Ambos partidos políticos buscan cómo utilizar la fiebre bélica en beneficio propio
Irak, eje del juego electoral de republicanos y demócratas en EU
Con la agitación del tema de la guerra, Bush intenta tapar escándalos de corrupción empresarial
Gol a favor de la Casa Blanca, al obtener el presidente acuerdo con la Cámara de Representantes
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 2 de octubre. La cúpula política de este país declaró que una guerra contra Irak es cada día más probable, pero también se tiene que tomar en cuenta que se acercan las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos.
Al intensificarse en Washington el debate sobre la guerra, republicanos y demócratas buscan cómo utilizar esta batalla en beneficio de sus fines electorales.
Cada día es más obvio -como finalmente ya lo están registrando los grandes medios de comunicación- que Irak es tanto un tema central de la política exterior co-mo un asunto electoral.
Los líderes de ambos partidos entienden que la agenda de la guerra y la política exterior beneficia más al Partido Republicano, y los temas de política doméstica -la economía, el escándalo empresarial- favorecen a los demócratas.
Y todos reconocen que los republicanos están ganando la jugada, ya que han logrado imponer el tema de la guerra contra el "terrorismo" e Irak como el asunto central de esta coyuntura, manteniendo en segundo lugar la anémica situación económica y el todavía creciente escándalo de la corrupción empresarial.
En esta batalla por el control del tema político del día, la Casa Blanca marcó este miércoles otro gol al llegar a un acuerdo con la Cámara de Representantes para una resolución que le ofrece al presidente George W. Bush un amplio margen de maniobrar sobe el tema de Irak.
En esencia, la resolución legislativa otorga a Bush facultades para tratar con la "amenaza" iraquí diplomáticamente si se puede, "militarmente si se debe", con o sin el apoyo de la Organización de Naciones Unidas. O sea, le ofrece la autorización de actuar unilateralmente contra Irak.
El Senado aún no ha llegado a un acuerdo, pero Bush utilizó el acuerdo con la Cámara, que obtuvo el apoyo del líder de la minoría demócrata, Richard Gephardt, pa-ra presionar a la Cámara alta.
El debate sigue en el Senado, y no necesariamente se dividió por línea partidaria. Por ejemplo, el senador demócrata Joseph Lieberman se unió al republicano John McCain para apoyar la resolución favorecida por Bush, mientras el republicano Richard Lugar y el demócrata Joseph Biden están promoviendo una con mayores límites sobre el uso de fuerza por parte de Estados Unidos.
Pero hasta opositores del presidente, incluido el propio Biden, reconocieron este miércoles que al final la Casa Blanca logrará lo que desea respecto de Irak.
Un ejemplo de quién está ga-nando la competencia se manifestó una vez más: en un día donde el ejecutivo en jefe de finanzas de Enron, Jeffrey Fastow, se entregó a la FBI en Houston al ser acusado formalmente de fraude, lavado de dinero y conspiración, la noticia principal de los medios fue el acuerdo entre la Casa Blanca y la Cámara sobre una resolución le-gislativa para Irak.
Para algunos demócratas, la táctica ahora es llegar lo más rápido posible a un acuerdo con la Casa Blanca sobre Irak -cediendo todo lo necesario sin que sea demasiado obvio- para intentar recuperar el control de la noticia principal y centrarla en los asuntos económicos y sociales.
Algunos explican así la prisa de Gephardt y otros para llegar a un acuerdo con los republicanos so-bre el asunto. Para estos últimos, alargar todo lo posible el enfoque sobre Irak es lo más deseable. Pe-ro no todo es tan simple.
Hay algunos políticos que no entran en el juego electoral, o no necesitan hacerlo. Para el senador demócrata Lieberman, su conocida posición pro israelí es lo que lo motiva a apoyar al presidente re-publicano contra Irak.
Para senadores demócratas co-mo Biden y Edward Kennedy, y republicanos como Richard Lugar y Chuck Hagel -que no enfrentan reto electoral en noviembre-, la aventura belicista del gobierno de Bush es alarmante y pone en riesgo lo que consideran es un esquema más sofisticado para proyectar el poder estadunidense en los asuntos internacionales.
Para representantes como David Bonior -quien se retira del Congreso al final de este periodo de sesiones- y sus colegas, como el legislador progresista Dennis Ku-cinich, quienes hace poco volvieron de una controversial gira por Irak, su oposición a una guerra es honesta y de principios.
Como comentó el legislador Bo-nior este miércoles, al recordar que él y varios de sus colegas que viajaron a Irak son veteranos de la guerra de Vietnam, una solución política y no militar es siempre preferible a la sangre.
Señaló que 50 mil niños han muerto cada año en Irak por las consecuencias de las sanciones económicas, y que intensificar este tipo de sufrimiento con una guerra, más el odio generado por las políticas estadunidenses, no son parte de una solución en la región del golfo Pérsico.
A la vez, el control de las dos Cámaras del Congreso estadunidense está en juego.
En el Senado -donde un tercio de las curules está en disputa-, los demócratas mantienen su mayoría de un solo voto, y con el suicidio político de Robert Torricelli están en riesgo de perderla.
En la Cámara, donde están en juego los 435 puestos, el margen también es muy cerrado.
Nada de lo que ocurra en Washington en las próximas cinco se-manas puede considerarse fuera del contexto electoral. Y todo indica que una mayoría de republicanos y demócratas favorecerá, al fin del día, la posición de la Casa Blanca en torno al derrocamiento de Saddam Hussein.