Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 15 de octubre de 2002
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Política

Luis Hernández Navarro

Elba de Troya

Elba Esther Gordillo se encuentra en aprietos. Su monigote fue quemado en la plaza pública. Juzgada por un tribunal popular se le declaró culpable de represión contra el magisterio democrático, enriquecimiento ilícito y destrucción de la educación pública. Ha sido condenada al repudio público y a enfrentar las denuncias en su contra en los órganos judiciales.

Elba Esther está en dificultades. Cuanto más mejoran sus bonos en Los Pinos, más se deterioran las relaciones con los militantes de su partido. Cuanto más se acerca a Vicente Fox, más se aleja del PRI. Cuanto más compromisos establece con el Presidente, menos posibilidades tiene de que sus compañeros los acepten.

La maestra es vista por muchos dirigentes del tricolor como un verdadero caballo de Troya en sus filas. Allí se le conoce como Elba de Troya. Es el ariete para romper la unidad partidaria, el vehículo para transmitir la línea oficial al PRI. Sus pactos con el gobierno federal tienen el tufo de la claudicación. Cuando habla de la necesidad de modernizar a su partido se sospecha que lo que realmente quiere es comprometer el voto priísta con las reformas legales de sus adversarios. Sus palabras tienen, como su carrera política, el sello de la traición.

Para acumular capital político la secretaria general del PRI ha enfrentado sin el menor pudor a sus compañeros. Denunció a los labastidistas, atacó a Beatriz Paredes, responsabilizó a Manlio Fabio Beltrones de organizar una campaña en su contra y abandonó a los dirigentes petroleros a su suerte. Manuel Bartlett le incomoda porque su negativa a sumarse a la reforma eléctrica foxista camina a contrapelo de sus compromisos en palacio. Sus conflictos y dificultades con Roberto Madrazo crecen día tras día.

Aunque la maestra declara que la educación pública debe ser laica y gratuita, maniobra para deslizar la agenda confesional de sus aliados gubernamentales dentro del magisterio. Al igual que lo hizo con la descentralización educativa cuando fue designada por Salinas de Gortari jefa del sindicato magisterial, su rechazo original se convirtió en una claudicación sin condiciones; ahora maniobra para limar el filo liberal del artículo tercero constitucional.

Es que la herencia de la escuela rural mexicana y del normalismo le resulta cada vez más incómoda, mientras que el olor a sacristía y los clubes industriales le son cada vez más cercanos. Por ello sus empleados en el SNTE convocaron a un Consejo Nacional para modificar los estatutos gremiales. Quieren mostrar un rostro sindical remozado que reivindique el "humanismo" educativo, para que su líder moral pueda presentarse con menos inconvenientes ante los nuevos amigos con los que se codea. La receta continúa la tradición. Algo similar hizo en 1992 cuando, en contra de lo establecido en el apartado B del artículo 123, se religió y modificó los estatutos sindicales para quitar de su Declaración de Principios la adscripción al nacionalismo revolucionario y sumarse al liberalismo social salinista.

Elba Esther Gordillo está en apuros. El dedo de sus incondicionales no puede tapar el sol de la avalancha de denuncias presentadas por su participación en la guerra sucia contra el magisterio democrático. Su desgarramiento de vestiduras llamando a la honradez y la transparencia en la gestión gremial no logra distraer la atención de los testimonios sobre uso indebido de fondos sindicales y enriquecimiento ilegítimo.

Las acusaciones en su contra ante la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado crecen día a día. Las movilizaciones del magisterio democrático que piden su renuncia son cada vez más amplias. El juicio político efectuado el pasado 12 de octubre en el Monumento a la Revolución es tan sólo un eslabón más en la cadena de su repudio.

Quienes en los medios se atreven a meter la mano en su favor son cada vez menos. Ha incumplido tantos compromisos, ha tirado al basurero tantas promesas, se ha comportado tan deslealmente, ha propiciado tantos agravios, ha pisoteado a tantas personas para salvaguardar sus intereses personales, que la lista de los detractores dispuestos a pasarle la factura hace que su defensa sea difícil. Que lo diga si no su creador político, Carlos Jonguitud Barrios, quien tiró, desde las filas de su partido, la primera piedra en contra de su pupila.

Elba Esther está en la hoguera política, tan quemada como los monigotes que la representan. ƑHay alguien que crea, más allá de Jorge G. Castañeda, que con el desprestigio que carga puede ser una figura respetada de la transición política del país? ƑPuede servir al presidente Fox cuando dentro del PRI se le ve como el instrumento del jefe del Ejecutivo para dividir y someter al partido? ƑEstá en posibilidades de modernizar la educación cuando camina en contra de la cultura laica y liberal del magisterio?

La histórica impunidad de la maestra está en entredicho. A Elba de Troya se le apareció la historia.

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