Gustavo Iruegas expresa reconocimiento a la vocación pacifista de La Habana
Ratifica Cuba el Tratado de Tlatelolco
BLANCHE PETRICH
Cuba ratificó ayer el Tratado de Tlatelolco para la proscripción de armas nucleares en América Latina y el Caribe. Con ello dio vuelta a la última llave para la plena aplicación de la zona totalmente desnuclearizada. Este último trámite cerró un ciclo que comenzó hace 35 años en la cancillería mexicana poco después de que se conjuró, desde Cuba, la llamada "crisis de los misiles".
En la ceremonia que tuvo lugar en el aula magna de Relaciones Exteriores, donde en 1963 se lanzó la convocatoria a la comunidad latinoamericana, el embajador de Cuba en México, Jorge Bolaños, destacó la decisión de su gobierno de ratificar la firma, que ya se había depositado en 1995, "como señal de clara voluntad política y compromiso con el proceso de desarme, paz y seguridad internacionales" y con la aspiración de que finalmente pueda llevarse a cabo la eliminación total de las armas nucleares "bajo estricta verificación internacional".
Cuba, agregó, asume la ratificación del tratado "a pesar de que la única potencia nuclear en las Américas sostiene una política de perpetua hostilidad contra Cuba, que no excluye el uso de la fuerza; que persiste en las campañas de difamación y de reiteradas mentiras y que mantiene una parte de nuestro territorio ocupado y bajo su jurisdicción contra la voluntad de nuestro pueblo".
No pronunció las palabras Estados Unidos ni Guantánamo, pero con esta observación Bolaños advirtió que la desnuclearización de la zona no es completa, ya que el único territorio que permanece fuera del pacto es la base naval estadunidense situada al oriente de la isla.
El secretario general del Organismo para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, Edmundo Vargas, y el subsecretario de Relaciones Exteriores, Gustavo Iruegas, expresaron su reconocimiento a la vocación latinoamericanista y pacifista de Cuba.
La adhesión del gobierno caribeño tiene, señaló Iruegas, "un valor adicional, ya que esa nación hermana ha vivido años de enorme complejidad política y estratégica". El funcionario atribuyó "una extraordinaria importancia a esta decisión porque revela, por encima de todo, la voluntad del pueblo cubano de vivir y crecer en paz y su determinación de formar parte activa de una comunidad de pueblos que reclaman su derecho soberano a la seguridad y al desarrollo".
A la ceremonia asistieron figuras de la diplomacia mexicana que en décadas pasadas jugaron un papel central en la promoción de este pacto. Estuvo presente la viuda de Alfonso García Robles, "el padre de la criatura", como fue llamado. García Robles ideó y promovió la idea de este pacto después de que el líder soviético Nikita Jrushev decidió dar marcha atrás en su determinación de desplegar en Cuba armamento nuclear en 1962. El propuso idear un mecanismo de concertación regional que le permitiera a América Latina hacer frente a otra crisis semejante. Tejiendo fino, García Robles venció las resistencias de Estados Unidos, quien accedió a que se avanzara en esta iniciativa, aun advirtiendo que Washington no sería signatario.
Por esta obra mayor en los esfuerzos del desarme mundial, García Robles mereció el Premio Nobel de la Paz. También estuvieron veteranos diplomáticos como Sergio González Gálvez, Miguel Marín Bosh y Manuel Tello, ex secretario de Relaciones Exteriores. González Gálvez, ocupando un puesto menor en la jerarquía diplomática de los 60, fue enviado a La Habana a persuadir al presidente Fidel Castro de que Cuba firmara el pacto. Castro respondió en aquel momento que su gobierno no podía renunciar al derecho a construir un sistema de autodefensa ante la amenaza estadunidense.
Al acto fueron invitados también los embajadores de los países latinoamericanos y del Caribe, además de los representantes de Francia, China y Gran Bretaña, firmantes de los protocolos adicionales al Tratado. Estados Unidos también es firmante de los protocolos, pero en una ceremonia donde la estrella era el gobierno cubano ni siquiera se le preparó un lugar.
El canciller Jorge Castañeda adelantó cuatro días su viaje a Madrid, adonde está prevista una visita de Estado de Vicente Fox para asistir a un encuentro de intelectuales, según explicó su vocera Gloria Abella. Eludió así ser anfitrión del gobierno cubano en un evento que fue calificado de histórico por los asistentes.
Al colocarse esta última pieza del rompecabezas del Tratado de Tlatelolco, quedan prohibidas las armas nucleares en los 93.6 millones de kilómetros de territorio y mar territorial que integran el subhemisferio americano. Unos 500 millones de personas quedan así protegidas en este que Iruegas llamó un "escudo de vida y racionalidad".
Bolaños puntualizó el entorno en el que se da la firma de su gobierno: recordó que después de los atentados del 11 de septiembre se crearon condiciones para una alianza internacional que pudiera enfrentar unida al terrorismo, pero que al imponer su visión unilateral, Estados Unidos desaprovechó la ocasión.