Sus letras de siempre, sin metáforas
y directas
Hombres G ofreció dos horas de rock suave
en el Auditorio Nacional
ARTURO CRUZ BARCENAS
"Te quiero, te quiero, te quiero...". Y otra vez: "Te
quiero...". Es la receta que los Hombres G aplicaron varias veces la noche
del pasado jueves en el Auditorio Nacional, en su concierto de la gira
Peligrosamente juntos, título de su nuevo disco, cuyos temas
se escuchan igual que los de sus primeras producciones.
El
foro de Reforma se llenó hasta el tope; un encore del grupo
español que enfrentó la censura por algunas de las letras
de sus canciones, pues citaban mamón, que en los 80 atentaba contra
los oídos castos, a las buenas conciencias. "¡La vamos a pasar
de puta madre!", advirtió David Summers, vocalista y líder
del conjunto cuyas letras son directas, llanas, sin metáforas. Para
decir lo siento digo lo siento; para pronunciar te quiero, levanto la voz
y menciono te quiero. No hay paráfrasis.
En la tautología no hay ripios ni consonancias,
si acaso corazón puede rimar imperfectamente con emoción.
"Sufre, mamón, devuélveme a mi chica, o te retorcerás
entre polvos pica-pica". Como si fuera hace casi 20 años, en los
80, el público reaccionó. Muchas de sus piezas comienzan
como una balada de Juan Gabriel, pero acaban con un ritmo donde uno se
pregunta por qué el crescendo tipo Ricardito, o algo así.
Muchos de los asistentes vivieron su juventud en los años
80 y sus primeros excesos en borracheras, en juergas de recibir las mañanas,
los amaneceres, los primeros besos, los primeros abandonos. El jueves llevaron
a sus hijos para que se deleitaran con la música de sus ayeres no
lejanos. Hoy trabajan y tienen responsabilidades y las letras y los ritmos
ligeros de los Hombres G les hacen revivir sentimientos, hallar ecos de
lo que fueron y son.
Hay un público para todo y para todo hay público.
Los Hombres G han logrado encajar en el gusto de las nuevas generaciones
porque los mensajes son los mismos, y las exigencias también. Nada
de reflexionar en demasía; se trata de sentir, de transmitir subjetividades,
ha señalado el dueto Sin Bandera, que explota el romanticismo sin
más. Desde la primera rola de los Getas, titulada Lo noto,
algunos de los iniciados en la música de los denominados Beatles
Latinos, preguntaron si era del primero o del último disco.
Esa pieza podría formar parte de cualquiera de ellos, o de los intermedios.
En los años 80 era fácil creerse rebelde
y cantar Venecia. Hacer que la guitarra lance alaridos a gran velocidad
no implica crear rock. Los Hombres G no son gruesos. Su pop asimilable
se remarca en Martha tiene un marcapasos o Visite nuestro bar.
Esta la dedicó Summers a todos los borrachos de México. Tal
es su humor. En la tautología, amor es extrañarte, y esto
es no tenerte. Cantan Solo otra vez, que no interpretaban desde
hace 15 años. De la balada rítmica al acelere, al cierre
de ojos, para reflejar lo grueso, lo prendido, el sentir de la música.
Es la idea de Peter Frampton: hacer más ademanes, hacer como que
se es roquero..
Todo es en G y en el Auditorio hubo gritos, guitarrazos,
gente gustosa, ganadores... Para brincar con Si yo no te tengo a ti
y Suéltate el pelo. En la frase de "suéltate el pelo
y luego si quieres el sujetador", una dama se quitó el brasier y
lo aventó hacia Summers, pero la prenda fue a caer cerca del personal
de seguridad. Le faltó tino. Se escucha El ataque de las chicas
cocodrilo, Indiana Jones, Temblando... Hasta Venecia, la más
solicitada, en la que Javi, el baterista, se echa su solo como de ópera
popera.
Así transcurrieron dos horas de un rock, si puede
llamársele así, muy suave, de ese que no perturba, que deja
dormir, para salir del Auditorio e irse a tomar un cafecito con pastel.
Los Hombres G gustaron, ganaron, gritaron. El público les dio las
gracias.
Hombres G: David Summers, Rafael Gutiérrez, Daniel
Mezquita y Francisco Javier Molina.