Cholula, Puebla., Para más de la
mitad de las mujeres adultas del país el placer no existe.
Las cifras de la Asociación Mexicana de Sexología AC (Amsac)
indican que 30 por ciento de la población femenina que acude
a su clínica lo hace por deseo sexual disminuido (hipoactivo);
15 por ciento por trastornos de excitación y 17 por ciento por
vaginismo. Las cifras globales de la Sociedad Mexicana de Sexología
Humanística Integral (Someshi) arrojan datos similares: 70 por
ciento de sus pacientes llegan con problemas de anorgasmia.
En el reciente Congreso de Terapia Sexual, mitos y realidades, realizado
en esta ciudad, la mayoría de las sexólogas(os) reunidas
coincidieron en que las estadísticas son un reflejo de la cultura
prevaleciente de represión del erotismo femenino. Indican que
aunque las disfunciones sexuales pueden tener causas orgánicas
(debido a alguna enfermedad o problemas hormonales), la mayoría
tiene origen psicológico (por historias de vida) o una matriz
social.
"La sociedad desgenitaliza a la mujer y le fomenta lo corporal
-apunta la terapeuta Alma Aldana, de Amsac- así que para ella
todo son caricias y afecto, ¡pero es como si no tuviera órganos
sexuales! Lo raro es que después de que durante toda la infancia
y la pubertad se le dice ´no te toques ahí, es malo´,
se piense que el día de la boda mágicamente va a empezar
a sentir y a llegar al orgasmo".
Explica que mientras el sicoerotismo de los hombres se conforma antes,
durante y después de la pubertad, en las mujeres sencillamente
no se configura. Como no aprendió a sentir, al llegar a la edad
adulta tiene el deseo inhibido, sufre vaginismo (dolor durante la penetración)
o anorgasmia (ausencia de orgasmos). Sólo se da permiso de desear
cuando se enamora, pero es para complacer a su pareja, no para su propio
goce.
Selma González, investigadora de la UNAM, recuerda que a las
niñas no se les enseña la parte erótica de su cuerpo.
Los centímetros en torno a sus genitales son como si no existieran.
Es algo que no se toca, no se ve, es sucio, porque está junto
a la cloaca, y es indecente. La criatura que recibió esos mensajes
llega a la edad adulta con un cuerpo que le es ajeno. De ahí
que su propuesta, desde un punto de vista sicoanalítico y feminista,
sea la narcisización del cuerpo y del erotismo.
"¿Qué quiere decir?, se pregunta, que nuestra madres
y las mujeres mayores tendrían que haber enseñado que
el cuerpo femenino no es sólo para tener hijos, que este es un
milagro maravilloso, pero no lo único, o que no sólo es
para darle gusto a otros sino para disfrutar y sentir. No deberían
existir tantas restricciones a que las mujeres manifestaran su erotismo.
Si un hombre lo expresa, es un cachondo, pero si una mujer lo hace,
no. Es algo que nos avergüenza".
Por si la educación represiva fuera poco, para que la mujer desarrolle
su erotismo debe sortear una serie de obstáculos a cual más
de complejos, argumentan los especialistas. Por ejemplo, está
el hecho de que no se respeta su deseo. "A quienes asumen lo que
sienten y lo expresan se les sigue estigmatizando, indica Alma Aldana,
considerándolas putas o calientes, por lo tanto no son mujeres
decentes. ¿Y cuáles son las decentes? Pues la anorgásmica,
la que tiene vaginismo, la que no desea. De ahí que muchas prefieran
ser buenas mujeres aunque esto implique anestesiar sus sensaciones".
Otro problema que se ha agregado a los inhibidores de la sexualidad
femenina es la autoimagen. Señalan que hoy más que nunca
la mujer es esclava de su propio cuerpo. Existe una especie de imperativo
social de ser joven, alta, flaca, casi anoréxica, y quien no
corresponde a este esquema se siente mal y hace un gran esfuerzo por
conseguirlo. Pero de acuerdo a la opinión de los expertos si
no hay aceptación del propio cuerpo difícilmente se podrá
desarrollar el erotismo.
"La autoimagen corporal y el desempeño erótico están
unidos -recuerda David Barrios, de Someshi- ya que finalmente el cuerpo
es el estuche con el que se ejerce la sexualidad. La no aceptación
incide negativamente en el deseo. Quien cancela esa sensación
muy particular de sentirse deseada, de suscitar atracción erótica
en otra persona, puede llegar a un síndrome depresivo que además
de dañar su relación de pareja puede repercutir en su
salud emocional".
Los terapeutas sexuales recomiendan a quienes padezcan alguna disfunción
relacionada con el deseo, acudan con un profesional para que detecte
el origen del problema y ofrezca una solución. Explican que pese
a que en los últimos tiempos los grandes laboratorios han empezado
a investigar fármacos u objetos mecánicos -como eros therapy,
un dispositivo manual de batería que mejora la sensibilidad clitoral
y la lubricación vaginal- para resolver las anorgasmias, esta
vía todavía luce lejana.
"La ciencia no es neutral -reconoce Barrios-, la industria farmacéutica
se ha esforzado por crear medicamentos para restablecer la erección
masculina, porque siempre se privilegia el bienestar del varón.
Hoy en día, por ejemplo, sabemos mucho de la fisiología
de la erección del hombre, pero prácticamente nada de
la fisiología de la excitación femenina. Desconocemos
los mecanismos íntimos de la lubricación vaginal, por
decir algo".
El especialista indica que la noticia mala es que al no conocer los
mecanismo íntimos de la respuesta sexual femenina, hay muchos
elementos biológicos o de organicidad que no se pueden combatir,
y la buena es que la mayor parte de los casos de inhibición del
deseo, la anorgasmia y el vaginismo tienen una matriz social cultural,
de tal modo que con instrumentos de psicoterapia sexual se pueden solucionar.
"Buena parte de las disfuncionalidades eróticas femeninas
no se trata con pastillitas o inyecciones sino con un rescate del placer
a partir de la psicoterapia sexual. Por fortuna no tenemos que recurrir
a medicamentos para combatirlas".
Alma Aldana comenta que otro de los problemas con los que se tropiezan
los sexólogos es que la sexualidad femenina es más compleja
que la masculina. "La mujer no sólo quiere que la hagan
el amor, también que le hablen bonito. Para tratar una mujer
hay que quitar mitos, culpas, prejuicios, debe aprender a conocer sus
genitales y a darse placer. Todo esto tiene que ver con la autoestima,
la identidad, así que es bastante complicado".
También agrega que como el concepto de placer no existe para
la mayoría de las mujeres, hay que conformarlo. Se comienza desde
el ámbito de lo cotidiano, dándose permiso de gozar de
un café, hasta llegar a un orgasmo, lo que ya serían palabras
mayores.
"Del mismo modo que para resolver las disfunciones de los hombres
hay que trabajar con su identidad, para lograr que no todo se centre
en la genitalidad, que sea una ser humano capaz de sentir con todo el
cuerpo, en las mujeres se trata de lograr que no sólo sean personas
que aman y complacen, sino que deseen, tengan genitales, y que además
sepan que éstos no sólo son para reproducirse, sino para
sentir placer".
Para los especialistas no todo está perdido ya que cada vez más
mujeres demandan igualdad en la sexualidad. Antes concurrían
a la consulta con el fin de ayudar a su pareja a sentirse bien, pero
ahora lo hacen para solucionar sus problemas. "La actitud con la
que venían anteriormente a la clínica, relata Barrios,
era algo así como ´me pongo al servicio de mi marido´,
porque se pensaba que si los hombres no tenían buenas erecciones
o eyaculaban pronto, la responsabilidad era de ellas. ´A lo mejor
es porque yo he engordado mucho o tiene otras parejas´, me decían.
Esto ya no sucede, ahora las mujeres se atienden más y han aprendido
que tienen derecho al placer. Todavía son grupos pequeños,
pero es algo positivo".