Nora Patricia Jara
Cero tolerancia y educación
El ex alcalde más querido de Nueva York, Rudolph Giuliani, realizará un diagnóstico de la criminalidad en la ciudad de México y propondrá posibles soluciones con base en su reconocida política de Cero tolerancia para combatir con éxito la delincuencia, aunque para ello se hayan violado los derechos humanos de poblaciones afrocaribeñas e hispanas que habitan en la urbe de hierro.
Los programas de Cero tolerancia comenzaron en la era del presidente Ronald Reagan, quien tuvo que enfrentar severos índices delictivos a causa de la violencia callejera. Luego de dos décadas de combatir secuestros y enfrentar a las mafias del contrabando, las policías de ciudades como Washington y Nueva York fueron fuertemente armadas y entrenadas para ejecutar acciones de inteligencia y resolución de conflictos privilegiando el uso de la fuerza. En ese tiempo la capital estadunidense se reveló como la ciudad más peligrosa de ese país, debido a las mafias del narcotráfico que se habían apoderado de sus calles.
Medidas enérgicas, como restringir la circulación a los jóvenes menores de 16 años por las avenidas céntricas luego de las 10 de la noche, junto con la prohibición de venta de licor, también con determinados horarios, y el inicio de una campaña a largo plazo para crear generaciones de no fumadores, se llevaron a cabo como parte de los programas policiacos, al grado de sancionar en distritos enteros el consumo de tabaco, así como en el sector financiero. Al tiempo que en las escuelas se emprendieron acciones para inculcar a las futuras generaciones el rechazo a las adicciones, considerando fumar como una adicción peligrosa que lleva a otras formas de dependencia, derivando en la drogadicción.
Además se emprendieron políticas de desarme que encararon a la poderosa Asociación Nacional del Rifle, que llevó el caso a las cortes y las cámaras del país, fallando casi siempre a favor del derecho de todo hombre de poseer un arma para su defensa y protección. Y bueno, los resultados los vemos en la violencia que se presenta en las escuelas de esa nación y entre su población; en estos días la policía de Washington busca a un francotirador anónimo que ha cobrado la vida de varias personas.
Poco a poco la sociedad estadunidense ha avanzado en el tratamiento de la violencia que ellos generan, en la ola de secuestros de los 70 los neoyorquinos cambiaron sus hábitos cotidianos para evitar al máximo la posibilidad de ser víctimas de ese delito, se puso en auge la promoción de una cultura por la seguridad; sin embargo, junto con ésta se fortalecieron y ampliaron las organizaciones policiacas que emprendieron con la aprobación de las clases medias y altas ofensivas brutales contra las bandas de jóvenes de los barrios negros y los ciudadanos hispanos y asiáticos, algunas llevadas hasta la justicia, donde pocas veces se castigó el uso de la fuerza excesiva de estos cuerpos.
Ya el plan reaganiano anteriormente había desplazado hacia los cinturones marginales de las principales capitales de Estados Unidos a los delincuentes y sectores empobrecidos, lo que contribuyó a evidenciar a los grupos y organizaciones de mafias del narcotráfico y contrabando de estupefacientes que tiene sus conexiones con las mafias italianas y colombianas.
La respuesta oportuna a la tragedia del antepasado 11 de septiembre por parte de Giuliani le valió la admiración de sus gobernados; el término de su carrera política fue su estado de salud. Y, hombre tenaz y activo, ahora asesora por su cuenta y diseña programas de seguridad pública. Su opinión será importante, como reconocer que se necesitan a la vez respuestas educativas que permitan, como señalan especialistas en el estudio de la violencia en las escuelas, difundir modelos de cooperación en la enseñanza que disminuyan los factores de riesgo que inducen a emplear la agresión y otras estrategias destructivas.
Dicen que estimular la práctica de la negociación, la mediación y el arbitraje son opciones para dirimir diferencias sociales y pugnan por la capacitación en la resolución de problemas interpersonales. En pocas palabras, en lugar de revisar las mochilas, reducir la edad penal o comprar más armas a los agentes, se le enseña a la persona a dar un manejo constructivo a su conflicto, a que diga no al consumo o venta de droga, a la agresión y a que rechace voluntariamente la vida delictiva.