Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de noviembre de 2002
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Política

Aumenta la desnutrición infantil y materna en el área

Crece el hambre por el cerco militar en Chenalhó

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Majomut, Chis., 17 de noviembre. En este barrio, o anexo de Polhó, se asienta el cuartel general de la ocupación militar en el municipio de Chenalhó, quizá la más desproporcionada de todas las ocupaciones en la zona de conflicto (en caso de que estas cosas guarden alguna proporción). La carretera que une Chenalhó con Pantelhó, y los caminos vecinales que salen de Yabteclum, Polhó y las proximidades de Acteal, hierven de vehículos militares trasladando tropa y camionetas policiacas, que hacen recorridos desde Los Chorros, Puebla y otras sedes de los paramiltares, hasta la carretera. Así patrullan los campamentos de desplazados y las comunidades autónomas.

Fue en esta base militar de Majomut donde irrumpió una mañana José Saramago. La sorpresa de los soldados y la irritación de sus mandos no alcanzaron para dominar la indignación (también sorprendida) del escritor portugués en su primera visita a los Altos de Chiapas. No pudieron impedirle al (futuro) premio Nobel caminar frente a la explanada de ejercicios de la tropa, a la vista de los tanques y tanquetas, y de las casas indígenas casi invadidas por la vecindad del cuartel.

Hoy como entonces, ante las circunstancias de la comunidad de Polhó, sitiada por el Ejército federal desde la base de operaciones mixtas de Majomut, no queda sino concluir que a los desplazados no los cuidan las tropas; los vigilan. Rondando en Yibeljoj y Acteal, la movilización militar no significa una respuesta a los desalojos, las emboscadas y la masacre del 22 de diciembre de 1997; es una reacción armada a los miles de desplazados y al municipio autónomo de San Pedro Polhó.

En la medida que las más de 30 posiciones militares y policiacas no han sido capaces de restablecer la convivencia, el orden y la justicia en Chenalhó, se han convertido más bien en el cerco del hambre, pues los miles de campesinos tzotziles que viven en campamentos y refugios desde 1997, sin tierras que trabajar, sin maíz, dinero ni casa, pasan hambre. Y frío. La desnutrición infantil y materna está aquí muy por encima del promedio en los Altos, que ya es decir, lo cual no ha detenido la paulatina y disimulada retirada de la Cruz Roja.

En la parte baja de Majomut se asientan el Sexto Regimiento de Caballería Motorizada, y en la Base de Operaciones Mixtas (BOM) el Segundo Batallón; ambos, sobre tierras que pertenecen al barrio indígena donde se encuentra el beneficio de café de la cooperativa Majomut, una de las más importantes organizaciones cafetaleras de la región. Al principio de la ocupación militar, el beneficio permaneció cerrado, pero los caficultores han recuperado sus instalaciones y el ritmo de trabajo, sólo que ahora copados por militares.

Unos metros más arriba, al pie de la carretera, encima de la loma que separa Majomut de Polhó, está un cuartel, que sirve de escaparate de la "labor social" castrense. Porque eso sí, el municipio autónomo es patrullado por soldados de brazalete amarillo, indicativo de lo "social" de su labor de guerra.

Con todo y brazaletes, y desde la inocencia de un comedor, un consultorio dental y una peluquería al servicio de los indios, además de los puestos de vigilancia y las oficinas del cuartel, los soldados dominan la vista de los campamentos que hacen de Polhó, además de cabecera autónoma, el myor refugio en Chiapas de indios víctimas de los paramilitares.

Igual ocurre en Acteal-Abejas y Acteal-zapatista, sitiados por otro campamento militar de "labor social", a menos de cinco kilómetros de Majomut. En Las Limas el campamento militar ocupa el patio trasero de la primaria. En Yabteclum anuncian su "labor social" con un letrero de Cocacola.

La situación reinante hoy en Chenalhó la impuso el presidente Ernesto Zedillo en diciembre de 1997. Anteponiendo el "orden" a la justicia, la respuesta del gobierno a la masacre perpetrada por un grupo de paramilitares fue la ocupación militar.

Con su comandancia instalada en la cabecera de Chenalhó, también en Los Chorros, Takiukum, Bajoveltik, Tzajalucum, Tzanembolom, Poconichim, Aurora Chica, Canolal, Puebla, Yaxjemel, Quextic, Chimix, Pechequil, X'oyep, y casi siempre sobre terrenos comunales, el Ejército Mexicano está a cargo. Donde no, lo hace la Policía Sectorial. Con la llegada del gobierno de Pablo Salazar se retiraron algunos cuarteles policiacos. Al parecer vienen de regreso, empezando por Cha'cojton, donde se acaba de instalar un campamento policiaco.

Si en San Andrés los militares están a 500 metros del palacio municipal en rebeldía, en Polhó se encuentran a menos de 400 metros de las instalaciones autónomas.

El extenso dispositivo policiaco-militar (que incluye policías judiciales federales y estatales) ha sido incapaz de localizar una sola de las armas que se emplearon en Acteal. Bueno, hace varias semanas, las autoridades aseguraron un arma de alto poder. Apareció tirada a la orilla de un camino y alguien "avisó" por teléfono para que pasaran a recogerla, pues podría ser de las de Acteal.

El cerco tampoco ha servido para garantizar la seguridad y tranquilidad de las familias que volvieron a sus pueblos, alentadas por el gobierno estatal; mucho menos para permitir el retorno de los aún miles de desplazados zapatistas (y centenares de Abejas). A la luz de los resultados de la militarización, puede pensarse que las tropas federales están allí para impedir que eso ocurra.

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