Tres veces se fue la luz durante su concierto en el teatro José María Morelos, en Morelia
Pese a los apagones, Sabina logró encender al público michoacano
El cantante interpretó sus éxitos más sonados y puso a consideración del respetable seis temas nuevos Anuncia que regresará en mayo para promover su nuevo disco Dímelo en la calle
PATRICIA PEÑALOZA
Morelia, Michoacán. "En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debes volver...": canta Joaquín Sabina Peces de ciudad, primer tema de su repertorio, ante un teatro José María Morelos lleno (2 mil personas), cuando se produce un apagón. Lejos del saque de onda, el público aplaude a rabiar la noche del martes, y emerge un grito cariñoso: "šNo importa, Joaquín, si te esperamos 20 años, qué son unos minutos!" Sabina lo toma con alegría, y dice sin micrófono: "Venimos a hacer una gira especial, cantada al oído cual si estuviésemos en casa... Yo ya me siento en casa".
Cinco minutos después vuelve la energía eléctrica y el cantante expresa que tal vez haya ocurrido algo así por las enormes ganas (y a la vez nervios) que tenía por tocar de nuevo; advierte que en este show no hay mucho rocanrol, pero promete que éste se dejará escuchar más en su siguiente gira, en mayo próximo, ya promoviendo su nuevo disco, Dímelo en la calle.
Su escenario es el que trajera a México en el 2000, donde muebles y motivos nostálgicos se combinan con imágenes que desde una pantalla se entrelazan con las historias y melodías del flaco. Hay personajes y vestuarios: un Groucho Marx, guardias empelucados del siglo XVIII, angelitos, obispos, mariachis. Ese su show acústico, íntimo, de ánimo teatral, pero con unos seis temas nuevos.
En el marco del segundo Encuentro Internacional de Arte y Cultura, organizado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (del 14 al 30 de octubre), el concierto prosigue con Medias negras y la gente se desborda, corea en alto. El público es cálido (aunque no se despeluca) y la vibra de un auditorio pequeño ayuda a que la familia de Joaquín, como llama a su banda, se sienta en confianza: Pancho Varona, en guitarra, guitarrón y bajo; Antonio García de Diego, en piano, guitarras y armónica; la talentosa Olga Román, en los coros, y en la batería, Pedro Barceló.
Y aunque la agrupación musical es austera, y no se puede hablar de aportaciones sumarias en sus composiciones, Sabina sigue reiterando la fuerza que aún pueden tener las palabras cuando van cargadas de una honestidad mayúscula, de un corazón abatido pero siempre en llamas.
Viene rico country con Rosa de Lima, antes del estreno, y la gente ya se la sabe. Nostalgia con García de Diego en la mandolina en Tan joven y tan viejo, donde con tos dramática, Sabina canta: Like a rooolling stoone. Tema nuevo, La canción más hermosa del mundo, no es que lo sea, sino que quiso serlo, dice. Ruido, triste y rumbera; palmas y palmas flamencas.
Un rocanrol: García de Diego hace chillar la guitarra con fabulosos requintos, pero Sabina le interrumpe: "no, eso está muy pesado para un teatro", y sobre un tema clásico danzan un angelito y una guapa bailarina (interpretada por Jimena, la novia de Joaquín). Sabina dice: "ay, qué bonitos, no saben bailar, si hasta parecen de Operación Triunfo". La rola se regresa a los Conductores suicidas. Frente a Sabina, un atril le recuerda las letras, pues anda desencanchado. Medio se le va la letra, pero lo camufla con los coros de los demás. Se da cuenta y ríe de sí mismo.
Anuncia el estreno en público de Como un dolor de muelas, con música de Varona, basada en la carta que le escribiera el subcomandante Marcos a Sabina: "Me tardé, pues no compongo por encargo, y porque me parecía tremenda la responsabilidad". La primera parte la canta Panchito: "Como si hubiera dónde reposar mi alma, como si pudiera dar destino a mis pasos... Como un dolor de muelas aliviado, como lo imposible ya hecho". La segunda parte la canta Joaquín: "...como si no fuéramos cómplices de luto del corazón": balada melancólica, suave, linda.
Sale Sabina. Panchito se queda de estrella y canta hondo Esta boca es mía. Olga Román interpreta su bello tema Nada es suficiente; canta sola El león y las Cibeles, y regresa Joaquín con ella. El encuentro Olga-Joaquín sigue con la altamente coreada Canción para la Magdalena. Gitanísima canta la Román Y sin embargo te quiero, y da pie al Y sin embargo de Sabina.
Los corazones se quiebran con Calle Melancolía. Una voz del público: "šNo te mueras nunca!" Dos nuevas: un valsecito peruano ("Pero si me provocan, también me sé jugar la boca") y Lágrimas de plástico azul, que arranca aplausos... pero se vuelve a ir la luz. La gente sigue coreando, le echa ánimos. Se arregla la falla. Tres favoritas mezcladas: Que se llama Soledad, Peor para el sol, Contigo. Primera salida. La euforia les hace volver con Camas vacías, ranchera al estilo José Alfredo Jiménez: "Ya no cierro los bares ni hago excesos, cada vez son más tristes las canciones de amor... Pobre aprendiz de brujo que escupe al firmamento desde un hotel de lujo... con dos camas vacías".
Fiesta rumbera con 19 días y 500 noches. García de Diego al piano, canta agraciado Si volvieran los dragones (de Fito Páez y Sabina), y lo hace mejor que el argentino. "Que todas las noches sean noches de boda", para Chavela, ligada a Y nos dieron las diez: ranchera ovación. Joaquín corresponde en su despedida: "šGracias, no se mueran nunca!" Y se vuelve a ir la energía en el escenario (luego se sabría que el culpable fue un camión-generador).
A la salida, varios jóvenes se expresaron contentos por ver a Sabina en Morelia. Un matrimonio: "Nos gustó su fuerza, su antisolemnidad". Una chica se queja: "Muy padre, pero caro; muchos jóvenes no pudieron venir". Dos chicas morelianas: "Nos da mucho gusto que haya venido acá. Lo vimos muy bien, recuperado, radiante. Muchos acá no creían que vendría cuando lo anunciaron"; "todo bien, pero el público de abajo muy aguado, unas señoras se molestaban si me ponía a cantar, no dejaban ponernos de pie, como que se nota que seguimos en provincia".