Decepcionó
Pablo Hermoso de Mendoza ante los toros mansos de Garfias
Comenzó la gran estafa de invierno en la Monumental
Plaza
Muerta
Mejía desperdició
uno y tuvo detalles con otro Ochoa
era un fantasma
LUMBRERA CHICO
Con media entrada en sombra general, tres cuartos en sol
y muchos vacíos en los sectores numerados, ayer comenzó la
temporada menos chica en la Monumental Plaza Muerta (antes México),
donde todo le salió mal a Pablo Hermoso de Mendoza, quien protagonizó
la peor actuación de su vida en el coso de Insurgentes.
Para cubrir el contrato de 120 mil dólares, que
cobró el fantástico jinete vasco, la empresa de Rafael Herrerías
redondeó el cartel con dos voluntarios de relleno. Uno de ellos,
el "ex maestrito" Manolo Mejía, por lo menos intentó
no aburrirse, mientras su colega, Fernando Ochoa, salió de plano
bajo los efectos de un fuerte anestésico llamado probablemente depresión,
y terminó por irritar al gentío con su desgano.
De principio a fin, el espectáculo tuvo el sello
del "empresario" que lo organizó: los toros de Javier Garfias de
los Santos (inocentes) le quedaron chicos, una vez más, al caballista,
y con excepción del segundo y del tercero del encierro, que no valían
nada pero se dejaban hacer, los restantes fueron un dechado de mansedumbre
o, para decirlo pronto, una mierda indigna de inaugurar el acontecimiento
supuestamente más importante de la fiesta brava en el continente
americano.
Pero bueno, cuando un gángster controla y administra
la plaza de toros más grande del mundo para perder dinero con fines
inconfesables pero muy provechosos, nadie puede esperar que estrene la
temporada con ganado de lujo y figuras de postín.
Los hermosos desatinos de Pablo
Densos nubarrones procedentes de las costas de Guerrero,
falta de dinero en los bolsillos del pueblo mal gobernado por Fox, un aumento
de 20 por ciento en el derecho de apartado y la rapiña de los vendedores
que elevaron al doble el precio de las entradas ante la tolerancia del
Gobierno del Distrito Federal, impidieron que se concretara el llenazo
tradicional del inicio de la temporada "grande".
El público recibió a Hermoso de Mendoza
como a Charles Lindbergh después de cruzar el Atlántico,
y no le escamoteó palmas ni gritos de júbilo cuando el navarro,
con gran celeridad, clavó, más o menos en buen sitio, los
rejones de castigo y las banderillas de adorno en el lomo de Copero,
un cárdeno listón y casi playero, de 470 kilos, que se prestó
al juego de los corceles, pero, a diferencia de sus actuaciones anteriores,
en lugar de poncharle el pulmón y suscitar la hemorragia y el paroxismo,
el vasco dejó el rejón de muerte muy atrás y tuvo
que descabellarlo tres veces, perdiendo así la oreja.
Con su segundo, de nombre Cantinero, de 539, igualmente
cárdeno bragado y casi veleto, soso y manso a más no poder,
el muy habilidoso Pablo lució, se diría, desganado, cumpliendo
con rapidez y poco afán de lucimiento, aunque eso sí, deslumbrando
a los villamelones con sus bellísimos trucos circenses y por momentos,
pero sólo por momentos, toreando por derechazos lentos, largos y
bien templados, usando el cuerpo de la montura como si fuera una muleta.
Como quiera, el bicho se fue creciendo sin que Hermoso
lo pudiera someter y se llevó un macrosusto cuando, apenas salido
de la cuadra, su caballo Mazantini fue arrollado en tablas, golpeándose
las cuatro patas contra el estribo del redondel, accidente que ameritó
su sustitución inmediata sin que el animal gozara siquiera de una
mínima probadita de gloria. Para su infortunio, el ibérico
volvió a fallar en la suerte suprema, y tuvo que refugiarse en el
callejón sin que nadie lo llamara a saludar desde el tercio.
Horriblemente vestido de azul turquesa y oro, Mejía
se las vio con Vengativo, negro bragado de 480 que se dejaba hacer,
pero nunca trató de dominarlo y acabó entre abucheos. Mejor
se vio ante Buen Deseo, un negrito de 493, manso perdido, al que
lidió en tablas para evitar que huyera, y con el cual logró
cosechar algunas palmas. De Fernando Ochoa, que parecía drogado
ante Cominito de 512 y Ruidoso de 580, no hay absolutamente
nada que decir, excepto que el pobre hombre está muerto como torero.
Para llevar un registro del movimiento de los dineros
en la Plaza Muerta y tratar de calcular las pérdidas económicas
de Herrerías, esta página publicará a partir de hoy
la siguiente tabla de utilidades y pérdidas, considerando un ingreso
promedio de 70 pesos por boleto.
Domingo 3 de noviembre de 2002
Espectadores: |
32,000 |
Ingreso neto: |
2,240,000 |
Egresos:
|
|
Pablo Hermoso |
1,200,000 |
Mejía |
40,000 |
Ochoa |
20,000 |
Ganado |
200,000 |
Otros |
1,000,000 |
Subtotal |
2,460,000 |
Utilidades |
------------ |
Pérdidas |
220,000 |
|