MANUEL ALVAREZ BRAVO, 1902-2002
Imágenes y palabras
Diego Rivera
Fotopoesía sin claroscuros
La
poesía discreta y profunda, la ironía desesperada y fina,
emanan de las fotos de Manuel Alvarez Bravo, a modo de las partículas
suspendidas en el aire, que hacen visible un rayo de luz penetrando en
un cuarto obscuro.
Las partículas emotígenas llegan hasta nosotros
en vuelo lento y continuo, poco a poco nos saturan.
No se trata nunca de una descarga electrónica instantánea
y violenta.
Ni chispa ni relámpago, ni blancos ni negros violentos,
ni líneas luyentes a toda velocidad.
Es una lluvia tenue, continua y menuda que empapa paulatinamente
nuestros nervios y penetra hasta la médula de nuestros huesos.
Por eso la Fotopoesía de Manuel no usa claroscuros
a toda orquesta, ni negros ni blancos; ni siquiera cuando dialoga con la
muerte o nos ofrece el perfume espléndido del derrama de sangre
caliente.
Establece analogías de formas ricas de toda pureza
plásticoemocional.
Sabe dar a la imagen producida a través de la cámara
un exacto valor de sueño, con una utilería enteramente desprovista
de grandilocuencia y pomposidad.
Con limpia sobriedad de elementos, sin violencia de línea,
sombra o luz; sin gestos de miembros o visajes, dentro del entrañable
envoltorio de hilachos que cubren la vida, expresa toda la lucha y las
tragedias de clase de los años y los días.