La agrupación austriaca interpretó en el Cervantino el hit parade mozartiano
La Orquesta Mozart, la más ovacionada en tres días
ANGEL VARGAS Y ERICKA MONTAÑO GARFIAS ENVIADOS
Guanajuato, Gto., 12 de octubre. La Orquesta Mozart de Viena obtuvo anoche una de las más grandes ovaciones de los tres días que han transcurrido de actividades cervantinas. En contraste con el desdén del público de la ciudad de México en su presentación de hace unos días en el Palacio de Bellas Artes, el conjunto europeo se echó a la bolsa a los concurrentes al Teatro Juárez.
ƑLa fórmula? Un programa integrado con parte del amplio hit parade mozartiano: arias de Le nozze de Figaro, Don Giovanni, La flauta mágica, un movimiento de la Sinfonía 40, el Concierto para clarinete...
Pero el paroxismo entre la concurrencia, que abarrotó el céntrico recinto, ocurrió con los tres encore: uno de ellos "un regalo" para los oídos nacionales, el vals Sobre las olas, de Juventino Rosas, y la Marcha Radetsky, de Johann Strauss, pieza en la que el público, con sus palmas, siguió a la batuta del venezolano Manuel Hernández-Silva, titular de la orquesta.
Como en la capital de la República, los momentos culminantes del repertorio fueron cuando la soprano Claudia Emà Camie estremeció y estremeciose con el aria de La reina de la noche, de La flauta mágica, y las cuatro intervenciones del barítono Georg Lehner y su voz de trueno.
Aun antes de que comenzara el concierto se dejaba sentir en Guanajuato la expectación por la orquesta vienesa y su trabajo. Más grande era el interés por ver los atuendos de sus 28 integrantes, sin contar a los dos intérpretes.
Y es que una de las características de la agrupación, fundada en 1986, consiste en realizar sus presentaciones a la usanza de la época de Wolfie Mozart, dícese el siglo XVIII: con vistosos atuendos y pelucas.
El público obtuvo lo que esperaba desde que la orquesta pisó por vez primera el recinto. Allí estaban ellos, los músicos, como en las antiguas cortes europeas, recibidos con eufóricos aplausos.
Y el resto de las más de dos horas, con todo e intermedio, fueron Mozart, hasta llegar a Rosas y Strauss. Una noche pletórica de ovaciones y complacencias de artistas y público. Quizá la más grande que ha ocurrido hasta el momento en este trigésimo Cervantino. Y la gente se fue pidiendo más.