Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 14 de noviembre de 2002
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Contra

Bin Laden sigue entre los vivos

El mensaje de su reaparición, más un llamado al mundo árabe que a Occidente

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Es él. El hombre de la grabación es Bin Laden. Está vivo. Unas cuantas llamadas a Medio Oriente y el sureste de Asia bastaron para que las fuentes más impecables confirmaran que Osama Bin Laden sigue vivo y que es su voz cavernosa la que amenaza a Occidente en el breve monólogo que transmitió primero el canal de televisión árabe Al Jazeera.

Así que el multimillonario saudita, el hombre de la caverna, el Maligno, el asceta barbado al que el ejército más grande de la Tierra ha buscado en vano, está aún entre nosotros.

Como de costumbre, la ''inteligencia'' estadunidense -los héroes del 11 de septiembre que se enteraron de que varios árabes tomaban lecciones de vuelo pero se las ingeniaron para no informarnos a tiempo de ello- declaró sus clásicas insensateces a los medios del país. Puede que sea él. Es probable. La voz cavernosa puede significar que está herido. Habló de prisa, porque tal vez pudo haber sido herido por fuerzas estadunidenses.

Falso.

Finalmente Washigton se vio obligado a admitir ayer que el hombre a quien muchos daban por muerto está aún en el mundo de los vivos, y susurrando la clase de amenazas que saturan las peores pesadillas de los gobernantes occidentales y los mejores sueños de los periodistas estadunidenses. "Así como ustedes nos matan, nosotros los mataremos", dijo.

Bin Laden no habló directamente a una grabadora, sino a un teléfono. El que tenía la grabadora era el hombre al otro lado de la línea, muy posiblemente en Pakistán. Pudo no haber estado en la misma ciudad y ni siquiera en el mismo país. Osama Bin Laden siempre habla despacio. Si su voz se oye apresurada, la razón es en apariencia bastante simple: las pilas de la grabadora estaban bajas. Cuando Al Jazeera reprodujo la cinta a la velocidad apropiada, la voz subió una octava.

Conozco a Bin Laden y, si bien no he vuelto a verlo después de los hechos del 11 de septiembre, en el curso de los años he tenido que llegar a entenderlo. Sin embargo, escribir acerca de él es ahora una de las tareas periodísticas más difíciles del mundo. Hay que decir lo que uno sabe, lo que uno cree que es verdad. Hay que preguntarse por qué grabó esa cinta. Es una nota que avanza a base de preguntas. ƑPor qué? ƑPara qué? ƑPor qué ahora? Se requiere una nueva y cruda forma de escritura para decir la verdad, el uso de paréntesis y dos puntos. El conocimiento, la sospecha, la probabilidad y la especulación se contraponen unos a otros. Bin Laden sobrevivió al bombardeo de Tora Bora: hecho. Bin Laden escapó vía Pakistán: probabilidad.

Bin Laden está en Saudiarabia: creciente convicción. Así que esto, con todas sus imperfecciones y oraciones condicionales, es lo que sospecho que esta cinta significa. Es una nota perturbadora para Occidente, y nada fácil de escribir. Me aterran las implicaciones de la cinta. Uno de los mensajes a Gran Bretaña -por encima de todos los demás países detrás de Estados Unidos- es: cuidado. Tony Blair tenía razón (por una vez) al advertirnos sobre nuevos ataques, aunque (sospecho) la llamada de Bin Laden no se monitoreó. Pero era él.

Debemos empezar por Tora Bora, en el otoño de 2001. Sometidos a intenso bombardeo por la fuerza aérea estadunidense, los combatientes de Al Qaedaosama_bali09 se dieron cuenta de que no podrían resistir indefinidamente en el complejo de cavernas de las Montañas Blancas que se yerguen sobre Jalalabad. Bin Laden estaba con ellos. Los guerreros se ofrecieron de voluntarios para seguir combatiendo hasta una muerte segura a los señores de la guerra pagados por Estados Unidos, y al principio Bin Laden se negaba a dejarlos, alegando que quería morir con ellos. Sus más leales guardaespaldas y consejeros insistieron en que partiera. Por fin se marchó de Tora Bora en un estado de angustia; sus protectores lo sacaron subrepticiamente de las montañas con un pánico muy semejante al de los agentes de seguridad de Dick Cheney cuando llevaron al vicepresidente al sótano de la Casa Blanca al cernirse la amenaza de los aerosecuestradores suicidas sobre Was- hington. Todo lo anterior viene con la etiqueta de "fuente impecable".

Si es verdad que partió a galope en un caballo blanco -leyenda que divulgó un corrupto pistolero de la Alianza del Norte en Jalalabad-, Bin Laden debió haber perdido el seso. Sabe cabalgar, pero ir a caballo bajo fuego sólo aumenta el peligro. ƑY un caballo blanco, por Dios, que puede ser visto de noche? Como quiera que fuese, Bin Laden se dirigió a Cachemira (posible pero improbable) o a Karachi (lo más probable). Lo digo porque alguna vez me presumió de los muchos admiradores que tenía entre los clérigos sunnitas de esa enorme, calurosa y peligrosa ciudad paquistaní. Siempre se refería a ellos como "hermanos". Una vez me dio carteles en urdu que esos clérigos habían impreso y pegado en los muros de la ciudad, y le gustaba recitarme citas de los sermones de esos religiosos.

Así que para mí se fue a Karachi. Pero puede que me equivoque.

En los meses que siguieron hubo muy escasos y minúsculos indicios de que seguía vivo, como el aroma del tabaco que queda en una habitación días después de que el fumador se ha ido. Uno de sus admiradores me insistió en que estaba vivo (hecho, pero no es una fuente impecable). Trataba de encontrar una forma de comunicarse con el mundo exterior sin entrevistarse con ningún occidental: hecho absoluto. Su video más reciente -en general desestimado como viejo por las famosas "fuentes de la inteligencia estadunidenses" porque no mencionó ningún suceso ocurrido después de noviembre de 2001- era nuevo. (Fuerte probabilidad, respaldada por una fuente buena, pero no impecable.)

Entonces, Ƒpor qué ahora? Medio Oriente entra en una fase nueva y todavía más trágica de su historia, desmembrado por la guerra sangrienta entre israelíes y palestinos y amenazado por los efectos incendiarios de una posible invasión angloestadunidense de Irak. Bin Laden debe haberse dado cuenta de la abrumadora necesidad de dirigirse una vez más al mundo árabe, y su cinta, pese a las amenazas directas a Gran Bretaña y otras naciones occidentales, está destinada principalmente a su público más importante: los árabes musulmanes. En este momento de la historia de Medio Oriente, a los ojos del propio Bin Laden, su silencio habria sido inexcusable.

Y sólo para contradecir las previsibles afirmaciones de que la cinta podría ser antigua, enumeró enérgicamente los golpes asestados a los poderes occidentales desde su presunta "muerte": los atentados con bomba contra técnicos franceses de submarinos en Karachi, la sinagoga de Túnez, Bali, el sitio checheno a un teatro en Moscú, incluso el asesinato de un diplomático estadunidense en Jordania. Sí, dice, estoy enterado de todas estas acciones. Y dice que las aprueba. Nos dice que aún está allí. Habrá árabes que deploren esta violencia, pero serán pocos los que no sientan cierta emoción. En medio de la brutalidad israelí contra los palestinos y la amenaza estadunidense contra Irak, por lo menos un árabe está listo a responder los golpes. Ese es el mensaje a los árabes.

Bin Laden siempre ha detestado a Sa-ddam Hussein: odia su conducta tan poco islámica, su secularidad, su uso de la religión para estimular la lealtad a un partido Baath que fue cofundado por un cristiano. El intento estadunidense de ligar a Al Qaeda con el régimen de Bagdad ha estado siempre entre sus más ridículos argumentos. Bin Laden solía hablarme de lo mucho que odia a Saddam. Por ello, sus dos referencias a "los hijos de Irak" son interesantes. No hace mención del gobierno de Bagdad ni de Saddam. Pero no puede pasar por alto que las sanciones de la ONU siguen matando a miles de niños iraquíes y que Irak es el objetivo de una probable invasión estadunidense. Así que habla de los "niños iraquíes" y de "nuestros hijos en Irak", con lo que quiere decir musulmanes árabes a quienes tocó en suerte vivir en Irak. Pero nada de Saddam.

No es difícil prever que Estados Unidos tratará de aprovechar esas referencias para trazar otro vínculo falso entre Bagdad y Al Qaeda, pero Bin Laden -que es lo bastante inteligente para predecir tal intento- claramente sintió que una expresión de simpatía por los árabes en Irak tenía mayor peso que cualquier uso distorsionado que Washington pueda hacer de sus palabras. (Esto debe ir bajo la etiqueta de especulación, pero casi de seguro está cerca de la verdad.)

Allá por 1996, Bin Laden me dijo que las tropas británicas y francesas en Saudiarabia estaban en riesgo de que sus seguidores las confundieran con estadunidenses y las atacaran. En 1997 cambió su lista de objetivos, desligando a franceses y británicos de cualquier posible agresión. Pero en la nueva cinta grabada están de nuevo en la lista, junto con Canadá, Italia, Alemania y Australia. Y Gran Bretaña va a la cabeza.

El mensaje para nosotros los occidentales es simple y se repite tres veces. Si queremos apoyar a George W. Bush, "faraón de nuestra era" -y "faraón" es el término con que los asesinos de Anuar Sadat se refirieron a él después del magnicidio, hace más de dos décadas-, pagaremos por ello.

"ƑQué tienen que hacer sus gobiernos aliándose con esta banda de criminales de la Casa Blanca contra los musulmanes?" Dos veces antes, en conversaciones con él, escuché a Bin Laden emplear esa expresión árabe: ifarbatu-al-idjran: "banda de criminales". Así es como Occidente llama a Al Qaeda.

ƑQué viene ahora? Hace unas semanas, una persona del público en una universidad estadunidense me preguntó cuándo creía yo que ocurriría el siguiente golpe. Las tres palabras que me vinieron a la mente fueron "buque cisterna petrolero". Esto correspondía a la etiqueta de "pura especulación", pero, como no quería dar ideas a nadie, no dije nada. La semana siguiente Al Qaeda atacó al supertanque Limburgo en las costas de Yemen. Ahora hurgo mi mente en busca de peores pensamientos. Y prefiero dar por concluida esta nota.

Periodista irlandés especialista en Medio Oriente, corresponsal de The Independent.
Su libro más reciente es Pity the Nation.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya

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