Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 27 de octubre de 2002
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Capital

Angeles González Gamio

Los muertos vivos

Una de las tradiciones más bellas de nuestro país y que se conserva totalmente viva es la conmemoración de los días de Muertos. Con raíces en la época prehispánica, a través de los siglos ha ido integrando elementos y costumbres extraños y de cada localidad, convirtiéndolas en propias y enriqueciendo las distintas manifestaciones que se dan regionalmente.

Es fascinante advertir cómo cada entidad tiene sus singularidades; en algunas los festejos comienzan el día 31 de octubre, cuando se espera a los angelitos, que son los niñitos muertos, quienes llegan al mediodía y son recibidos con pan, tamales de dulce, golosinas, y atole endulzado con piloncillo y canela y pétalos de flores blancas que adornan la ofrenda y el camino para que encuentren las casas.

A medianoche tañen las campanas de los templos, para indicar que los difuntos grandes vienen llegando y se cambian los albos pétalos por los amarillos de cempasúchil. Igualmente, se sustituyen los alimentos de la ofrenda, para brindar los que disfrutaba en vida el finado, que generalmente incluye mole de guajolote -platillo de fiesta en todo México-, frijoles, tortillas, arroz, pan y sus bebidas predilectas, que suelen incluir cerveza, mezcal o algún aguardiente del lugar y, en su caso, cigarros. Todo esto va acompañando por velas, imágenes, alguna fotografía y flores de cempasúchil.

El 2 de noviembre, a las 12 del día vuelven a sonar las campanas, que anuncian que los muertos se van satisfechos. Al caer la tarde los familiares se dirigen al panteón, donde adornan las tumbas con flores y veladoras, para que su luz oriente el paso del alma de los difuntos por el valle de las tinieblas, queman copal y rezan. Por último, el día 3 los parientes y compadres intercambian ofrendas.

Este año, en el Centro Histórico de la ciudad de México tendremos la oportunidad de admirar hermosas y originales ofrendas durante el segundo concurso Conmemora a tus Muertos, que organizan la Fundación del Centro Histórico, la Secretaría de Desarrollo Económico del Gobierno del DF, la Universidad del Claustro de Sor Juana y otras instituciones. Este año el eje de la celebración es un homenaje al notable grabador José Guadalupe Posadas, por el 150 aniversario de su natalicio.

Las ofrendas se van a poder visitar del primero al 3 de noviembre en las plazas de Santo Domingo y de San Jerónimo. Participan vecinos, comerciantes e instituciones que tienen su actividad en la zona. Pero la cosa no queda ahí, ya que además de las ofrendas va a haber una serie de espectáculos y talleres que se van a realizar en el edificio que alojó a la Nacional Financiera (Nafinsa), ubicado en la esquina de Isabel la Católica y Uruguay, que se distingue por un impresionante mural-escultura que adorna la fachada, obra del mexicano de origen alemán Herbert Hoffman y que estos días tendrá iluminación especial.

Allí, Mario Iván Martínez va a presentar su entretenido espectáculo para niños, quienes también tendrán oportunidad de participar en los talleres de papel picado y cartonería, con el maestro Sotero Lemus, y disfrutar un desfile de catrinas. Para toda la familia hay un concierto de Eblen Macari y un espectáculo de crónicas y leyendas del Centro Histórico, y se va a poder admirar un inmenso mural de papel picado, con la imagen de La Catrina, que elabora el artista tepiteño Mario López.

Otro atractivo son los tapetes de Huamantla, esas piezas efímeras extraordinarias, de flores y aserrín de colores, que realizan hábiles artesanos tlaxcaltecas. Van a estar en el Zócalo, en el edificio de Nafinsa y en la plaza San Jerónimo. Además, se van a celebrar concursos de elaboración de pan de muerto.

Estas son algunas de las actividades que organiza la Fundación del Centro Histórico, institución privada que dirige Adrián Pandal y cuyos objetivos fundamentales son resolver el problema del agua y la revitalización a través del repoblamiento. Si esto se logra y el gobierno capitalino cumple su palabra de reubicar a los vendedores ambulantes, que ahora invaden el rumbo en su totalidad, y se mejora la seguridad, con certeza veremos renacer este sitio maravilloso, que no hay que olvidar que por su riqueza histórica y arquitectónica fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Tras acudir a los actos señalados, un buen remate es el Café de Tacuba, en el número 28 de esa calle, fiel custodio de las tradiciones culinarias mexicanas, donde podremos degustar unos pambacitos con chorizo, tamales, pan de muerto y un espumoso chocolate.

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