Iván Restrepo
El agua, primero para las vacas
Seguramente los mexicanos desconocen los méritos ciudadanos y empresariales de don Eduardo Tricio; grave omisión, sobre todo en una etapa como la actual, en que el país es manejado cual franquicia y la religión -católica, por supuesto- se ofrece para llegar al cielo mediante mercadotecnia.
Don Eduardo es todo un personaje: es uno de los que deciden en el complejo industrial Lala, próspero negocio lechero ubicado en la Comarca Lagunera, otrora emporio agrícola integrado por cuatro municipios de Coahuila y cinco de Durango, que tiene en Torreón su punto de referencia geográfica. Para expandir la industria, don Tricio y quienes con él comparten ganancias (como los Villarreal, López Negrete, Fernández Aguirre e Iriart) cuentan con el apoyo gubernamental: agua gratis proveniente de los mantos freáticos de La Laguna que riega los campos de alfalfa, alimento que requieren las vacas para estar contentas y dar mucha leche.
Hasta aquí ésta sería una historia digna de esas revistas especializadas que destacan los éxitos de los capitanes de la industria. Una parecida podría escribirse de don Cristóbal Jaime Jáquez, quien luego de presidir Lala fue llamado para dirigir la Comisión Nacional del Agua por otro empresario encargado de la Presidencia de la República durante seis años.
Pero volvamos con don Eduardo, a quien le resulta extraño que haya quien se oponga a que se abran al cultivo de alfalfa cerca de 10 mil hectáreas y se perforen para tal fin 100 pozos en Valle Hundido, en el centro de Coahuila. Son obras en un desierto que no produce nada, en una zona golpeadísima, en la que no hay trabajo porque no hay fábricas, ha dicho el empresario, quien además asegura que algunos "quieren que las inversiones se vayan y que los trabajos no se queden ahí. "šPor el amor de Dios! -ha dicho-: son dos o tres o cuatro ambientalistas los que se oponen, y yo quiero pensar que lo están haciendo de buena fe, hay que platicar con ellos". En respuesta, los empresarios movilizaron a decenas de campesinos que viven de recolectar cera de candelilla y protestaron contra las acciones que impiden la creación de empleos.
Qué error tan grande de esos tres o cuatro despistados. Atentar contra el derecho de explotar el desierto, donde, si acaso, hay lagartijas, y querer impedir que sea transformado en paraíso alfalfero.
Qué falta de visión de las autoridades federales clausurar el jueves pasado y denunciar penalmente a quienes al nivelar 5 mil hectáreas de tierra destruyeron, por lo menos, tres especies de cactus en peligro de extinción, que por eso mismo estaban protegidas legalmente; por hacer obras sin siquiera solicitar el permiso requerido ni presentar los estudios de impacto ambiental que exige la legislación vigente. Qué insensatez oponerse al progreso, máxime si, como afirma Tricio, es promovido por el mismísimo gobernador de Coahuila en su afán de desconcentrar actividades de la Comarca Lagunera para quitarle presión a la crisis económica que allí se registra desde hace lustros. No importa que el cultivo de alfalfa demande muchísima agua y que falte gravemente en La Laguna porque ha sido utilizada irracionalmente por los señores del dinero. Así que ša sacarla del subsuelo en Valle Hundido!, donde todavía hay, a pesar de que otros grupos empresariales redujeron los mantos freáticos de la región al explotarlos desmedidamente.
Don Tricio oculta que la extracción de agua en Valle Hundido pone en peligro la reserva natural contigua, Cautrociénegas, una de las más importantes del país y de las más apreciadas en el mundo por su riqueza en flora y fauna, que guarda desde hace miles de años.
Como escribimos aquí el lunes pasado, gracias a la ciudadanía, a los científicos y a los centros de investigación las autoridades federales se vieron obligadas a actuar y a detener la destrucción en Valle Hundido. No lo hicieron oportunamente por razones que desconozco, pero finalmente evitaron lo peor y por eso todos debemos estar contentos.
No cantemos victoria todavía, habrá que seguir los siguientes pasos de don Tricio y sus amigos empresarios, tan urgidos de agua gratis para sus negocios privados. Y Ƒpor qué no?, habrá que exigir un uso justiciero del agua en La Laguna, donde don Tricio explota 60 pozos para sus campos de alfalfa mientras para surtir de agua a medio millón de personas las autoridades disponen de 63.
Finalmente, una aclaración para don Tricio: el desierto no es sólo aridez, lagartijas y calor. Es un ecosistema que encierra enorme riqueza animal y vegetal, insuficientemente estudiada y necesaria para la vida.