Pruebas testimoniales revelan que la abogada
estuvo sujeta a estrecha vigilancia
Un equipo profesional se habría hecho cargo
del asesinato de Digna Ochoa
Los victimarios prepararon el crimen y eligieron el
escenario quizá con meses de antelación
BLANCHE PETRICH'
Los asesinos de la abogada Digna Ochoa prepararon el crimen
-consumado el 19 de octubre del año pasado a mediodía- con
tiempo, quizá con meses de antelación. Hubo autores intelectuales
y al menos un ejecutor, un hombre con dominio de tácticas de sometimiento
y manejo de armas. Contaron con logística para actuar. Conocían
las actividades sociales, públicas y privadas de la defensora de
derechos humanos. Y muy probablemente dominan los métodos que utilizan
los peritos en las investigaciones penales, como grafoscopía y registros
dactilares, ya que alteraron de manera precisa la escena del crimen.
Esta
fue la conclusión a la que llegó el primer equipo investigador
de la averiguación previa 3/257670110, de acuerdo con el dictamen
de ampliación de mecánica de los hechos, en un parte rendido
el 4 de enero de este año.
Cinco meses de espionaje
Las diversas testimoniales de esa primera investigación
permitieron a la unidad investigadora concluir que probablemente desde
mayo -fecha que coincide con el retorno de la abogada de una larga estadía
en Washington- el bufete jurídico de Pilar Noriega y Lamberto González,
ubicado en Zacatecas 31, colonia Roma, era vigilado por al menos dos individuos.
El día del crimen, en el lapso en el que los dictámenes forenses
establecen como el tiempo probable de la muerte de Digna, los testigos,
todos vecinos de la misma cuadra o incluso del edificio, coinciden en haber
visto movimientos inusuales de desconocidos por los alrededores.
La señora Modesta Aguilera vive en el departamento
situado justo arriba del despacho "A" del edificio donde se encuentra el
local del bufete Servicios Legales. Ella afirma haber visto el día
19, cerca del mediodía, a un desconocido de corbata y camisa blanca
sin saco, de pie frente a la puerta del despacho, mirando a través
de la vidriera hacia el interior. Vio que el hombre se retiraba escaleras
abajo. Aproximadamente 20 minutos después escuchó que la
puerta de la oficina -metálica, ruidosa- se abría y cerraba.
Después de un breve lapso, que calcula pudo ser de 10 o 20 minutos,
escuchó dos golpes secos. Hechas las pruebas de repercusión
de sonido y balística en el edificio, se concluye que pudo haber
sido el ruido de dos de los tres disparos que se ejecutaron. Entre las
12:50 o 12:55 horas escuchó que la puerta se abría nuevamente
y se cerraba con más fuerza, como azotada. La necropsia señala
como tiempo probable de la muerte de la abogada entre cuatro y seis horas
aproximadamente antes de que fuera encontrado su cuerpo, lapso coincidente
con el testimonio de la señora Modesta.
Otras
testimoniales son las de dos vecinos de la calle Zacatecas, Luis Román
Mendoza y Humberto Avila Peña. Refieren que desde mayo habían
intercambiado sus impresiones sobre la constante presencia de al menos
tres desconocidos que rondaban por el edificio número 31. Ambos
coinciden en identificar al menos a dos -uno de nariz aguileña,
mal vestido y asiduo fumador de marlboros, y otro muy flaco- se
turnaban en el puesto de vigilancia, bajo la sombra de un árbol
de pobre follaje sobre la acera, desde donde miraban frecuentemente la
entrada del edificio en cuestión. Incluso les llegaron a poner apodos:
El
Nariz de Perico y El Pescado.
El día del asesinato ambos vieron a estos dos personajes
pero no de pie, como de costumbre, sino sentados en el escalón de
la entrada del inmueble. El señor Humberto dice que cerca de las
nueve y media de la mañana vio a los dos sujetos, a quienes reconoció
como los que siempre vigilaban el edificio. Temiendo que fueran ladrones
subió a la azotea a verificar que su herramienta estuviera a buen
resguardo. Una vez ahí, vio a otro desconocido espiando hacia los
departamentos externos del edificio número 31 con "un objeto negro,
cámara o alguna otra cosa". Al percatarse, el individuo se puso
nervioso y se retiró a toda prisa.
Este dictamen oficial adelanta una hipótesis sobre
la razón por la que a la abogada se le dio muerte en el despacho
de sus compañeros y amigos, los abogados Noriega y González
Ruiz: el acceso desde la calle es fácil, no hay medidas de seguridad,
es un edificio de oficinas con pocas viviendas, por lo que hay menos movimiento.
En el edificio de multifamiliares Plateros, donde vivía la víctima,
no se puede acceder al interior sin llave, al mediodía hay mucho
movimiento de amas de casa y la zona no ofrece, como la calle de Zacatecas,
a una cuadra de avenida Cuauhtémoc, las mismas vías de escape
rápido.
La preparación del golpe final
En
un archivero en el departamento de la abogada Digna Ochoa, en la colonia
Portales, fueron encontrados los siguientes elementos, todos sujetos con
un clip. En una hoja blanca, la hoy occisa escribió: "Lo encontré
en el buzón el 7 de agosto (martes) en la mañana". Otra hoja
que había sido arrugada tiene la siguiente frase impresa en negro,
bien cuadrada y con letras remarcada con plumón rojo: "Hija de puta,
ya te tenemos muy bien ubicada". También había un sobre,
rotulado en impresora, dirigido a "Lic Digna Ochoa, departamento 21".
Otra hoja: "Encontrada el viernes 10 de agosto en el buzón".
El segundo anónimo dice: "Muy pronto te cargará tu chingada
madre, ¿quieres saber cómo?"
Una tercera amenaza, con fecha del 16 de octubre, dice:
"¿Cómo estás? ¿Pensabas que te habías
librado de nosotros?" Las breves frases son correctas ortográfica
y gramaticalmente. El formato de la hoja demuestra conocimientos en el
manejo de la computadora. Al remarcar las letras con plumón se trata
de ocultar el tipo de impresora utilizada.
Esta secuencia de anónimos "nos habla de inmediatez,
nos indica que ya se había estudiado a la persona, su lugar de trabajo,
dónde vivía, con quién vivía, a quién
o quiénes frecuentaba. Se concluye que se trata de más de
dos personas o de un grupo de gente organizada", reporta el documento.
Tres días después de encontrar esa amenaza
en su buzón, en otro rumbo de la ciudad, en la colonia Roma, Digna
Ochoa murió de un tiro en la cabeza. En el mismo lugar de los hechos,
se encontró un cuarto anónimo, parecido a los demás:
"PROs hijos de puta, si siguen a otro también se los cargará
su madre. Sobre aviso no hay engaño."
Mecánica de hechos
El
primer disparo -"de apoyo y contacto laxo", según el peritaje- lo
recibió la víctima en el muslo izquierdo. El proyectil entró
por el frente y salió por la parte posterior. En el sillón
norte de la pequeña sala del despacho había una mancha de
sangre que, se presume, emanó de esa herida por un tiempo aproximado
de diez segundos.
Otro disparo, con las mismas características, fue
hecho sobre la región temporal derecha.
En la ampliación de la mecánica de los hechos
se asienta que a las 12: 30 del día 19 de octubre Digna Ochoa ingresó
al despacho con un hombre que la habría sometido físicamente
casi de inmediato. De haber llevado su arma propia en el bolso, la abogada
habría intentado sacarla. El hombre pudo arrebatársela, derribarla
al piso y patearla en una pierna. En esa área fueron encontrados
sobre la alfombra una diadema de mujer, un botón arrancado de la
blusa de la abogada y un chicle.
Después de someterla por la parte posterior del
cuello con la mano izquierda, el victimario dispara el arma sobre el sillón
sur, sienta a la víctima en el sillón del lado opuesto, él
se sienta a su lado y cambiando de mano la pistola le dispara sobre el
muslo. El victimario se levanta, lo mismo que la abogada. La vuelve a tomar
del cuello y la arroja violentamente sobre el mismo sillón. Ella
cae de rodillas, con la cabeza sobre el asiento. De pie, con las piernas
abiertas una a cada lado del cuerpo de Digna, el victimario, "utilizando
su mano derecha para sujetar y levantar de los cabellos la cabeza de su
víctima. Con la mano izquierda sujeta el arma de fuego, llevando
y apoyando la boca del arma hacia la región temporal izquierda,
una vez hecho esto jala el llamador produciendo el tercer disparo".
Este dictamen establece de la siguiente manera los pasos
posteriores: el homicida caminbó hacia el pasillo de entrada, allí
habría procedido a sacar de sus ropas cierta cantidad de harina
y un par de guantes de látex, ya que en esa zona hay harina derramada.
Sobre la harina hay pisadas y también hay manchas en forma de silueta,
lo que indica que le habría caído sobre los zapatos. Los
botines negros de Digna, analizados por los peritos, no registran restos
de este polvo. El homicida impregna de harina las manos de la víctima
y le coloca los guantes, finalmente coloca la pistola debajo de su cuerpo.
Bajo la "fosa ilíaca", dice el estudio. El victimario esparce harina
a discreción, se dirige a la salida y en último gesto saca
otro anónimo amenazante que lleva en las ropas, lo deja en la recepción
y sale azotando la puerta. El portazo que escuchó Modesta Aguilera.