Autor de Mantra,
obra incluida en la colección Año 0 de Grijalbo Mondadori
México y su capital ''anulan el sentido de
lo verosímil'', opina Rodrigo Fresán
Mi compromiso es con la literatura
y no con un país, considera el escritor
La crisis de Argentina es ''como
una novela policial previsible y muy mal escrita''
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Hace 39 años, Rodrigo Fresán nació
muerto. Con esa muerte clínica y renacimiento surgió su vocación
por la literatura y ahora presenta su nueva novela Mantra, publicada
por Grijalbo Mondadori en la colección Año 0, en la que el
personaje principal es la ciudad de México con todos los clichés
que un extranjero puede utilizar para referirse a esta urbe y, en general,
a lo mexicano: lucha libre, telenovelas, amor patrio o esas viejas canciones
de dolor amoroso.
Sin embargo, todas esas frases hechas convertidas en
temas de la novela tienen una razón de ser. Fresán (Buenos
Aires, 1963) explica: ''Eso es lo que me interesaba. No pretendía
que el libro estuviera narrado por un mexicano, porque me habría obligado
a una cantidad de trabajo extra; habría incurrido en millones de errores
seguramente. Quería preservar esa visión extranjera sobre esta
ciudad. Los tres narradores de Mantra son una especie de extranjeros
extremos: uno es un tumor, otro es un robot y el otro es un muerto, que me
parecían las formas más bestiales del ser extranjero".
Antes de que la editorial le encargara un texto sobre la ciudad
de México, señala, nunca se le habría ocurrido escogerla
para una novela, pero ''lo bueno de elegir México, o que te elija,
implica un abanico de posibilidades casi infinito, porque cualquier cosa
puede ocurrir aquí", es una metrópoli y un país en el
que ''está anulado el sentido de lo verosímil".
No obstante, su calidad de extranjero no representó
problemas al momento de escribir la historia de Martín Mantra. El
único obstáculo, quizá, fue la pérdida de la
computadora en la que estaba contando esa vida extraña y empezar de
cero. Lo cierto es que ''es un libro del que no tengo un recuerdo problemático
o sufrido, pero tampoco lo tengo de ninguno de mis libros. Los autores que
sufren al escribir me dan un poco de asco. Mejor que se dediquen a otra cosa".
La nacionalidad no es un valor agregado
Su compromiso, agrega el también periodista, ''es
con la literatura, no con un país. La verdad es que nací argentino
y espero morir escritor. No me siento escritor argentino o argentino escritor,
del mismo modo que para mí Tolstoi no es un escritor ruso, es un escritor.
No creo que la nacionalidad sea un valor agregado", más todavía
cuando recuerda que su familia, por cuestiones políticas, tuvo que
abandonar Argentina en los años 70 y ''eso genera anticuerpos y cierto
desapego. Mi verdadera patria es mi biblioteca, la que de vez en cuando meto
en cajas y me la llevo a otro lado".
Por ello Rodrigo Fresán, autor de La velocidad
de las cosas y Esperanto, también se siente extranjero
en Argentina, país que enfrenta una de las peores crisis económicas
en su historia.
Al respecto, manifiesta: ''Tengo 39 años y mi
país desde que tengo memoria se está cayendo. La caída
tiene ahora estos ribetes novedosos, porque no creo que nunca se toca fondo
a la hora de la caída, siempre te puedes caer un poco más abajo.
Yo duermo muy tranquilo porque en nada he contribuido con la situación
presente, no tengo ninguna cosa escondida bajo la alfombra y tampoco me interesa
cumplir esa especie de figura o de ese personaje que es el escritor argentino
haciendo de argentino profesional, demagogo, diciendo cosas por el mundo".
La situación de Argentina es como una novela policial
mal escrita, explica Fresán, pues ''apenas empieza y ya sabes quién
es el asesino. Como escritor me ofende lo mal escrita que está y lo
previsible que es".