudio Bobby Jacobs, en el bajo; Jan
Dumée, en la guitarra, y Bert Smaak, en la batería.
Tras este fugaz y primer encuentro por México,
donde concluyó su gira, Focus tiene planeado presentarse en el festival
musical de Londres, uno de los más importantes de Europa, al lado
de las bandotas Asia y King Crimson, cabezas de cartel.
En dos horas de concierto, los amantes del progresivo
se mantuvieron en sus asientos, cual preso que se agita frenéticamente
al perder la noción de la realidad, mientras muere electrocutado
de potente voltaje.
Van Leer se hizo acompañar de la fantasía
acústica de un órgano -que per se ingresa a la historia
del rock nacional al haber fungido como teclado en el mítico y único
concierto de Premiata Fornieri en el país- y de una flauta transversa
que provocó aullidos de los presentes, que no perdían la
vibración yodel del músico.
Los clichés de las segundas partes cayeron y del
suelo no volverán a levantarse. El esceptisismo en torno a la ausencia
del genio de la guitarra Jan Akkerman quedó como una prueba superada
por el músico Jan Dumée, quien sin sudar tensó las
cuerdas de su lira para acompañar los sonidos autóctonos
centroeuropeos del vocalista y líder de una banda que mostró
al mundo que también en Holanda hay rock.