Que estamos saturados/as
hasta la insensibilidad por la lógica patriarcal, machista, guerrera,
impuesta por los medios de comunicación masiva 舑cine, radio,
televisión, prensa y ahora internet- lo demuestra la indiferencia
con que fue recibido, a principios del mes de octubre, el primer Informe
Mundial sobre Violencia y Salud de la Organización Mundial de
la Salud (OMS) por medio del cual nos enteramos que 35 personas mueren
cada hora como resultado de los conflictos armados que hay en el planeta.
Y nos quedamos tan tranquilas/os.
Esa cifra no nos dice nada cuando en las películas 舠de
acción舡 al uso nos despachamos ese número y más
de cadáveres con vertiginosos acercamientos a huesos, sangre,
dientes, ojos, sesos y visceras desparramados por toda la pantalla.
Difícilmente le dirá algo a los niños que han crecido
entre las caricaturas japonesas que los educan en que golpear primero
y más fuerte es lo mejor, y de preferencia hay que destruir el
planeta del enemigo; los videojuegos que les ayudan a desarrollar las
habilidades interactivas necesarias para ello, y las videoguerras que
de rato en rato nos obsequian en coproducción la CNN, Estados
Unidos y la OTAN contra los enemigos/terroristas en turno.
A fuerza de tragarnos la rueda de molino de que hay unos pueblos prescindibles
y otros imprescindibles, que nos han vendido, en vivo y en directo,
desde Kissinguer hasta Condoleeza pasando por Madeleine Albright, apuntalando
al presidente de Estados Unidos en turno, para naufragar en Bush y su
próxima guerra contra Irak, si es que escuchamos que en el siglo
pasado murieron 191 millones de personas como resultado de los conflictos
bélicos, y que la mitad de esos muertos fueron civiles, quizá
dijimos 舠qué horror舡 e hicimos zapping con el control
remoto para cambiar el canal.
Sin embargo, no había manera de cambiar la imagen aunque cambiaras
de canal el día aquel en que dos aviones derribaron las Torres
Gemelas. Ningún noticiero en este país dejó de
darnos la dosis diaria, larga, detallada, angustiante, de cada uno de
los 10 homicidios que cometió un francotirador con rifle ultramoderno
en Washington y sus alrededores; en cambio ¿sabe alguien qué
pasó con las afganas a las que Bush dijo que iba a salvar al
mismo tiempo que bombardeaba a Bin Laden? ¿Quién recuerda
cuál fue la última vez que los medios de comunicación
masiva le dedicaron un minuto a las Muertas de Ciudad Juárez?
En 10 años, más de 500 desaparecidas; 320 asesinatos de
mujeres, 95 de ellos seriales; desde 1997 hasta mayo de 2002 se cometieron
55 asesinatos 舠seriales o multihomicidas舡. En la lógica
de los medios, patriarcal, machista, guerrera, esta guerra contra mujeres
jóvenes, pobres, tercermundistas, sólo es nota 舑notita
casi siempre- cuando se hace el recuento anual de cadáveres acumulados.
Nada o muy poco, por ejemplo, de los programas de prevención
que no se aplicaron para evitar que las trabajadoras de la maquila del
turno nocturno desaparezcan en el trayecto de la fábrica a su
casa.
La violencia, dice la OMS, es prevenible, de orígenes complejos
en los que se combinan las mentalidades y las leyes, y apunta a la necesidad
de cambiar la lógica: por ejemplo que las autoridades pongan
más el enfoque en otorgar servicios de salud, educación,
empleo, alimentación, a las familias pobres y menos en construir
más prisiones y contratar más policías; que no
se admita como natural la violencia que los esposos ejerzan sobre sus
esposas; que haya programas sociales y educativos a largo plazo y no
se privilegien los enfoques estrictamente policiacos a corto plazo...
El problema es que quizá el informe de la OMS esté siendo
utilizado para calzar la pata de alguna mesa que cojeaba en la sala
del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras sus miembros deliberan
sobre cómo interpretar mejor las instrucciones del señor
Bush respecto a Irak, para evitar que Estados Unidos se tenga que ir
solito a salvar al mundo de los demonios que andan sueltos.
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