Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 24 de octubre de 2002
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Política

Jorge Santibáñez Remellón

Contradicciones en materia migratoria

El pasado sábado se realizó un operativo en la estación migratoria de Iztapalapa en la ciudad de México. Recordemos que en este lugar es donde se retiene a muchos de los extranjeros que ingresaron o permanecen en México sin la autorización correspondiente. Dicho operativo respondió, según los reportes de la prensa, a constantes quejas de abusos y actos de corrupción en contra de los migrantes ahí detenidos. En función de lo que ahí apareció, algunas acciones siguieron a ese operativo, como la separación de su cargo del subdirector de dicha estación y otros, que muestran la voluntad de arreglar la vida interna de ese centro de detención.

En primer lugar es importante reconocer el operativo en cuestión. Sin duda ello muestra la voluntad de las autoridades correspondientes para "limpiar" un asunto que desde hace tiempo huele mal. Se ha dicho con frecuencia que los migrantes procedentes de otros países enfrentan en México un calvario difícil de describir y que va desde el abuso a la extorsión, pasando por francas violaciones a sus derechos humanos. El asunto pone en la mesa al menos tres cuestiones que es importante retomar: la congruencia entre el trato que le damos a los migrantes de otros países y el que pedimos que Estados Unidos otorgue a los migrantes mexicanos; la procedencia de que estas estaciones migratorias y en general las actividades de corte policiaco en torno al fenómeno migratorio pertenezcan a un organismo como el Instituto Nacional de Migración y, por último, saber si estas acciones reflejan una voluntad de fondo y de largo plazo o simplemente son paliativos a situaciones intolerables por su obviedad.

Empecemos por el asunto de la congruencia. El gobierno mexicano debería tomar muy en serio que no se puede llegar a una negociación con Estados Unidos a pedir cosas que nosotros no otorgamos. Es una estrategia política pésima exigir un trato digno para nuestros migrantes, cuando los centros de detención allá parecen centros vacacionales de lujo comparados con los mexicanos o cuando nuestros vecinos hacen esfuerzos (hay que reconocer que con éxito) por disminuir los abusos de los agentes de la Patrulla Fronteriza en contra de nuestros migrantes, mientras que nosotros los sometemos a tratos como los encontrados en la estación migratoria de Iztapalapa.

Lo primero que nos diría cualquier legislador estadunidense serio es que nos sentemos a platicar con ellos cuando tengamos la autoridad moral para ello.

Pasemos ahora a analizar brevemente la procedencia de que un organismo como el Instituto Nacional de Migración esté a cargo de estos centros de detención. Desde mi punto de vista, los abusos y la corrupción que reinaba en la estación migratoria era más que previsible. El manejo policiaco que se da a las cuestiones migratorias lleva naturalmente a que los centros de detención de migrantes funcionen como lo hacen en México los centros de detención de delincuentes: solamente recuerde usted el famoso caso de la cárcel del "pueblito" en Tijuana. Reproducimos, solamente que a la mexicana, el modelo estadunidense que tanto criticamos y que consiste en tratar como delincuentes a quienes no lo son. Por ello es fundamental que reflexionemos sobre la procedencia de que las acciones que tienen que ver con lo policiaco de la migración se trasladen a "profesionales", es decir, a los cuerpos policiacos que tienen mecanismos propios de combate a la corrupción de sus integrantes, que no tiene el Instituto Nacional de Migración o bien que en la gestión de estos centros participen de manera más directa organismos protectores de los derechos de los migrantes.

Por último, nos preguntamos si este operativo señala el comienzo de una "puesta en orden" de una institución de la que se ha hablado mucho y mal, o simplemente es una estrategia de apariencia. Por el momento es difícil saberlo; sin embargo, esperamos que no sea sólo flor de un día y que la limpieza no dure solamente el tiempo en que tardan en instalarse las nuevas prácticas corruptas, que a veces superan en eficiencia a aquellas que se buscó eliminar. Las señales son positivas, incluso el manejo discreto en los medios de comunicación deja ver que el operativo en cuestión no se utilizó políticamente o como propaganda del Instituto Nacional de Migración o de la Policía Federal Preventiva. Sin embargo, debemos esperar a conocer las acciones en torno no solamente a las consecuencias inmediatas del operativo o al cese de dos o tres funcionarios importantes y muchos no importantes, sino a los cambios más estructurales en el modelo de administración del fenómeno migratorio en México.

Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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