Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 18 de septiembre de 2002
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Cultura

Javier Aranda Luna

La reina del sur

Si el fin de la novela es atrapar la curiosidad del lector, La reina del sur, de Arturo Pérez-Reverte, es una estupenda novela. El lenguaje para este escritor de origen español es un medio para contarnos una historia. No le importan los artificios y las acrobacias lingüísticas sino la acción que sorprende, que atrapa, que seduce.

El lenguaje de la reciente novela que nos entrega Pérez-Reverte, publicada por Alfaguara, es, si se quiere, invisible. Los hechos se suceden entre sus páginas. Las palabras, los párrafos, los capítulos no tienen otro fin que acercarnos a la historia de una narcotraficante mexicana, nacida en Sinaloa, que el azar o las precisas leyes que rigen el universo según Borges, la llevaron a convertirse en la jefa de una mafia.

Muchos saben que el narcotráfico ha tejido, desde hace tiempo, una inmensa y minuciosa red en la sociedad mexicana para poder operar. Empresarios, sacerdotes, políticos, forman parte de ese tejido que amenaza cada día con envolver más al México actual. La cultura del dinero fácil poco a poco se ha extendido y, lo saben los colombianos, erradicarla resulta casi imposible.

Una de las novedades de La reina del sur es, entre otras, que el personaje central del libro es una mujer: Teresa Mendoza, amante de un segundón en el mundo del narco.

Según el escritor español, el mayor desafío que enfrentó fue, precisamente, contar la historia de una mujer en un medio exacerbadamente machista, como es el de los narcotraficantes, y lograr que su personaje resultara verosímil. ƑLo logró? Con creces.

Pérez-Reverte nos recordó, con su novela, lo que pocas veces admitimos: que un número significativo de mujeres mexicanas, desde hace más de medio siglo, han hecho del narcotráfico su modus vivendi. Ejemplos sobran: la madre y las hermanas de los Arellano Félix y Lola La Chata, la principal traficante de opio y heroína de la ciudad de México entre 1930 y 1950, que conoció la opulencia de la ''sociedad" mexicana y la cárcel hedionda de Santa Martha Acatitla, donde terminó sus días, según el reportaje de Alejandro Suverza publicado esta semana en Cambio.

Otro de los atractivos de la novela radica en que todo ese conocimiento fragmentado que podamos tener del mundo subterráneo del narco se encuentra debidamente ensamblado en una historia llena de aventuras y sorpresas.

Teresa Mendoza aparece, por igual, en la revista Hola y en las páginas de la nota roja. Su emergente aristocracia y su poder de seducción está fincado, por supuesto, en sus cuentas bancarias. Y por ese poder se codea con políticos, jefes policiacos y empresarios. Con ellos bebe, hace fiestas pero, sobre todo, hace negocios.

La reina del sur es una historia ficticia absolutamente verosímil. Tanto que las historias que se cruzan en sus páginas parecen, por momentos, historias reales. No es un corrido de 500 páginas como intentó Pérez-Reverte, pero es, si se quiere, un buen homenaje a la claridad y la rapidez. Sus 542 páginas pueden leerse, sin problema, en una tarde.

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