Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 19 de noviembre de 2002
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Política

Luis Hernández Navarro

El regreso de la nueva izquierda

Sucedió hace apenas poco más de una semana. En Florencia, Italia, el Foro Social Europeo (FSE) puso a un millón de personas en la calle el pasado 9 de noviembre. Temeroso, el poder respondió apresando en cárceles de alta seguridad a 20 activistas del movimiento contra la globalización neoliberal y poniendo bajo arresto domiciliario a seis más.

Apenas el 16 de marzo, en Barcelona, España, alrededor de medio millón de manifestantes protestaron en contra de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea.

También en marzo 3 millones de italianos se sumaron a la movilización convocada por el entonces secretario general de la Confederación General Italiana de Trabajo (CGIL), Sergio Cofferati, en la que los partidos políticos desempeñaron un papel marginal. Meses después, cientos de miles de europeos, sobre todo ingleses, salieron a las calles para repudiar la escalada bélica contra Irak.

En abril, nuevamente en Italia, millones de trabajadores paralizaron el país en respuesta a la pretensión del gobierno de Berlusconi de suspender parte del Estatuto de los Trabajadores. El 20 de junio se efectuó en España una huelga general masiva y exitosa contra las iniciativas gubernamentales para flexibilizar las relaciones laborales.

A contracorriente de las victorias electorales de la derecha en Austria, Holanda y Francia, coaliciones de izquierda socialdemócrata y verdes triunfaron en los comicios suecos y alemanes.

Estas grandes movilizaciones de masas contra la globalización neoliberal, en rechazo a la guerra de Irak y en defensa de las conquistas laborales son muestras del ascenso y recomposición de la nueva izquierda social y cultural europea. Anuncia la emergencia de una nueva fuerza y una nueva forma de hacer política, similar a la que se vive en América Latina con los piqueteros, asambleas de vecinos y tomas de fábricas en Argentina, el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, la candidatura de Lucio Gutiérrez en Ecuador o el Movimiento Bolivariano en Venezuela.

En esta recomposición de la izquierda, el movimiento contra la mundialización corporativa se ha convertido en un referente obligado.

Al FSE de Florencia se inscribieron 60 mil personas, en lugar de las 15 mil que esperaban los organizadores. Al igual que sucedió en Porto Alegre, desembarcaron allí representantes de la socialdemocracia clásica e integrantes de agrupamientos de la izquierda tradicional. No quisieron quedarse fuera del movimiento de movimientos más importante en años.

Llegaron ahí a pesar de que, en el primer caso, se trata de una fuerza que, como ha dicho Cofferati -militante del Partido de los Demócratas de Izquierda-, "se ha quedado paralizada. En vez de proponer sus propios modelos ha pretendido imitar los de la derecha (El País Semanal, 10 de noviembre de 2002)". Y, en el segundo, de agrupamientos que se inspiran en la ilusión de que el marxismo neanderthal, en cualquiera de sus vertientes, es un instrumento útil para transformar la realidad.

Conviven, pues, dentro del movimiento, en un equilibrio inestable, expresiones políticas que sostienen que la multitud es irrepresentable, con corrientes que se asumen como representantes históricos de una clase social.

Florencia consolida un segundo ciclo de luchas contra la globalización neoliberal iniciado este año en Porto Alegre y en las manifestaciones masivas efectuadas durante el primer semestre de este año en Barcelona y Sevilla, España. Se trata de una fuerza intergeneracional, integrada no solamente por jóvenes, en la que participan ciudadanos no organizados.

En este nuevo periodo, el movimiento ha mostrado que puede responder exitosamente a la lógica de guerra, inaugurada por el Imperio el 11 de septiembre de 2001, y proponer que un mundo diferente es posible.

A diferencia de Génova, donde el Foro Social no pudo enfrentar adecuadamente la provocación del gobierno de Berlusconi y fue víctima de la violencia, en la nueva fase el movimiento rehuyó con inteligencia y sin renunciar al ejercicio de la desobediencia civil las trampas que se le pusieron, proyectó una imagen radicalmente pacífica ajena a falsos radicalismos y se perfiló como una alternativa al poder constituyente.

Impotente para criminalizar al FSE durante la realización del evento, el Estado italiano decidió incriminarlo una vez concluido. Los activistas detenidos han sido acusados de formar una red de desobediencia contra la Constitución y el Estado. Se trata de revivir la cacería de brujas que, con el pretexto del combate al terrorismo, se desató en contra de la franja política de la autonomía italiana durante la década de los años 70.

La respuesta solidaria con los presos ha sido masiva. Ayer domingo 20 mil personas tomaron las calles de Roma y 10 mil lo hicieron en Nápoles para exigir la liberación de sus compañeros

Una nueva izquierda nació y se está expandiendo. El Imperio apuesta con todo a defenderla.

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