De 4 mil programas que se imparten en el país,
3 mil no están certificados
Proliferan maestrías de baja calidad en los
centros de estudios privados
La SEP les otorga facilidades, mientras escuelas públicas
están sujetas a evaluaciones
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
Las maestrías de dudosa calidad han proliferado
en México en los años recientes debido a que la Secretaría
de Educación Pública (SEP) da manga ancha a las centros educativos
privados para que impartan posgrados sin estar obligados a cubrir estándares
de calidad. La prueba de ello es que de 4 mil programas que se imparten
en el país, más de 3 mil no están certificados, afirmó
la directora general de Posgrado de la UNAM, Rosaura Ruiz.
Para
poner en orden este nivel educativo dijo que es necesario crear un plan
nacional de posgrado y en especial fijar un reglamento que defina los requisitos
mínimos para la impartición de cursos, y a partir de ello
establecer un padrón que certifique la calidad de todos los programas,
incluidos los que no reciben recursos del Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (Conacyt).
La bióloga, también presidenta del Consejo
Mexicano de Posgrado, consideró que la diferencia en los niveles
de calidad es uno de los problemas más graves en México,
porque por un lado existen excelentes programas impartidos en universidades
públicos y excepcionalmente en algunas privadas, y por otro cursos
que son un "engaño".
Señaló que estos programas de mala calidad
se caracterizan porque duran unas cuantas horas y por eso se les conoce
como de "fin de semana", y se imparten en instituciones que tienen académicos
que no están bien preparados y carecen de bibliotecas especializadas,
de laboratorios y de centros de cómputo para satisfacer las exigencias
de este nivel de estudios.
Explicó que para muchas instituciones privadas
el posgrado se ha convertido en un negocio, porque se dedican a dar programas
de las áreas administrativos y de ciencias sociales, que son más
baratos, porque para su enseñanza no requieren invertir en sofisticados
laboratorios o centros de cómputo.
Esto se debe, afirmó, a que el sector privado casi
no invierte en desarrollo científico del país. "El 99 por
ciento del conocimiento que se produce en México es gracias a las
instituciones públicas", puntualizó.
Exigencias para escuelas públicas
Ruiz dijo que en contraste con las facilidades que la
SEP da a las instituciones privadas, las públicas son sujetas a
evaluaciones no siempre adecuadas, siendo que la mayoría de los
programas son de excelente calidad, equiparables con los posgrados de países
desarrollados. Muestra de ello, añadió, es que los egresados
del doctorado son bienvenidos en prestigiadas universidades como las de
Harvard, Oxford y La Sorbona.
Explicó que una de las principales exigencias de
las universidades públicas es que se destinen mayores fondos públicos
para mejorar el posgrado, lo que va de la mano del aumento de los recursos
que se destinan al desarrollo científico y tecnológico del
país.
"Apoyar el posgrado implica necesariamente gastar más
en el desarrollo científico. Lo que diferencia a las universidades
que tienen programas de alto nivel y las que no lo logran precisamente
es la investigación: tener grupos académicos consolidados
e infraestructura que cuesta mucho dinero y años para irla creando",
sostuvo.
Refirió que por eso en la reciente Congreso Nacional
de Posgrado, que se llevó a cabo en Morelia, Michoacán, los
asistentes insistieron en la necesidad de que el presupuesto para ciencia
y tecnología pase de 0.4 por ciento del producto interno bruto a
1 por ciento.
La multiplicación de posgrados de mala calidad
se debe a una ley que emitió Luis Echeverría en los años
setenta y que permitió que todas las universidades pudieran otorgar
grados sin necesidad de que sus estudios fueran revalidados por la UNAM.
Indicó que actualmente no hay una normatividad
que establezca los requisitos mínimos para impartir el posgrado.
El más importante, agregó, se refiere a la planta académica,
porque es un requisito indispensable contar con profesores con el grado
que se va a impartir, de preferencia con nivel de doctorado, que hagan
estudios especiales y que algunos estén en el Sistema Nacional de
Investigadores y otros tengan reconocimiento por su desempeño profesional.
Además deben contar con bibliotecas especializadas,
porque en este caso no basta los acervos generales, con hemerotecas actualizadas
y con laboratorios dotados de infraestructura moderna.
Consideró que la SEP, el Conacyt y las universidades
y centros de investigación también tienen que ponerse de
acuerdo en promover la creación de un mayor número de programas
de posgrado llamados profesionalizantes, ya que hasta ahora se han privilegiado
los que se enfocan hacia la investigación.
Refirió que los posgrados profesionalizantes sirven
para que el estudiante se especialice en determinada área de su
disciplina, mientras los otros buscan formar investigadores.
Señaló que también conviene que las
universidades hagan cambios en los sistemas de titulación, para
que en el caso de los programas denominados profesionalizantes no se exijan
investigaciones originales, sino que se apliquen exámenes o se pidan
investigaciones más involucradas con el mundo del trabajo.
En torno a la reciente reforma del Conacyt, mediante la
cual se creó el Programa Nacional de Fortalecimiento al Posgrado,
dijo que fue positiva, pero se "quedó corta" porque las evaluaciones
que se aplican a las instituciones para otorgarles recursos adicionales
no toman en cuentas las diferencias que hay entre las disciplinas.