Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 20 de octubre de 2002
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Cultura
MANUEL ALVAREZ BRAVO, 1902-2002

El mejor homenaje, descubrir todo aquello que capturó, expresa Monsiváis

Pesar entre artistas e intelectuales por el deceso del fotógrafo de la identidad

Fue generoso maestro que enseñó con humildad y erudición, recuerda Héctor García

Era tal su vínculo con la cámara que hasta el final debió pensar en ella: Raquel Tibol

ARTURO JIMENEZ Y ERICKA MONTAÑO

Autor de una obra sólo conocida de manera parcial, quizá el responsable mayor del paso de la fotografía al estatus de arte, guía y maestro de su gremio, uno de los más grandes artistas del México del siglo XX, enorme paisajista, hombre cuya obra, por su calidad, se acerca a la pintura o al grabado y miglior fabbro de la fotografía en el país, son algunas de las descripciones que artistas, escritores e intelectuales utilizan para dibujar a Manuel Alvarez Bravo, conocido por todos como "el fotógrafo de la identidad mexicana".

Carlos Monsiváis, escritor: Manuel Alvarez Bravo es el autor de una obra extraordinaria que sólo se conoce de modo fragmentario. Por más libros que se hayan publicado en los años recientes y por más exposiciones, siempre hay un mundo por descubrir. Pero también es quizá el responsable mayor del cambio de estatus de la fotografía en México, que de una actividad técnica con aciertos estéticos pasó a ser un arte que ahora se ha convertido ya también en uno de los elementos del mercado, en una de las artes importantes que además convoca a miles de jóvenes. En todo el mundo hay jóvenes que en este momento están intentando la fotografía como trabajo artístico, cultural, como modo de expresión personalísimo. Y uno de los clásicos es Alvarez Bravo. El también fue el impulsor de la fotografía como perteneciente ya al registro museográfico. Organizó la gran colección que estaba destinada a un museo y que ahora está más o menos en bodega, aunque algunas veces se prestan fotos de esa colección para exposiciones. Alvarez Bravo fue un hombre que cubrió fotográficamente todo lo que fue importante en la primera mitad del siglo XX, y todavía dos décadas después, y que durante más de ochenta años se dedicó a ver de un modo asombroso. Ahora muchas de sus fotos son clásicas y pertenecen al acervo visual de todos los mexicanos y de todos los interesados en la fotografía en el mundo entero. Pero, insisto, esa condición de clásico de la fotografía es una apreciación parcial en la medida en que nos falta mucho por conocer de su trabajo, igualmente clásico e importante pero que se ha, por así decirlo, arrinconado en función de sus grandes fotos: La buena reputación duerme, El obrero asesinado, etcétera. El mejor homenaje a Alvarez Bravo será ir descubriendo todo aquello que él fotografió: las obras de arte, los distintos registros de la naturaleza, del paisaje, de las personas, del mundo indígena, o por ejemplo su trabajo de foto fija en el cine mexicano. Ha sido una vida cumplida, logradísima, fértil. Se le reconoció como clásico en vida y él, con sencillez, con modestia y con una enorme inteligencia, respondió a los homenajes de la mejor manera. Continuó su trabajo sin importarle lo que se decía de él y sólo interesándole los alcances de su mirada.

Héctor García, fotógrafo: Tengo en el corazón una gran pena por mí, por México y por el mundo. Ha desaparecido de su imagen física uno de los más grandes espíritus en este momento en México y en el mundo que nos dio un arte maravilloso y depurado. Los fotógrafos y los mexicanos teníamos un guía inmenso, además de todos los descubrimientos que hizo en el orden humano, artístico, social, filosófico. Es un hombre que es maestro de los surrealistas, por decir algo. En el mundo artístico era y es uno de los mayores artistas de México junto con José Clemente Orozco y después hay una pléyade como Rivera, Siqueiros, Frida Kalho, Tina Modotti, Edward Weston, fotógrafo estadunidense que lo reconoció como uno de los creadores más importantes del mundo por allá de los veinte o treinta. Alvarez Bravo fue muy generoso pasó más de la mitad de su vida en las aulas dando su conocimiento pero con una generosidad y humildad y con un gran humor y un gran conocimiento en la historia del arte, de la humanidad. Quienes tuvimos la dicha y la suerte de ser directamente sus alumnos somos muy completos como fotógrafos, creadores y artistas, porque él nos dio todo el saber de la fotografía, del oficio que es maravilloso como puede ser el de los que hacen joyas o de los que hacen grandes edificios o que crean sinfónicas u óperas. Es un artista mayor.

Raquel Tibol, crítica de arte: Lo destacable en un artista tan longevo como Manuel Alvarez Bravo es el anhelo y la pasión de seguir trabajando hasta el último suspiro. Supongo que en el último momento de lucidez debe haber pensado en una cámara. Y no lo digo en un sentido cursi, sino que estaba tan ligado a la cámara. Era tanto el palpitar de su vida en torno a la toma de una fotografía, que incluso cuando tuvo problemas con la mano derecha y la llevó enguantada mucho tiempo se esforzó por seguir tomando fotos. El arte de Manuel Alvarez Bravo es conocido mundialmente y ha tenido exposiciones en prácticamente todo el planeta. Con el correr de algunas décadas se volverá a realizar un análisis de su obra. Con cierto distanciamiento, ¿a qué Alvarez Bravo prefiero? Al paisajista. De todos los temas que ha tocado, el que más me llega a mí como ojo de fotógrafo, más que sus aforismos o sus metáforas visuales, el que más conmueve es su ojo de paisajista.

José Luis Cuevas, pintor: Manuel Alvarez Bravo fue uno de los grandes artistas de México. Su obra se proyectó internacionalmente. En mis constantes viajes, las personas con las que trataba, todas ellas relacionadas con la cultura, me preguntaban por ese gran mexicano que fue Manuel Alvarez Bravo. Ha muerto ahora a una edad muy avanzada. Cumplió los 100 años y en febrero hubiera cumplido uno más. Lo conocí e incluso tuve el privilegio de ser retratado por él. De alguna manera esperaba su fallecimiento porque era ya muy viejo. Pero no dejé de sorprenderme cuando esta mañana me enteré de su muerte. El permanecerá a través de su obra. Sus fotografías clásicas colocaron a este artista al mismo nivel de los grandes fotógrafos del siglo XX. Pienso en Henri Cartier Bresson y otros. Con su muerte se cierra una época de la fotografía y del arte en México. Fue el último grande del arte mexicano, con un hondo sentido nacionalista. Dejó escuela y alumnos muy talentosos, como Graciela Iturbide y muchos más. Desde el punto de vista de la plástica, frente a la obra fotográfica de Alvarez Bravo tiene uno la constancia de que podrían haber sido imágenes pintadas o grabadas. Son imágenes impactantes. Y ahora, al enterarnos de su muerte, empezamos a evocarlas. En algunos momentos estuvo vinculado al surrealismo, en los años cuarenta. Tan surrealista fue él en sus imágenes sobre México como lo pudo haber sido Luis Buñuel en las imágenes que nos dejó en películas como Los olvidados. En fin, su obra queda ya para la posteridad.

Hugo Gutiérrez Vega, poeta: Ha muerto el miglior fabbro (el mejor artesano) de la literatura y de la fotografía mexicanas. Al utilizar ese término recuerdo lo que Eliot decía de Ezra Pound, pues don Manuel hizo literatura con la cámara de la mejor manera posible. Todos los temas los trató desde una perspectiva originalísima, manifestó su preocupación social, la voluntad plástica, su amor por los objetos, por la belleza de las sombras y de las luces. Fue maestro de varias generaciones y nos dejó el testimonio de uno de los momentos históricos de nuestro país. Recuerdo en este momento dos fotografías de don Manuel: El obrero asesinado, que es una de las más dramáticas y en la que su preocupación social y humana se plasma a través del arte fotográfico. La otra, muy sencilla, es la de un borrego muerto en un mercado, una de las más tristes en la que la idea de la muerte, de lo inanimado, tiene una fuerza expresiva incontrastable.

Pedro Meyer, fotógrafo: Es un ejemplo de una vida rica en donde tuvo la oportunidad de ver desde lo que ocurrió hace cien años hasta estos últimos tiempos. A lo largo de su vida fue muy productivo, creo que es envidiable la oportunidad de una vida tan rica y productiva. Qué bueno que se le pudo hacer un homenaje en vida y que tuvo la oportunidad de gozarlo con salud y lúcido. Hay una cosa curiosa y es que los fotógrafos de alguna manera son muy longevos, es una profesión que contribuye a que sean productivos toda su vida, tienen la posibilidad de estar activos y productivos hasta edades avanzadas. En otras actividades las personas se retiran a los 60 años y que eso los entristece. Tener esa calidad de vida que tienen los fotógrafos. Podemos estar contentos de haber podido festejar con don Manuel sus cien años. Siento que estamos frente a un gran maestro y una obra de vida y no nada más una obra de fotografía.

Sergio Pitol, escritor: Don Manuel Alvarez Bravo deja a México un ejemplo de excelencia en el trabajo, de continuidad, de enseñanza a muchos jóvenes. Se inició a principios de los 20 y desde el primer momento su producción se diferenció de los otros fotógrafos. La composición de cualquiera de sus fotografías es diferente de las de otros artistas. Su ojo encontró ángulos y asociaciones entre objetos y personajes muy diferentes, eso fue lo que le llamó la atención a los poetas de la revista Contemporáneos. Xavier Villaurrutia escribió en esa revista a finales de los años 20 algunos textos sobre la originalidad de ese hombre, de ese artista. Los surrealistas en especial André Bretón consideraban que esta obra fotográfica estaba muy cerca de la poética del surrealismo y en efecto, así era. En una ocasión en París, después de haber inaugurado una extraordinaria exposición retrospectiva fuimos a cenar con otros amigos, con su familia y le oí decir que una de las grandes enseñanzas que recibió como fotógrafo fue hacer fotografía de los cuadros, de la pintura de caballete y de los murales de los tres grandes muralistas y de muchos otros magníficos pintores. Porque eso le enseñó a crear la forma y la construcción de elementos plásticos. Siendo muy joven fue auspiciado por Tina Modotti y Weston quienes fueron quizá los primeros fotógrafos que descubrieron todo lo innovador que fue este gran personaje que perdemos este día.

José Antonio Rodríguez, crítico de arte: Alvarez Bravo fue un fotógrafo que aprendió rápidamente del lenguaje moderno de la fotografía, un lenguaje que instauró y plantearon en México Edward Weston y Tina Modotti. Weston, a quien nunca conoció en persona, planteó a título personal una nueva gramática de la fotografía, una gramática mucho más moderna, y después Tina Modotti se queda y se vuelve el gran puente entre Weston y la vanguardia fotográfica mexicana, una vanguardia integrada por muy pocos fotógrafos Agustín Jiménez, Aurora Eugenia Latapí y el mismo Alvarez Bravo. La presencia y el trabajo de Alvarez Bravo no se puede entender, no se debe descontextualizar del grupo al que perteneció. Hace 12 años, cuando cumplió 90 años, hice una exposición en el museo de Arte Moderno y que se llamó Manuel Alvarez Bravo 1925 y 1945 los años decisivos, ese es el gran periodo de su trabajo, podemos definirlo como un trabajo profundamente moderno y vanguardista que transformó la fotografía en México durante este periodo. Ganamos con su presencia, hay que matizar muchas cosas con él se ha mitificado mucho su figura, creo que es un gran fotógrafo mexicano pero también tiene periodos débiles como las décadas de los 50 y 60, al instaurar un lenguaje moderno se vuelve como la gran figura de la fotografía mexicana, pero esa gran figura no la debemos de dejar de entender sin la generación a la que perteneció, hay que entenderlo como integrante de una generación vanguardista y se vuelve la figura patriarcal cuando muchos fotógrafos jóvenes voltean hacia él.

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