LETRA S
Noviembre 7 de 2002

A las muetras de Ciudad Juárez

25 de noviembre, día Internacional Contra la Violencia hacia las Mujeres
 
 

Entendemos la cultura de la muerte de la que tanto hablan nuestros obispos como aquello que no nos da esperanza, lo que está organizado para el dolor y la tristeza; aquello sin ternura corporal; lo que no nos da consuelo y sólo nos genera temor; aquello que quiere matar nuestra fe y nuestros sueños; el ánimo que mueve a un asesino y a un violador; la justificación, el silencio y la indiferencia frente a un grito, frente a un golpe y frente a la exclusión de una niña o de una mujer.

La cultura de la muerte que legitima el horror y la inhumanidad camina con permiso del gobernador en Ciudad Juárez, así como en Palestina; descarada caminó por el bufete de Digna Ochoa con la indiferencia de las autoridades, así como dos aviones frente a los ojos del mundo; pasea burlona y sin preocupación en las iglesias, así como los talibanes entre las burkas de las mujeres...

La muerte se detiene, se para, es tajante, absoluta, intolerante, única, irrevocable, irremediable y dogmática.

Esta sí es la cultura de la muerte.

Aquí estamos por amor a la vida; aquí estamos porque esas vidas floridas eran de nuestro jardín, pertenecían y pertenecen a la gran comunidad humana. Aquí estamos para renunciar y rebelarnos, una vez más, contra la muerte. Queremos buena vida para las mujeres de Ciudad Juárez, queremos que tengan alegría en sus corazones. Queremos que el Estado restituya, garantice y proteja los derechos humanos y civiles de las mujeres de Ciudad Juárez: vida, dignidad, paz, igualdad, libertad, seguridad...

La violencia contra las niñas y contra las mujeres es reconocida como un hecho muy doloroso por nuestra comunidad católica; la falta de voluntad para castigar esta violencia proviene de estructuras patriarcales y autoritarias a todas luces injustas, que encubren con el silencio y la indiferencia actitudes criminales que se quedan en la impunidad. Una impunidad intolerable en esta era de vigencia de los derechos humanos y de revaloración de la dignidad de las mujeres. Como comunidad católica, estamos invitadas a anunciar y a denunciar cualquier forma de violencia en contra de las mujeres y de las niñas, con mayor razón si esta se da al interior de nuestra Iglesia; estamos llamadas a ser hijas de la verdad, porque ella nos hace libres (Jn 8, 30-32) y estamos invitadas a seguir luchando para que nadie apague el amor, ni la alegría de las mujeres: No apagarán el amor ni lo ahogarán oceános ni ríos (Cantar 8).

¡Ni una muerta más en Ciudad Juárez!
¡No más violencia en contra de las mujeres y las niñas!
¡Exigimos acabar con la impunidad!