MANUEL ALVAREZ BRAVO, 1902-2002
El mejor homenaje, descubrir todo aquello que capturó,
expresa Monsiváis
Pesar entre artistas e intelectuales por el deceso
del fotógrafo de la identidad
Fue generoso maestro que enseñó con humildad
y erudición, recuerda Héctor García
Era tal su vínculo con la cámara que hasta
el final debió pensar en ella: Raquel Tibol
ARTURO JIMENEZ Y ERICKA MONTAÑO
Autor de una obra sólo conocida de manera parcial,
quizá el responsable mayor del paso de la fotografía al estatus
de arte, guía y maestro de su gremio, uno de los más grandes
artistas del México del siglo XX, enorme paisajista, hombre cuya
obra, por su calidad, se acerca a la pintura o al grabado y miglior
fabbro de la fotografía en el país, son algunas de las
descripciones que artistas, escritores e intelectuales utilizan para dibujar
a Manuel Alvarez Bravo, conocido por todos como "el fotógrafo de
la identidad mexicana".
Carlos Monsiváis, escritor: Manuel Alvarez
Bravo es el autor de una obra extraordinaria que sólo se conoce
de modo fragmentario. Por más libros que se hayan publicado en los
años recientes y por más exposiciones, siempre hay un mundo
por descubrir. Pero también es quizá el responsable mayor
del cambio de estatus de la fotografía en México, que de
una actividad técnica con aciertos estéticos pasó
a ser un arte que ahora se ha convertido ya también en uno de los
elementos del mercado, en una de las artes importantes que además
convoca a miles de jóvenes. En todo el mundo hay jóvenes
que en este momento están intentando la fotografía como trabajo
artístico, cultural, como modo de expresión personalísimo.
Y uno de los clásicos es Alvarez Bravo. El también fue el
impulsor de la fotografía como perteneciente ya al registro museográfico.
Organizó la gran colección que estaba destinada a un museo
y que ahora está más o menos en bodega, aunque algunas veces
se prestan fotos de esa colección para exposiciones. Alvarez Bravo
fue un hombre que cubrió fotográficamente todo lo que fue
importante en la primera mitad del siglo XX, y todavía dos décadas
después, y que durante más de ochenta años se dedicó
a ver de un modo asombroso. Ahora muchas de sus fotos son clásicas
y pertenecen al acervo visual de todos los mexicanos y de todos los interesados
en la fotografía en el mundo entero. Pero, insisto, esa condición
de clásico de la fotografía es una apreciación parcial
en la medida en que nos falta mucho por conocer de su trabajo, igualmente
clásico e importante pero que se ha, por así decirlo, arrinconado
en función de sus grandes fotos: La buena reputación duerme,
El
obrero asesinado, etcétera. El mejor homenaje a Alvarez Bravo
será ir descubriendo todo aquello que él fotografió:
las obras de arte, los distintos registros de la naturaleza, del paisaje,
de las personas, del mundo indígena, o por ejemplo su trabajo de
foto fija en el cine mexicano. Ha sido una vida cumplida, logradísima,
fértil. Se le reconoció como clásico en vida y él,
con sencillez, con modestia y con una enorme inteligencia, respondió
a los homenajes de la mejor manera. Continuó su trabajo sin importarle
lo que se decía de él y sólo interesándole
los alcances de su mirada.
Héctor
García, fotógrafo: Tengo en el corazón una gran
pena por mí, por México y por el mundo. Ha desaparecido de
su imagen física uno de los más grandes espíritus
en este momento en México y en el mundo que nos dio un arte maravilloso
y depurado. Los fotógrafos y los mexicanos teníamos un guía
inmenso, además de todos los descubrimientos que hizo en el orden
humano, artístico, social, filosófico. Es un hombre que es
maestro de los surrealistas, por decir algo. En el mundo artístico
era y es uno de los mayores artistas de México junto con José
Clemente Orozco y después hay una pléyade como Rivera, Siqueiros,
Frida Kalho, Tina Modotti, Edward Weston, fotógrafo estadunidense
que lo reconoció como uno de los creadores más importantes
del mundo por allá de los veinte o treinta. Alvarez Bravo fue muy
generoso pasó más de la mitad de su vida en las aulas dando
su conocimiento pero con una generosidad y humildad y con un gran humor
y un gran conocimiento en la historia del arte, de la humanidad. Quienes
tuvimos la dicha y la suerte de ser directamente sus alumnos somos muy
completos como fotógrafos, creadores y artistas, porque él
nos dio todo el saber de la fotografía, del oficio que es maravilloso
como puede ser el de los que hacen joyas o de los que hacen grandes edificios
o que crean sinfónicas u óperas. Es un artista mayor.
Raquel Tibol, crítica de arte: Lo destacable
en un artista tan longevo como Manuel Alvarez Bravo es el anhelo y la pasión
de seguir trabajando hasta el último suspiro. Supongo que en el
último momento de lucidez debe haber pensado en una cámara.
Y no lo digo en un sentido cursi, sino que estaba tan ligado a la cámara.
Era tanto el palpitar de su vida en torno a la toma de una fotografía,
que incluso cuando tuvo problemas con la mano derecha y la llevó
enguantada mucho tiempo se esforzó por seguir tomando fotos. El
arte de Manuel Alvarez Bravo es conocido mundialmente y ha tenido exposiciones
en prácticamente todo el planeta. Con el correr de algunas décadas
se volverá a realizar un análisis de su obra. Con cierto
distanciamiento, ¿a qué Alvarez Bravo prefiero? Al paisajista.
De todos los temas que ha tocado, el que más me llega a mí
como ojo de fotógrafo, más que sus aforismos o sus metáforas
visuales, el que más conmueve es su ojo de paisajista.
José Luis Cuevas, pintor: Manuel Alvarez
Bravo fue uno de los grandes artistas de México. Su obra se proyectó
internacionalmente. En mis constantes viajes, las personas con las que
trataba, todas ellas relacionadas con la cultura, me preguntaban por ese
gran mexicano que fue Manuel Alvarez Bravo. Ha muerto ahora a una edad
muy avanzada. Cumplió los 100 años y en febrero hubiera cumplido
uno más. Lo conocí e incluso tuve el privilegio de ser retratado
por él. De alguna manera esperaba su fallecimiento porque era ya
muy viejo. Pero no dejé de sorprenderme cuando esta mañana
me enteré de su muerte. El permanecerá a través de
su obra. Sus fotografías clásicas colocaron a este artista
al mismo nivel de los grandes fotógrafos del siglo XX. Pienso en
Henri Cartier Bresson y otros. Con su muerte se cierra una época
de la fotografía y del arte en México. Fue el último
grande del arte mexicano, con un hondo sentido nacionalista. Dejó
escuela y alumnos muy talentosos, como Graciela Iturbide y muchos más.
Desde el punto de vista de la plástica, frente a la obra fotográfica
de Alvarez Bravo tiene uno la constancia de que podrían haber sido
imágenes pintadas o grabadas. Son imágenes impactantes. Y
ahora, al enterarnos de su muerte, empezamos a evocarlas. En algunos momentos
estuvo vinculado al surrealismo, en los años cuarenta. Tan surrealista
fue él en sus imágenes sobre México como lo pudo haber
sido Luis Buñuel en las imágenes que nos dejó en películas
como Los olvidados. En fin, su obra queda ya para la posteridad.
Hugo Gutiérrez Vega, poeta: Ha muerto el
miglior
fabbro (el mejor artesano) de la literatura y de la fotografía
mexicanas. Al utilizar ese término recuerdo lo que Eliot decía
de Ezra Pound, pues don Manuel hizo literatura con la cámara de
la mejor manera posible. Todos los temas los trató desde una perspectiva
originalísima, manifestó su preocupación social, la
voluntad plástica, su amor por los objetos, por la belleza de las
sombras y de las luces. Fue maestro de varias generaciones y nos dejó
el testimonio de uno de los momentos históricos de nuestro país.
Recuerdo en este momento dos fotografías de don Manuel: El obrero
asesinado, que es una de las más dramáticas y en la que
su preocupación social y humana se plasma a través del arte
fotográfico. La otra, muy sencilla, es la de un borrego muerto en
un mercado, una de las más tristes en la que la idea de la muerte,
de lo inanimado, tiene una fuerza expresiva incontrastable.
Pedro Meyer, fotógrafo: Es un ejemplo de
una vida rica en donde tuvo la oportunidad de ver desde lo que ocurrió
hace cien años hasta estos últimos tiempos. A lo largo de
su vida fue muy productivo, creo que es envidiable la oportunidad de una
vida tan rica y productiva. Qué bueno que se le pudo hacer un homenaje
en vida y que tuvo la oportunidad de gozarlo con salud y lúcido.
Hay una cosa curiosa y es que los fotógrafos de alguna manera son
muy longevos, es una profesión que contribuye a que sean productivos
toda su vida, tienen la posibilidad de estar activos y productivos hasta
edades avanzadas. En otras actividades las personas se retiran a los 60
años y que eso los entristece. Tener esa calidad de vida que tienen
los fotógrafos. Podemos estar contentos de haber podido festejar
con don Manuel sus cien años. Siento que estamos frente a un gran
maestro y una obra de vida y no nada más una obra de fotografía.
Sergio Pitol, escritor: Don Manuel Alvarez Bravo
deja a México un ejemplo de excelencia en el trabajo, de continuidad,
de enseñanza a muchos jóvenes. Se inició a principios
de los 20 y desde el primer momento su producción se diferenció
de los otros fotógrafos. La composición de cualquiera de
sus fotografías es diferente de las de otros artistas. Su ojo encontró
ángulos y asociaciones entre objetos y personajes muy diferentes,
eso fue lo que le llamó la atención a los poetas de la revista
Contemporáneos.
Xavier Villaurrutia escribió en esa revista a finales de los años
20 algunos textos sobre la originalidad de ese hombre, de ese artista.
Los surrealistas en especial André Bretón consideraban que
esta obra fotográfica estaba muy cerca de la poética del
surrealismo y en efecto, así era. En una ocasión en París,
después de haber inaugurado
una extraordinaria exposición
retrospectiva fuimos a cenar con otros amigos, con su familia y le oí
decir que una de las grandes enseñanzas que recibió como
fotógrafo fue hacer fotografía de los cuadros, de la pintura
de caballete y de los murales de los tres grandes muralistas y de muchos
otros magníficos pintores. Porque eso le enseñó a
crear la forma y la construcción de elementos plásticos.
Siendo muy joven fue auspiciado por Tina Modotti y Weston quienes fueron
quizá los primeros fotógrafos que descubrieron todo lo innovador
que fue este gran personaje que perdemos este día.
José Antonio Rodríguez, crítico
de arte: Alvarez Bravo fue un fotógrafo que aprendió
rápidamente del lenguaje moderno de la fotografía, un lenguaje
que instauró y plantearon en México Edward Weston y Tina
Modotti. Weston, a quien nunca conoció en persona, planteó
a título personal una nueva gramática de la fotografía,
una gramática mucho más moderna, y después Tina Modotti
se queda y se vuelve el gran puente entre Weston y la vanguardia fotográfica
mexicana, una vanguardia integrada por muy pocos fotógrafos Agustín
Jiménez, Aurora Eugenia Latapí y el mismo Alvarez Bravo.
La presencia y el trabajo de Alvarez Bravo no se puede entender, no se
debe descontextualizar del grupo al que perteneció. Hace 12 años,
cuando cumplió 90 años, hice una exposición en el
museo de Arte Moderno y que se llamó Manuel Alvarez Bravo 1925
y 1945 los años decisivos, ese es el gran periodo de su trabajo,
podemos definirlo como un trabajo profundamente moderno y vanguardista
que transformó la fotografía en México durante este
periodo. Ganamos con su presencia, hay que matizar muchas cosas con él
se ha mitificado mucho su figura, creo que es un gran fotógrafo
mexicano pero también tiene periodos débiles como las décadas
de los 50 y 60, al instaurar un lenguaje moderno se vuelve como la gran
figura de la fotografía mexicana, pero esa gran figura no la debemos
de dejar de entender sin la generación a la que perteneció,
hay que entenderlo como integrante de una generación vanguardista
y se vuelve la figura patriarcal cuando muchos fotógrafos jóvenes
voltean hacia él.