La cultura. Todo lo que hay que saber, de Dietrich Schwanitz, circula en librerías
Una guía de lectura entre serena y provocadora
Con el texto el académico alemán confirma su carácter antidogmático
CESAR GÜEMES
Más que un canon y mejor que una ordenanza es la interpretación que de forma apastillada aplica el alemán Dietrich Schwanitz para ofrecer una guía de formación en su libro La cultura. Todo lo que hay que saber, que ha llegado a las librerías mexicanas bajo el sello editorial de Taurus. El título del amplio volumen parece pretencioso y acaso demasiado ufano de sí mismo, pero la estructura comedida y el discurso con evidentes matices didácticos hacen entender muy pronto que el libro no es una enciclopedia sino una guía de lectura.
Ese carácter antidogmático es el que singulariza a Schwanitz, quien se ha manifestado públicamente, como ocurrió hace unos meses en España, en contra de apreciaciones culturales como las que propone Harold Bloom, a quien el alemán no considera propositivo sino impositivo.
La cultura. Todo lo que hay que saber, está dividido por principio en dos amplios apartados: saber y poder. En Saber, el autor hace un repaso capitular como sigue: Historia de Europa, La literatura europea, Historia del arte, Historia de la música, Grandes filósofos, ideologías, teorías y concepciones científicas del mundo e Historia del debate sobre los sexos. En Poder, está el recuento de las ideas: La casa del lenguaje, El mundo del libro y de la escritura, Geografía política para la mujer y el hombre de mundo, Inteligencia, talento y creatividad, Lo que no habría que saber y La reflexión del saber.
Dietrich Schwanitz sabe ser lo mismo un tanto cuanto provocador que muy sereno. Provoca cuando en el capítulo a "Lo que no habría que saber" incluye en un apunte como el que sigue: "A los hombres, excepto a los intelectuales, les convendría ignorar ciertas cosas, sobre todo en materia de futbol. El que sea capaz de decir cómo jugó el Schalke frente al Borussia Dortmund en 1969, quién metió los goles y qué jugadores fueron sustituidos durante el partido, está demostrando ser un experto en futbol; pero es bastante más difícil que al mismo tiempo sea un conocedor de la obra tardía de Goethe, incluidos sus trabajos de morfología. No obstante, después de 1969 se consideró chic que los intelectuales tuviesen conocimientos de futbol, siempre que además se fuera marxista o al menos sociólogo y se buscara el contacto con las masas trabajadoras".
Y es sereno, cuando dice con enorme tino: "Toda ostentación, incluida la cultural, es absolutamente incompatible con el concepto de cultura. La fanfarronería lo único que delata es la ignorancia. La cultura no se ostenta, no es un campo en el que se busque el aplauso de los demás. Está totalmente prohibido demostrar la inferioridad del interlocutor sometiéndolo a una batería de preguntas; el esnobismo cultural es una prueba de incultura. La capacidad de comportarse civilizadamente forma parte de la cultura, cuyo verdadero objetivo es una comunicación libre de coacción".
Para hacer el uno-dos, el ensayista y novelista alemán propone también un CD (incluido con el volumen), titulado Lo que hay que escuchar, que incluye breves ejemplos de la obra de Palestrina, Monteverdi, Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Brahms, Berlioz, Schumann, Bartholdy, Grieg, Tschaikovsky, Wagner, Debussy, Satie y Gershwin. De nuevo, el espíritu de ser más una guía de audición que una antología formal.
Humanista, profesor al fin, la intención de este best-seller cultural (500 mil ejemplares vendidos tan sólo en Alemania) en voz de Schwanitz puede sintetizarse en esta expresión suya: "La cultura es la forma en que espíritu, carne y civilización se convierten en persona y se reflejan en el espejo que son los demás".