"También lanzamos nuevas propuestas para una convivencia más humana", dijo

Ardió la plancha del Zócalo con los ritmos sincopados de Baaba Maal

El senegalés y sus 12 músicos, con pies descalzos, embelesaron al público allí reunido

African women, tema que llevó al extremo el incesante batir de las palmas

JAIME WHALEY

Ardió el Zócalo con la presencia del Baaba Maal y un sol que bañó la plancha. Ellos bastaron para ponerle fuego al domingo, en el que varios miles se congregaron en el llamado corazón de la metrópoli para deleitarse con los ritmos del senegalés.

Este icono del tercer mundo, es decir de los explotados, de los desposeídos que, según su propio decir, se labra su lugar dentro del primer mundo, pero sin perder de vista su papel de voz de aquellos que poco tienen y que la economía globalizada arrasa, se presentó con su ensamble de 12 músicos para ofrecer una visión de un continente que tiene mucho que aportar, no nada más las hambrunas y las epidemias, pues expresó, luego de su actuación de casi 90 minutos: "También lanzamos al mundo esperanza y nuevas propuestas para una convivencia más humana".

Los sincopados ritmos de Baaba y su grupo de 12 virtuosos se enfrentaron al monótono tun, tun, tun, del teponaxtli de los grupos para-aztecas que a diario hacen de la Plaza de la Constitución su campo de ensayos y que el mediodía del domingo no hicieron excepción; hasta se multiplicaron, poniendo de manifiesto su carencia de espíritu de anfitriones para con los invitados extranjeros representantes también de una etnia, aunque el Baaba, al final, quizás en gesto diplomático, dijo que México es también dueño de una gran riqueza sonora.

Dieron vuelo a las canciones

A 13 temas les dieron vuelo los senegaleses. Los extremos fueron Miyabele y Yele, que aprisionaron canciones como Koni, Dental, Sidiki y African women, entre otras. Ante el incesante bailoteo y batir de palmas del absorto auditorio, que estoicamente soportaba el calor ya otoñal, Baaba entonó un estribillo: "a caballo vamos pa'l monte".

Ataviados con sus coloridas túnicas que se antojan frescas, los africanos, con los pies desnudos, embelesaron a los presentes con peculiares sonidos que brotaron de la kora, un guaje con cuerdas, esto es una guitarra, digamos que de caja panzona, con un sonido dulce similar al del arpa, y de los tama, tambores con el cuero tan restirado que su canto es casi metálico.

Fueron cantos alegres que sirvieron también de marco para que los músicos demostraran sus aptitudes olímpicas, pues ya daban saltos de marsupiales que lo mismo se retorcían, lo que hacía pensar que en cualquier momento se les quebrarían sus delgadas extremidades, o trepaban con agilidad atlética por los postes de la estructura de aluminio, instalada justo enfrente de Catedral.

Irónico momento

Baaba es ya cincuentón, pues nació en el 52, pero su aspecto es de un joven veinteañero, que se inmiscuye en asuntos que atañen a toda la humanidad conciente. Así estuvo presente en la reciente cumbre de Johannesburgo sobre el medio ambiente, asunto que, explicaba mientras saboreaba unas uvas, ya vestido con ropa convencional, le preocupa, pues la contaminación afecta a todos, sin distingo de ideologías ni paises. Lo que pone a uno a pensar en lo irónico del momento, en tanto algunos dizque progresistas y protectores de los pobres, se empecinan en agregarle espacio al Periférico y al viaducto, con el seguro regocijo de las armadoras de automóviles, pero en el Zócalo también ayer se puso en evidencia la cordura cuando un puñado de ciclistas dio vueltas y más vueltas propugnando: "Más bicicletas, menos contaminación".