Se reunirán en Los Cabos la próxima semana
Putin definirá su posición en torno a Bagdad luego de negociar con Bush
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 16 de octubre. Rusia acude al debate público acerca de Irak que comenzó este miércoles en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dispuesta a adoptar una nueva resolución que facilite la labor de los inspectores de armas, pero rechaza la exigencia de Estados Unidos de establecer un vínculo automático entre el incumplimiento de su ultimátum y el uso de la fuerza contra el régimen de Saddam Hussein.
De este modo, en los intensos sondeos diplomáticos que llevan a cabo desde hace semanas los miembros permanentes y temporales del Consejo, Moscú parece no haber encontrado eco a su idea de que resulta innecesaria una resolución adicional de la ONU respecto de Irak, aunque insiste en que la clave está en el regreso inmediato de la misión de UNMOVIC, como se conoce por sus siglas en inglés a la Comisión de Monitoreo, Verificación e Inspección de Naciones Unidas.
Con ello, durante este debate público que servirá para conocer el punto de vista de los 15 miembros del Consejo y del más de medio centenar de países inscritos para intervenir, Rusia probablemente asuma un discurso similar a la propuesta de Francia, que favorece un enfoque escalonado.
Todo parece indicar que Moscú, frente a la drástica iniciativa de Washington y Londres que incluye condiciones incumplibles para Bagdad, se inclina por la tesis de París de que una operación militar para derrocar a Hussein podría contar con el aval del Consejo de Seguridad sólo después de que los inspectores presenten un reporte de conclusiones.
Sin embargo, Moscú ha sido muy cuidadoso en no cancelar ninguna opción. Como en los tiempos soviéticos en que cada pequeño detalle tenía un gran significado, también ahora es indispensable descifrar, a partir de gestos y señales confusas, las intenciones del Kremlin.
Salta a la vista que Rusia utiliza a funcionarios de diferente nivel al referirse, sea abierta o tangencialmente, a las propuestas de Francia y de Estados Unidos.
En el primer caso es el propio presidente Vladimir Putin quien anuncia la disposición de adoptar una nueva resolución del Consejo, si bien no llega todavía a precisar los términos de dicho documento. Lo hizo hace unos días al oficiar de anfitrión del primer ministro británico, Tony Blair, y lo volvió a hacer hoy al recibir aquí al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, el cual realizó una visita de apenas dos horas de duración.
En el segundo caso, al rechazar el ultimátum contenido en el proyecto de resolución de Estados Unidos y Gran Bretaña, el vocero de Rusia es invariablemente un viceministro de Relaciones Exteriores. Tampoco fue la excepción este miércoles y le tocó desempeñar el papel de duro a Yuri Fedotov, quien dijo que Rusia no va a apoyar un texto "inaceptable".
Al ligar los resultados de la entrevista de Putin y Berlusconi con las declaraciones de Fedotov, lo único que puede afirmarse es que parece que el Kremlin se inclina por la variante francesa. Y sólo parece porque, en el fondo, Rusia definirá su posición hasta que Putin y Bush negocien a finales de la semana próxima en Los Cabos, Baja California.
Dicho de otra manera, y no sería raro que Estados Unidos haga esa lectura, en dependencia de qué acuerdos alcancen los presidentes, a nadie va a importar lo que afirmaba 10 días antes un funcionario ruso de jerarquía menor. Además, no debe descartarse que, en México, Putin y Bush convengan en sacar adelante un proyecto de resolución menos categórico que el actual.
Que todavía queda mucho por negociar lo recordó el secretario estadunidense de Estado, Colin Powell, en un extenso artículo sobre la relación bilateral, publicado hoy casualmente en el diario Nezavisimaya Gazeta.
El mensaje de Powell es muy claro: "Compartimos (con Rusia) el objetivo estratégico de liquidar el armamento de exterminio masivo que tiene Irak. Y juntos trabajamos para resolver esta tarea", anota antes de expresar el convencimiento de que es factible adoptar una nueva resolución que considere "ciertas consecuencias en caso de que Irak renuncie a cumplir sus obligaciones".
Repite el planteamiento ya conocido de que nada detendrá a Estados Unidos en su afán de desarmar a Irak, pero también ofrece un anticipo de lo que espera a Rusia en el caso de que opte por ejercer su derecho al veto en la ONU: la "alianza estratégica" puede terminarse. Por lo pronto, Powell manifestó gran preocupación por la cooperación rusa con Irán y por la guerra de Chechenia.
En cambio, el jefe de la diplomacia estadunidense no escatima adjetivos para describir las perspectivas que se abren cuando Rusia y Estados Unidos dejan de luchar por áreas de influencia y sueña con el día en que la relación bilateral tenga por eje la economía, el comercio y las inversiones. El palo y la zanahoria, para variar.