Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 5 de octubre de 2002
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Política

Bernardo Barranco V.

Las preocupaciones del Episcopado

La intensa cobertura mediática al Pemexgate y las negociaciones con el sindicato han opacado otros hechos relevantes. Uno de ellos es el comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en torno de la actual situación política de nuestro país. A diferencia de los encabezados periodísticos, que exaltaban una actitud crítica del clero, la lectura atenta del texto indica lo contrario: es decir, los obispos llaman a apoyar al presidente Fox, porque perciben serias amenazas por la delicada atmósfera política que México atraviesa en este momento. "Vemos con preocupación -dicen- que no hemos alcanzado el afianzamiento de una democracia madura... Percibimos que hay algunos sectores sociales que no logran ajustarse a la novedad de los tiempos que vivimos; se han multiplicado los grupos de presión, más preocupados en la consecución de sus propios intereses y el mantenimiento de sus privilegios que en la búsqueda del bien común". Los obispos hacen un llamado a todos los actores políticos y a los medios para no dejar escapar "esta excepcional oportunidad" de una transición pacífica y transformadora que no defraude las expectativas ni las esperanzas del pueblo mexicano. El fondo de la postura de los obispos -coincido con la apreciación de José Antonio Crespo- es que el Episcopado le pide mayor firmeza a Fox frente a aquellos grupos de presión políticos, sindicales y empresariales ligados al PRI, para realizar sus programas y reformas. Los obispos le extienden al gobierno federal su apoyo estructural para llevar a término una vía no priísta de transición democrática del país.

El documento está firmado por el presidente de la CEM, Luis Morales Reyes, a quien se le critica su excesiva prudencia, y habla en nombre de los obispos mexicanos. Quienes conocemos cómo se elaboran estos escritos sabemos el complejo nivel de concertaciones y consensos que se despliegan para alcanzar su publicación definitiva. Por ello, cada palabra, giro y adjetivo está cuidadosamente seleccionado y nada se deja al azar.

El texto expresa el pensamiento de la denominada "mayoría silenciosa", que abarca a la mayor parte de los obispos que vieron con simpatía en 2000 la candidatura de Vicente Fox. Son los mismos que entre jaloneos y presiones de Roma editaron el importante documento Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos, el cual saludaba con simpatía la alternancia en el poder, y que por cierto tuvo nueve redacciones preliminares antes de ser publicado durante las campañas presidenciales. Dicho con otras palabras, los obispos recuperan la actitud de este texto casi olvidado y renuevan su respaldo incondicional incluso al grado de convertirse en factor de apoyo a la gobernabilidad.

Es claro que los prelados manifiestan preocupaciones ante posibles regresiones; el texto sirve para colocarse de nuevo en el complejo escenario nacional marcado por la incertidumbre. El documento dado a conocer recientemente, Participación solidaria para afianzar la transición democrática, es moderado y crítico; tiene un tono de urgencia para alcanzar reformas que enfrenten, efectivamente, "la vergonzosa pobreza" de la mayoría de los mexicanos, pero al mismo tiempo señala insuficiencias del actual gobierno. Al Ejecutivo se le pide no caminar con excesiva lentitud ante la urgencia de los cambios, demanda a Fox que no titubee y que marque rumbo con decisiones claras y oportunas. Dichas críticas han sido exaltadas por varios medios y probablemente se deban al relativo distanciamiento de la CEM con el gobierno, pues en primer lugar, Fox levantó expectativas que no cumplió con su famoso decálogo de campaña; en segundo, nombró como responsable en asuntos religiosos a Javier Moctezuma Barragán, funcionario más cercano a Santiago Creel y al arzobispo primado que a los negociadores de la campaña que habían interactuado y hasta combatido las corrientes eclesiales priístas; tercero, se reconcilió, vía Marta Sahagún, y permitió injerencias tanto con el cardenal Rivera como de los Legionarios, quienes habían apostado decisivamente por Labastida.

Finalmente están los desacatos que van desde el matrimonio civil del Presidente hasta permitir la exhibición de El crimen del padre Amaro. Sin embargo, pese a que el gobierno de Fox carece de una verdadera política de Estado en materia religiosa, los obispos no tienen en el texto una actitud de revancha ni de ajuste de cuentas frente a un acosado gobierno, sino de prevención porque hay sectores "decididos a frenar la marcha del país y a dejar la puerta abierta a la riesgosa aventura de la anarquía", así como de premura porque perciben peligros y amenazas que acechan un frágil proceso social. Posiblemente los obispos han configurado en sus análisis escenarios de ingobernabilidad e inestabilidad social. Es casi seguro que en el armado del documento los asesores de monseñor Morales habrán consultado a varios episcopados de América Latina y confrontado con dolorosos procesos de transiciones democráticas fracturados en los que todos salen perdiendo, incluida la propia Iglesia. Y empieza por la desilusión y el desgaste de la figura presidencial. Por ello -atención-, no debemos minimizar ni despreciar las desconfianzas ni los temores de una institución que por sus características bimilenarias piensa y actúa en el largo plazo.

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