ENTREVISTA /LUDWIK
MARGULES, DIRECTOR TEATRAL
''Ahora el terrorismo carece de rostro humano''
LOS JUSTOS, DE ALBERT CAMUS, REFLEXION CRUDA
SOBRE LA SINRAZON
Antes, a principios de siglo XX, los reivindicadores
violentos observaban ciertos criterios éticos. No atacar a civiles,
por ejemplo. Aquel terrorismo de ''asesinos delicados'' y el actual, sin
control ni mesura, son motivo de la puesta en escena
CARLOS PAUL
Lejos de una afán didáctico, la obra Los
justos, de Albert Camus, adaptada y dirigida por Ludwik Margules, se
propone comparar la mentalidad del terrorismo a principios de siglo con
la proliferación sin control ni mesura del terror y contraterror
actual.
Ejemplos sobran. Basta recordar lo ocurrido el 11 de septiembre,
en las Torres Gemelas de Nueva York. Su destrucción y la muerte
de miles de civiles marcaron la historia contemporánea, así
como la reacción de Estados Unidos: el ataque militar a Afganistán,
en busca de los autores intelectuales del atentado, que también
produjo miles de muertes.
La obra de Camus se basa en un hecho ocurrido en febrero
de 1905 en Moscú, cuando el grupo de combate del entonces Partido
Socialista Revolucionario atentó contra la vida del gran duque Sergio,
tío del zar, lanzándole una bomba. La acción contrasta
con los sucesos de hace unos días, también en Moscú,
cuando ''un comando de separatistas chechenos -armados con fusiles automáticos-
irrumpió a tiros en un teatro y tomó como rehenes a espectadores,
actores y personal técnico del recinto".
La reacción: un contraataque de las autoridades
rusas que dejó al menos 140 muertos, de los cuales 90 eran rehenes.
Reflexión sin sentimentalismos
En
tal contexto se lleva al escenario la obra Los justos en versión
libre de Ludwik Margules, montaje que pretende reflexionar de manera "cruda,
profunda, sin sentimentalismos ni complacencias" sobre la sinrazón
y la proliferación del terrorismo contemporáneo y el contraterror
que se despliega por el mundo en nuestros días.
''Camus describe en su obra un terrorismo de principios
de siglo, en el que aquellos que se decían justicieros poseían
determinada ética, por ejemplo no atacaban blancos civiles. Ahora
el terrorismo no tiene rostro humano, es como la materialización
de la parte destructiva del hombre.
"Lo que me interesa es que el espectador compare entre
aquel terrorismo, llamado por Camus de asesinos delicados, con el que se
ejerce en nuestros días, sin control ni mesura", explica el autor.
Los justos narra las vivencias de un grupo revolucionario
terrorista antes y después de emprender una acción. Se basa
en el atentado que Iván Kaliáyev realizó en 1905 contra
el duque Sergio. Boris Savinkov, jefe del grupo de combate, consigna en
sus Memorias de un terrorista las actividades de su partido y miembros,
y esta obra, escrita hace más de medio siglo, es la dramatización
que Camus hizo del capítulo en que Savinkov relata dicho atentado.
"El texto camusiano -considera Margules-, además
de poseer partes geniales, resulta ser una mezcla de optimismo, discursividad,
doctrina y sentimentalismo. Yo eliminé esas partes y le imprimí
toda la crudeza posible, pues lo que me interesó de Camus es cómo
pone a sus personajes en una situación tope, obligándolos
a una elección ética.
''La intención es presentar la vida y el comportamiento
del hombre como una permanente trampa, así como su capacidad de
destrucción".
De raíz orweliana
Durante 20 años Margules trabajó el texto
de Los justos.
''Lo tomaba y lo dejaba, pues su visión sentimental
se contraponía con mi escepticismo. Durante ese tiempo pensaba cómo
debería ser la puesta en escena, hasta que encontré la clave
para montarla: retomando las situaciones límite en las que ubica
Camus a sus personajes y el valor ético de una decisión.
''Al romanticismo del escritor francés -apunta
la traductora del texto, Leonor Fuentes-, Margules opone la crudeza de
un catastrofismo de raíz orweliana que, más allá de
políticas e ideologías, intenta reflexionar sobre la naturaleza
del hombre. En esta versión el director despoja a los personajes
de la optimista inocencia con que los dotó su autor. Aquí
el héroe camusiano no sólo pierde su aura romántica,
sino que aparece como origen de todos los males".
De hecho, "Margules encuentra en aquellos terroristas
las raíces del terrorismo actual, del radicalismo de nuestros días,
de nuestra mentalidad que desemboca en los totalitarismos y en un completo
desprecio por el hombre".
Respecto del trabajo escénico, del que Hilda Valencia
es codirectora, Margules destaca: "La puesta pretende someter al actor
y al espectador a una relación íntima y desafiantemente activa;
para tal fin he reducido la distancia entre ambos a unos cuantos centímetros.
"A diferencia de Stanislavski, quien consideraba al espectador
una especie de voyeurista -pues no en vano dijo que la postura del público
es la de aquel que observa la acción a través de la ranura
de una puerta-, y de Bertolt Brecht, quien aspiraba a poner al espectador
en una situación de analista crítico, propongo (salvadas
todas las proporciones) una postura desafiante entre actor y público.
Toda la estética de la puesta está organizada para conseguir
ese objetivo: la mayor organicidad en búsqueda de la esencialidad
teatral.
"En esta versión el espectador no puede más
que ver los procesos que se llevan a cabo en el interior del actor, mientras
éste siente los ojos escudriñadores y exigentes del público.
Además, las situaciones y los adornos se han eliminado, pues a estas
alturas de mi trabajo como director ya no creo en ellos. Me resulta ingenua,
trivial, utilizar triplay u otro material para construir interiores y obligar
al actor a que crea en determinadas situaciones.
"Esta relación que propongo entre actor y espectador
no creo que sea algo nuevo, no creo que haya nada nuevo en teatro, ya todo
lo inventó Sófocles. Digamos que es la visión que
tengo del teatro y por la que pugno. Es una estética que se vuelve
cada vez más austera e implacable, lo que exige más creatividad.
Tengo la aspiración de llegar a la máxima expresividad, en
la que el tiempo, para mí, es el personaje principal en el montaje,
es el que organiza y estimula la emoción y el intelecto, tanto del
actor como del espectador.
"Las características del lenguaje teatral de Margules
-escribe Leonor Fuentes- aparecen en este trabajo decantadas, dando rotundidad
a su trabajo: desnudez, profundidad, interioridad, contención, complejidad,
precisión y organicidad. Si parecía que con Cuarteto,
de Heiner Müller, la depuración de su estilo había
llegado al máximo, con Los justos avanza todavía más
hacía el teatro esencial".
Con la escenografía e iluminación de Mónica
Raya, el vestuario de Beatriz Russek, las actuaciones de Arturo Beristáin,
Emma Dib, Claudia Lobo, Luis Rábago, Rodolfo Arias, Carlos Ortega,
Rodrigo Vázquez y Christian Baumgartner, Los justos, de Albert
Camus, versión libre de Ludwik Margules, se estrena hoy a las 20:30
horas en el Foro Teatro Contemporáneo, ubicado en Jalapa 121, colonia
Roma, a una cuadra de Alvaro Obregón. Las funciones serán
de lunes a miércoles. Cupo limitado.