Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 9 de noviembre de 2002
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Política

Luis González Souza

ƑCampanas al vuelo?

Tal vez no debemos echar las campanas al vuelo, al menos no tan pronto. Ni la obsesión de los halcones bushianos hacia otra gran guerra ha desaparecido, o va a desaparecer en el futuro cercano, ni el México foxiano va a dejar de ser pronto o fácil una oficina menor de la Casa Blanca.

Lamentablemente, Estados Unidos es una nación hecha desde y para la guerra. Quizás en esta ocasión (contra Irak) la guerra sea bloqueada en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero mañana será Corea del Norte, Irán o cualquier otra nación en rebeldía frente a los dictados imperiales. De hecho, no mañana, sino hoy mismo, Cuba sigue sufriendo las arbitrariedades y los atropellos del imperio, como lo siguen sufriendo muchas otras naciones -México incluido- que insisten en jugar al esclavo feliz, como diría Johan Galtung, es decir, que son felices por no saberse esclavos.

Por lo demás, la propia elección de Bush Jr. a la presidencia de Estados Unidos, y el comportamiento de éste hasta la fecha, no hicieron más que constatar, como en los años 60 lo hicieron los asesinatos de los hermanos Kennedy (John y Robert), que nadie en ese país puede ya gobernar de espaldas al complejo militar-industrial-mediático-financiero y demás. Gracias a la elección de Bush Jr., hoy sabemos que cualquier déficit en legitimidad o transparencia electoral puede ser subsanado rápidamente con tal o cual desplante de machismo-belicismo. Del mismo modo en que gracias a la artera invasión de Afganistán por Estados Unidos hace algunos meses se corroboró que las ganancias de los grandes consorcios petroleros y demás pueden irse al cielo rápidamente con el simple amago de cualquier guerra. Entre más grande la guerra, mejor.

De modo que esta vez el Consejo de Seguridad de la ONU pudo haber bloqueado, o puede bloquear, los afanes guerreristas del imperio. Pero no nos hagamos excesivas ilusiones. Si no es hoy Irak, mañana o antes aparecerá una nueva excusa para que el imperio desfogue sus afanes cuasi subliminales por la guerra, el terror, o cualquier forma de violencia. Sólo es cuestión de tiempo.

Aun suponiendo que el gobierno foxiano tuvo el atrevimiento de oponerse esta vez a la guerra contra Irak, tampoco conviene hacerse muchas ilusiones. Su condición de "esclavo feliz" frente a Wall Street, lo mismo que ante la Casa Blanca, no desaparecerá fácilmente. Esta vez, dicho gobierno podrá tener un arrebato de dignidad nacionalista, lo mismo que progresista y pacifista, pero las torceduras del zar anti-México, también conocido como el cacique o canciller de Tlatelolco, no es algo que se pueda recomponer ni fácil ni rápidamente. Insistimos: cuando dicho zar tuvo a mal ofrecer un "apoyo incondicional y hasta lo último" a la guerra de su real patrón contra el terrorismo, en ese momento México quedó sin política exterior alguna, ni buena ni mala, ni independiente ni progresista. Ahí sí que cambió el viejo régimen: el servilismo del actual gobierno operó como la última vuelta de tuerca del mismo servil tornillo que antes habían implantado De la Madrid y su cambio estructural, al igual que Salinas y su TLC. Aun revirtiendo esta última vuelta de tuerca, el tornillo del servilismo sigue y seguirá ahí, como el dinosaurio de Monterroso. Y todo a cambio de un "acuerdo migratorio", una de tantas obsesiones foxianas. A lo mejor tal acuerdo se limitará, si alguna vez se da, a la entrada y salida de Estados Unidos sin mayor trámite, es decir, sin visa, de Fox, Castañeda y algún otro miembro del gabinetazo. O, en el mejor de los casos, se limitará a que los millones de mexicanos, hoy sobrexplotados y estigmatizados como ilegales en el paraíso de la libertad, pasen a ser explotados con un poco de misericordia y estigmatizados con un poco menos de cinismo.

Así que hay mucho por hacer, si en verdad queremos un mundo sin guerras, y un país con una mínima dignidad soberana. A Estados Unidos hay que ayudarle a erradicar sus estructuras (económicas, culturales y hasta mentales) que compulsivamente lo llevan a una guerra tras otra. Y a nuestros gobiernos hay que demandarles, una y otra vez, un mínimo de consecuencia con las tradiciones pacifistas, dignas e independientes frente al exterior.

Pero todo eso requiere, entre otras cosas, de un movimiento pacifista mucho más constante y vigoroso, que empiece por su propia casa, por ejemplo Chiapas. Y no un movimiento por una paz cualquiera, sino precisa y justamente por una paz ahora, con justicia y dignidad. No sólo una paz para los pueblos indios y las comunidades aborígenes de todo el mundo, sino una paz justa y digna para todos. Que el actual orden mundial no da para eso, ahí está el desafío. Cambiemos el mundo, pues. Antes de que Irak hoy, Corea mañana, o quien sea pasado mañana, sean objeto de tal o cual atropello bushiano. Y antes de que el servilismo foxista se apuntale como el primer nuevo cimiento del famoso "nuevo régimen" mexicano. Otro mundo no sólo es posible, sino que ya es visible.

Son sólo unas ideas que nos sentimos obligados a hacer públicas.

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