Exigen a Lichtinger tomar medidas precautorias en la importación
Investigadoras piden analizar los riesgos para la salud que implican los transgénicos
MATILDE PEREZ U.
El secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor Lichtinger, no debe esperar una alerta o efectos en la salud pública para establecer un principio precautorio en la importación y producción de productos transgénicos. "Estamos hablando de un problema ético, en el que hay que actuar preventivamente", advirtieron investigadoras de las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) y Autónoma Metropolitana (UAM).
Al participar en el seminario Agricultura y alimentación frente a los retos tecnológicos del nuevo siglo, Ursula Oswald, integrante del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, señaló que no hay una fobia contra las trasnacionales que comercializan los productos transgénicos, sino una enorme preocupación biológica y por la defensa del potencial genético de los países de origen, como el caso del maíz en México y de la papa en las naciones andinas, apuntó.
El debate involucra la soberanía alimentaria del país y que el gobierno asuma la responsabilidad de que la población tenga la comida de calidad que merece.
Como ejemplo del avance y poderío de las trasnacionales -que se han fusionado para controlar producción de semillas, agroquímicos y medicamentos- Oswald mencionó el debate que hay en torno al llamado golden rice, rechazado por la India porque tienen más de 2 mil especies y puede recurrir al consumo del amaranto para obtener las vitaminas que se ofrecen en el arroz transgénico.
Insistió en que los transgénicos están cambiando el proceso de producción, tiene repercusiones más altas que la hibridación, por eso en México, antes de aceptar liberar organismos genéticamente modificados, hay que analizar científicamente las amenazas potenciales a la salud, la inestabilidad de los genes implantados, la involuntaria toxicidad, aumento de las alergias, resistencia a antibióticos y debilitamiento del sistema inmunológico.
También, destacó Oswald, hay que tomar en cuenta el derecho de los campesinos a preservar su tecnología en la producción de alimentos -en el mundo hay 2 mil 500 millones de pequeños agricultores que viven en subsistencia- y tener en cuenta que las trasnacionales privatizan el patrimonio genético. "Prevengamos los errores antes de lamentarnos".
En el debate de los transgénicos, México no tiene una postura clara y definida, y eso lo hace vulnerable, agregó la investigadora Michelle Chauvet, de la UAM Azcapotzalco. Explicó que mientras en Estados Unidos y países de la Unión Europea tienen un sistema de patentes, conocimiento científico y dan preferencia a la participación pública, en México no hay una institución profesional ni un debate abierto. Las políticas que en torno a los transgénicos tienen diversas secretarías de Estado carecen de articulación.
Lo que falta en el país es una ley de bioseguridad, la participación pública amplia y una evaluación de riesgo a escala regional, dijo.