Carlos Marichal
Impuestos y democracia
Desde la semana pasada, los impuestos han vuelto a colocarse en el centro de la mesa de debates del Congreso. Para discutir un tema tan complejo y transcendente, el tiempo otorgado por el Poder Ejecutivo es claramente insuficiente. El periodo de debates se cierra formalmente el 15 de diciembre, pero se puede prever que quedarán muchos cabos sueltos y sin resolver al término de este periodo. En apenas un mes es imposible que los legisladores y la sociedad consideren y reflexionen con suficiente profundidad y seriedad sobre el tema crucial de los ingresos y los gastos del Estado, de los gobiernos estatales y de los municipios. Porque conviene tener muy en cuenta que al discutir el presupuesto federal se están debatiendo, al mismo tiempo, las finanzas de todo el sector público.
El debate fiscal es absolutamente fundamental por varias razones. En primer lugar, conviene recordar que los dos pilares de una democracia son los votos y los impuestos. Sin embargo, para que una democracia sea real y funcional se requiere que haya una administración eficiente y transparente de ambos; en otras palabras: que no haya fraude electoral ni fraude fiscal. Durante decenios, México padeció una democracia fraudulenta porque el partido entonces gobernante, el PRI, creó una vasta maquinaria para manipular el voto y simultáneamente instauró un sistema fiscal basado en privilegios y pactos para beneficiar a su clientela y a los sectores más ricos de la sociedad.
Recordemos también que para que se pudiera llevar a cabo el tránsito a la democracia en México fue necesario impulsar la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) porque nadie se fiaba de los viejos operadores políticos que no cesaban en sus viejas prácticas de manipulación electoral. El IFE seguramente tendrá que estar en funciones durante un largo tiempo porque siguen en activo en el Senado y en otros niveles de la vida política algunos de aquellos operadores, incluyendo los que realizaron la tristemente célebre manipulación electoral de 1988. De manera similar, para asegurar la joven democracia de México tendría que crearse un organismo ciudadano que vigilara el sistema fiscal, ya que sin transparencia en la recaudación y gasto de los dineros públicos tampoco puede asegurarse que la ciudadanía tenga confianza en sus gobernantes.
ƑCual es la razón por la cual el Poder Ejecutivo ha resuelto de nuevo establecer plazos muy cortos para el debate fiscal? Esta es una vieja práctica heredada del autoritarismo que consideraba que el método más eficiente de ratificar el presupuesto consistía en presentar al Congreso un documento previamente pactado entre el Ejecutivo y los empresarios, obligando a los legisladores a votarlo unos días antes de Navidad, ejerciendo una fuerte presión sobre los escasos diputados o senadores disidentes que protestaran. Hoy en día, sin embargo, la situación política se ha tornado mucho más abierta y compleja y son cada vez más fuertes las demandas populares para conocer el porqué de los impuestos y de los gastos públicos.
Al fijar tiempos cortos, el gobierno y la Secretaría de Hacienda pareciera que temen la difusión del debate sobre estas cuestiones. En esto debe influir el hecho de que el año pasado la Secretaría de Hacienda sufrió una lastimosa derrota en el establecimiento de su reforma fiscal. Pero dicho temor es nuevamente reflejo de una falta de empeño en reconocer que la democracia exige más información y más discusión sobre temas que afectan tan directa e intensamente a los ciudadanos. Después de decenios de silencios y fraudes fiscales, se requiere que se hable, que se discuta abiertamente, sin miedo de confrontar posiciones distintas. En esto consiste la educación democrática de los ciudadanos. Es más, puede afirmarse que la apertura del debate público es tan importante como la propia legislación votada, pues permite que en el futuro los contribuyentes estén más conscientes de sus derechos y también de sus responsabilidades cívicas.