Molestia entre los yucatecos porque "los alcaldes se quedan con las despensas"
"Isidore dañó a todos, pero la ayuda no ha sido pareja"
Aceleran los trabajos de reconstrucción sólo en la zona dorada de la costa del estado
JENARO VILLAMIL ENVIADO
Motul, Yuc., 1Ɔ de octubre. A nueve días del paso del huracán Isidore y después del envío de múltiples cargamentos para los damnificados, un clamor se escucha con mayor fuerza en la mayoría de las comunidades afectadas del estado, de la ciénega de Progreso a los puertos de Telchac y San Felipe, así como en Motul: "no hay ayuda", "los alcaldes se quedan con las despensas", no han repartido los cobertores, tampoco las láminas de asbesto prometidas para levantar las más de 20 mil viviendas destruidas por el meteoro en la zona norte de la entidad.
Escenas de desesperación se vivieron hoy en Motul, donde una larga hilera de casi mil personas, la mayoría mujeres mayas, denunciaron que el alcalde panista Carlos Cuc se ha quedado con buena parte de las despensas enviadas por los gobiernos federal y estatal, y mantiene a las señoras damnificadas hasta tres horas en los bajos del palacio municipal para repartirles apenas una bolsa de maseca, aceite y, si les va bien, galletas, dos latas de atún y leche. "Pura maseca y aceite nos dan, creo que nos quieren mantener como cochinos", se queja una joven mujer.
"A mí no me dieron nada porque dicen que ya le dieron a mis hijas, pero yo soy viuda, mi casita se destruyó y tengo un hijo enfermo", se quejó doña Marcela Canul Uc, una mujer de más de 70 años que, como la gran mayoría, se quedó hasta cuatro horas en una fila para el reparto de despensas incompletas. Los policías se encargaban de dividirlas. Sólo cuando vieron la presencia de algunos camarógrafos y reporteros decidieron agilizar la entrega. Un día antes mantuvieron a las personas a la intemperie. De hecho ya habían apagado las luces del palacio para desanimar a las mujeres que estuvieron varias horas a la espera de ayuda.
"Sólo porque se puso brava la gente comenzaron a darnos las despensas. ƑPor qué actúa así este alcalde? Las despensas no son de él, son de todos los que nos han enviado cosas. ƑPara qué lo habremos apoyado?", se queja amargamente Nelsy del Carmen Canul. Otro grupo de mujeres, arremolinadas en torno a los reporteros, subrayaron que ni el gobierno ni las organizaciones sociales han repartido la ayuda que prometieron en las casas, mientras que una joven completa: "lo que nos están dando en las colonias son ayudas provenientes de familiares de Cozumel, de Ciudad del Carmen, de Chetumal. Son las donaciones de nuestros paisanos, no tienen nada qué ver con el alcalde".
Motul, la cuna del socialismo yucateco, donde en la década de los 20 se inició el movimiento revolucionario yucateco encabezado por Felipe Carrillo Puerto, se ha convertido en uno de los principales focos de protesta de cientos de damnificados de la zona maya. Este municipio, que antes formó parte de la próspera zona henequenera, se ha convertido en centro maquilador. La fábrica más grande, Monty, de capital chino, abrió desde la semana pasada y la vigilancia en torno al inmueble es tan hermética que no se puede saber en qué condiciones trabajan las 5 mil personas que se trasladan en camiones desde las rancherías aledañas a Motul.
La otra maquiladora, Kellwood, sufrió daños en una de sus dos naves, pero el gerente Carlos Rivera Nieves ha anunciado que pronto volverán a trabajar sus cerca de 700 empleados.
Daño irreparable en la ciénega
En la zona de la ciénega de Puerto Progreso, donde habitan más de 5 mil familias en casas de cartón y lámina, el daño es visible. Doña Petronila Rodríguez señala que lleva 20 años viviendo en esta zona y perdió todas sus pertenencias. No ha recibido una sola lámina ni una despensa. En la misma situación están sus vecinas de la colonia Revolución.
A la falta de ayuda se suma la corrupción añeja en estos asentamientos que han servido para engrosar el poder de las lideresas de la ciénega, entre las que destacan Lupe Anguas, Vilma Cobos, Socorro Flores y otras "doñas" de horca y cuchillo que controlan la zona y a los vecinos como clientes electorales.
"Para recibir ayuda hay que lamerle el fundillo a la lideresa", se queja Aracely, una mujer muy joven que perdió por completo las paredes de su casa de cartón. Como la mayoría de los 5 mil colonos, no tiene luz ni agua. Una sobrina suya también perdió todo y tuvo que trasladarse con un familiar para refugiarse ante la furia de Isidore. Cargaba con un bebé de 14 meses.
"Todas nos hemos quedado en casa de mi suegra, en la calle 35. Ahí somos más de 13 familias. Estamos esperando a que nos toque ayuda, pero tememos que nos digan que no nos van a dar nada, porque ahora estamos en una casa que no sufrió daños", agrega Aracely.
En Progreso, como en Chelem, en Telchac y en otros puertos lo que sí operó frente a la llegada del huracán fueron las redes familiares, que salvaron a muchas personas. Un militar avecindado en Progreso subraya que en los puertos "no hay sistema de protección civil. No se observa ningún refugio anticiclónico, a diferencia de otros lugares, como en Chetumal, donde las autoridades se han tomado más en serio su labor".
El daño mayor se observa entre las comunidades pesqueras. En Yucalpetén, en un pequeño refugio de embarcaciones que lograron salvarse del huracán, un grupo de cuatro pescadores matan el tiempo quejándose por la falta de trabajo y por la absoluta falta de asistencia. "Yo estoy viviendo en botes porque mi casa se cayó", afirma Jorge Luis Olea Díaz.
"Aquí hay que inventar de todo para no pelearse en las noches con los mosquitos. Son tan fuertes como helicópteros", dice Olea Díaz. En esa misma caleta, doña Aída Cua, cuidadora de las 40 lanchas y botes que recalan en el sitio, recuerda que desde hace 13 años vive de los pescadores. Perdió su casa y, para colmo, no tiene ningún ingreso, porque los propios pescadores han dejado de trabajar. "El ayuntamiento aquí no ayuda en nada. Ni siquiera nos ve", subraya.
En la calle 19 y la carretera de Chelem-Chuburná, la fuerza del huracán arrastró un contenedor de Pemex, que destruyó cinco casas veraniegas a la orilla de la playa. En medio de los escombros, don José Mercedes Couho se mantiene al pie de esas construcciones, cuidándolas y asistiendo a un grupo de muchachos. Confirma también la falta de ayuda.
"Lo que hizo Isidore fue parejo. Dañó a todos, pero la ayuda no ha sido pareja", subraya con su fuerte acento maya. Relata que él también es pescador y en las noches cuida las casas veraniegas de esta playa. El día del huracán se trasladó con su hijo y su yerno al refugio habilitado en el Polifórum Zamná, de Mérida. Lo único que recibieron fue un cobertor para cubrirse durante la larga noche de lluvia y vientos. Decidió salirse para ir al lugar que mejor conoce: el mar.
"Nosotros todavía tenemos el mar. Yo aquí en las noches pesco y con leña hago de comer para mi hijo y mi yerno, pero hay gente en los pueblos que tiene animales muertos, que no tiene nada qué comer", afirma don José Mercedes.
A escasos kilómetros de esa playa, rumbo al puerto de Telchac, se observa el daño que ocasionó el meteoro en las lujosas casonas de la playa. La mayoría de los postes de luz fueron derrumbados por la fuerza de los vientos. La ría desbordó y destruyó tramos completos de la carretera. Quedaron completa o parcialmente destruidas casas que ostentan el apellido de sus dueños: Patrón, Molina, Mier y Terán, Bolio, Millet... en fin, los nombres pudientes de la llamada "casta divina" que se alojan en la zona dorada de la costa yucateca. Ahí los trabajos de rehabilitación de la carretera se han acelerado para volver a comunicar a Progreso con Telchac.
Como dice don José Mercedes, el daño fue parejo, pero no así la ayuda.