Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 23 de octubre de 2002
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Política
ENTREVISTA /ABEL PRIETO, MINISTRO DE CULTURA DE CUBA

El arte que va a Guadalajara no es una loa a la revolución

EL MERCADO, CENSOR MUCHO MAS TERRIBLE QUE EL ESTALINISMO

Una de las cosas más siniestras que ocurrieron en el antiguo socialismo real fue la desconfianza y el profundo prejuicio hacia los intelectuales, la idea de asociarlos con el disidente, con el tipo extraño, con el presunto traidor

GERARDO ARREOLA, CORRESPONSAL

La Habana, 22 de octubre. ''La más grande herejía en el mundo contemporáneo es la revolución cubana; la voz de Cuba es la voz más disidente'', dice el ministro de Cultura de este país, el escritor Abel Prieto. "Pero la cultura ha sido, al propio tiempo, a su escala, un guardián de esa herejía''.

En entrevista con La Jornada sobre la creación intelectual en la isla, Prieto dice que el mercado censura más que el peor censor de Stalin; que sigue vigente la política lanzada por Fidel Castro en 1961 respecto de la cultura (''dentro de la revolución todo, contra la revolución nada'') y hace un recuento de los preparativos para presentar el rostro contemporáneo de la producción artística cubana en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que se realizará a finales del mes próximo y tendrá a ese país como invitado especial.

"Lo que llevamos a Guadalajara es una representación del arte cubano más consolidado, de gente ya madura y con una larga trayectoria, combinada con gente joven de mucho talento, aunque ya con obra reconocida", expresa el cuentista, pintor y ex presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en su despacho del céntrico barrio de El Vedado.

Prieto recuerda que la idea de que fuera Cuba el invitado de honor de la FIL surgió hace cinco años. Al realizarse ahora, la industria editorial cubana llega recuperada del golpe que tuvo tras la crisis económica de los noventa.
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El ministro expresó que han realizado un esfuerzo mayúsculo para su participación en la FIL: "Le hemos dado una gran importancia a este gesto de la feria de Guadalajara, para que marquemos verdaderamente un hito en las relaciones culturales" entre los dos países. Lo que irá es la muestra librera y el programa artístico más diverso y numeroso que haya enviado Cuba al extranjero.

El impacto de la crisis económica en la cultura cubana es referencia inevitable. Dice Prieto:

-Nunca, en términos de talento, la cultura decayó, ni siquiera en los peores momentos de la crisis. Lo que decayó mucho fue la capacidad de las instituciones cubanas para promover esa cultura. El drama que tuvimos en 93 y 94 fue que prácticamente no publicamos libros. Había una locura entre los autores jóvenes, e incluso los viejos, buscando concursos hasta de ayuntamientos españoles para competir, que saliera su librito y buscarse unos pesos. Concentramos el poco dinero que tenía-mos, el poco papel, en reforzar los libros de la educación, que nunca faltaron, y en mantener algunas revistas en tiradas ínfimas (La Gaceta de la UNEAC, Casa de las Américas). Todo esto influye, por supuesto, en la gente de talento. Ahora hemos consolidado concursos nacionales importantes. Van a la feria algunos ganadores de nuestros concursos. Estamos publicando los libros muy rápido. En cuanto el libro sale, a los cuatro, cinco meses de otorgado el premio, el autor sale por todo el país a presentarlo.

-Y en otras áreas...

-Aquellos problemas pasaban también en la música. La crisis provocó un éxodo de músicos. Se fueron a México, España, América Latina, muy pocos a Miami. La gente buscó mercado. Venían aventureros con un puñado de dólares, sencillamente a comprar los derechos a los autores, aprovechando que estábamos en una situación verdaderamente de pobreza. Muchos contratos eran leoninos.

"Después, en muchos casos, los músicos los rompieron. Hoy están acercándose a nuestras empresas de grabación. Los cubanos nominados recientemente al Grammy Latino son todos de disqueras nacionales: Abdala y Egrem. Eso, en aquellos momentos del periodo especial (la crisis) no era siquiera imaginable. Hubo un momento en que los artistas se mantuvieron muy cerca de la revolución, muy comprometidos, eso no lo perdieron, pero sí perdieron la fe en que las instituciones de la cultura les dieran respuesta para su promoción. Hoy la situación es distinta. Lo que va a presentar Cuba en Guadalajara es su producción cultural recuperada editorialmente, en cuanto a número de títulos, variedad y calidad de ediciones, no como la que tuvimos en los 80. Van 58 diferentes sellos editoriales, y llevamos también a los artistas más respaldados por sus instituciones."

-¿Cómo se contrapone o se equilibra ese apoyo estatal con la creación individual?

-Acabo de estar en el festival de teatro de Camagüey (provincia oriental), donde vi un gran teatro experimental que, si no fuera por una fuerte subvención estatal, no tendría la menor posibilidad de sobrevivir. Si tú lanzas contra el mercado ese tipo de manifestación, enseguida empieza a hacer concesiones, se adultera, pierde su sentido creativo, crítico...

-¿Y frente al Estado?

-El arte y la literatura que van a Guadalajara no son loas a la revolución, sobre todo la narrativa y el ensayo. Todo eso que hay ahí es un talento que expresa las contradicciones de nuestro proceso, las de la sociedad. En la muestra comercial hay mil 76 títulos de literatura cubana, la cual no es complaciente, sino de búsqueda, que refleja críticamente las contradicciones. El mercado es un censor mucho más terrible que el peor que haya existido en la época de Stalin. ¿Qué pasó con la canción de protesta estadunidense de los años 60? Cayó en la maquinaria del mercado, el cual anula lo que es crítico. Ahora, en Estados Unidos, el rap crítico, el que está atado a las raíces del movimiento, está en los circuitos alternativos, y como hay uno comercial, es el que se coloca en los grandes medios. Ahí existe un mecanismo bastante siniestro de adulteración del arte verdadero. En Estados Unidos, una obra crítica, como Fresa y chocolate, jamás se pone en las principales salas comerciales y se convierte en un hecho nacional. Estará en un festival de cine universitario, y estará metida en un agujero, donde la verán 10 personas, 100, 200... El arte crítico forma parte de la esencia de nuestra política. El arte de los jóvenes y esa capacidad experimental que tienen es una política que el Estado debe facilitar. Nunca dirigir el arte, nunca decirle al artista lo que tiene que hacer, nunca hacer el papel de vulgar censor, expurgando, extirpando esto, lo otro y, al mismo tiempo, tratar de fomentar una crítica desde el propio arte a las concesiones mercantiles, que a veces las tenemos.

-¿Cómo han logrado los creadores cubanos trabajar en un país con un conflicto como el que tiene Cuba con Estados Unidos, con un apremio económico agravado en los años recientes, pero también con la legítima voluntad de decir cosas, de hacer crítica y elaborar contenidos a veces distantes del gobierno, y que incomoden o de plano resulten corrosivos para ciertos sectores oficiales? Ya hubo aquel famoso quinquenio gris (primera mitad de los 70), ampliamente reconocido como un periodo de franco retroceso cultural.

-El clima político que existe entre los intelectuales y los artistas cubanos está en las bases de esta política cultural. Esa coyuntura de retroceso, que Ambrosio Fornet llamó el quinquenio gris, se superó por una política que parte de que los creadores tienen que sentirse protagonizando los procesos culturales, decidiendo la política cultural y en las instituciones. En los últimos tiempos ha habido discusiones a fondo. La gente se siente participando, y tenemos que lograr que ese sentimiento sea cada vez más sistemático. Los ejemplos de instituciones que no tuvieron quinquenio gris, que mantuvieron una política cultural brillante y siempre creadora son el Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos (ICAIC) y la Casa de las Américas. Son, digamos, los ejemplos que uno tiene que poner de instituciones que en ningún momento se burocratizaron. Y la clave para no burocratizarse fue haber colocado a los creadores en el centro de las decisiones. Es lo que tenemos que hacer. Es lo que estamos haciendo.

"Una de las cosas más siniestras que ocurrieron en el antiguo socialismo real, o llamado real, fue la desconfianza y el profundo prejuicio hacia los intelectuales. La idea de asociar al intelectual con el disidente, con el tipo extraño, con el presunto traidor, el tipo desleal, todas esas cosas terribles. En el fondo había un profundo prejuicio contra la cultura. ¿Qué pasó ahí con la vanguardia? ¿Qué era la Unión Soviética en el año 17? Un hervidero de creación en gráfica, en poesía, en cine. Era una cosa hermosísima. Eran las ideas más justas del mundo acompañadas por el más grande talento, que rompía los códigos, que estaba experimentando, pisando terrenos nuevos. Todo eso fue decapitado por una política absurda y autoritaria, que fue a buscar los modelos al realismo decimonónico. Y se inventó aquella cosa tan nociva del realismo socialista, con todas las consecuencias. Yo creo que la idea de tener siempre la vanguardia del arte junto a la revolución ha sido fundamental entre nosotros. Con todas las contradicciones, coyunturas y retrocesos, porque eso tampoco ha sido un camino fácil."

-Debe ser como caminar en el filo de la navaja, tener interés y ocasión para crear con un sentido crítico, con pensamiento propio, y coexistir al mismo tiempo con una entidad que, finalmente, es el gobierno, es una institución que tiene una perspectiva mucho más conservadora, porque es reflejo de un Estado, de un poder constituido...
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-Si sigues un poquito el itinerario de la Revolución cubana, te vas a dar cuenta de que nunca se ha burocratizado, porque cada vez que empieza a hacerlo el propio Fidel encabeza un movimiento antiburocrático y de renovación. Es decir, en la revolución misma hay un componente de herejía, que es esencial y que nos ha salvado de lo que hundió a aquella gente allá. La más grande herejía en el mundo contemporáneo es la Revolución cubana. Y es la voz de Cuba la voz más hereje, la más disidente. Pero la cultura ha sido, al propio tiempo, en su escala, guardián de esa herejía. El artista cubano, ese que tú dices que se puede sentir en una posición incómoda, al filo de la navaja, yo creo, primero, que siente hoy una gran confianza. Sabe que hay instituciones que son gobierno y que van a mantener con él una relación de total transparencia y de total respeto a su actividad creativa. Y segundo, su crítica la hace desde la revolución, desde ese espacio particular que le ofrece. Una crítica desde dentro. No es el francotirador. No es el tipo que desde fuera ironiza o ridiculiza. Es el tipo que se siente participando, de algún modo, en un proceso que quisiera que fuera superior, que fuera más justo, que estuviera más libre de taras y de traumas. Es un proceso que no se debe simplificar.

-La famosa consigna de Fidel...

-"Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada..."

-¿Sigue vigente? ¿se ha matizado? ¿se ha reformado?

-A ese discurso (ante una reunión de intelectuales en junio de 1961) yo le concedo una importancia enorme, porque marcó una diferencia sustancial con las políticas del socialismo europeo. Ya existía la declaración de Cuba como país socialista. Había preocupaciones entre los intelectuales de que aquí se aplicarían aquellas políticas. Había dudas de si se iba a restringir la libertad de creación y experimentación. Y de ese discurso a veces sólo se recuerda y se cita esa frase, pero vale la pena leerlo completo porque hace un llamado amplio a los escritores y artistas de todas las generaciones, y a los escritores y artistas de todos los credos ideológicos, incluso a los no revolucionarios, a sumarse a la gran obra educacional y cultural que se iba a emprender en el país. Es el año en el que se da la gran campaña para eliminar el analfabetismo. Establece una plataforma tan amplia para que la gente colabore, que a mí me parece que es como el cimiento de todo lo que hemos construido después.

"La vigencia de este discurso está en que es hoy el cimiento de todo. Pienso que hoy cada día es menos importante decir si eso está en la frontera de lo que vamos a permitir o no, porque no hay un libro presentado a una editorial que esté detenido por los llamados "problemas ideológicos" o de carácter político. No lo hay. Y en los últimos años yo no recuerdo una obra que haya sido detenida por una preocupación de carácter político ni alguna obra de teatro suspendida. No recuerdo una exposición de arte que se haya cerrado en los últimos tiempos. Se ha consolidado una política muy madura, donde esa herejía es absolutamente asumida como algo necesario y útil para esta sociedad."

-Las instituciones cubanas, ¿han aprendido a convivir?

-Esta madurez de la que hablo es de las instituciones de la cultura. Y por supuesto, se va extendiendo por toda la sociedad. Hay obras que fueron muy polémicas hace algunos años, que hoy no asombrarían a nadie. Incluso no sólo porque fueran crítica política, sino por cuestiones morales, obras que se consideraron muy agresivas o con elementos de mucha ruptura, desnudos en el teatro... hay segmentos en el público que reaccionan de manera más conservadora, sectores que se pueden sentir ofendidos, pero en general se ha ido consolidando una madurez en la recepción del arte crítico y del más experimental.

-¿Cuál es la relación con los autores emigrados?

-Hace muchos años, desde los 80, hay una política editorial que busca colocar autores emigrados en la literatura cubana, mediante la evaluación de su aporte en términos artísticos cubanos. Nos sentimos responsables de la totalidad de la cultura cubana, se produzcan las obras donde se produczan. Hoy aquí se conoce mejor la obra de los artistas y escritores emigrados, que en Miami, por ejemplo. En el Museo Nacional, en las salas contemporáneas, está la obra de los artistas emigrados, expuesta con total jerarquía. Es una política cultural madura, fundada en claros criterios de reconocer el aporte de un creador a una cultura nacional.

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