Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 13 de septiembre de 2002
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Espectáculos
El guitarrista ofreció 90 minutos de rock, blues y jazz

Summers homenajeó a Mingus, Monk y The Police en el Teatro de la Ciudad

JORGE CABALLERO

La lluviosa noche del miércoles no impidió que el sexagenario guitarrista inglés Andy Summers inundara de buen jazz, blues y rock el Teatro de la Ciudad, y subyugó a sus irreductibles fanáticos que se dieron cita para escuchar temas de su intensa carrera como solista, homenajes a Charlie Mingus y Thelonious Monk, y hasta se dio el lujo de tocar Message in a bottle, de su antigua banda The Police, la cual fue la rola que más prendió en el primer encore que realizó Summers.

Con un segundo encore Summers pensó que el público estaría satisfecho, pero todos querían más y salieron con un gesto insaciable en el rostro. Con estas presentaciones (ayer se efectuó la segunda) el guitarrista cerró su gira por Latinoamérica.

El recital del inglés no fue ensombrecido ni siquiera por el escaso público, unas 200 personas acudieron a ver al ensamble complementado por el bajista Ric Fierabracci y el baterista Anastacio Panos; Andy al ver el escaso público hizo una mueca de decepción y reflexionó: "Está lloviendo... es difícil llegar aquí... algunos prefieren ver la televisión... pero qué bueno que ustedes están".

Summers desestimó la entrega del público mexicano, rápidamente se sintió cómodo y se olvidaron sus palabras al ver el ambiente que se armó, los asistentes eran muy pocos pero bien escandalosos.

Los organizadores, al ver que el inmueble no se llenaría bajaron al público de arriba al primer piso, acierto que convirtió el lugar en una especie de pub inglés, donde sólo faltaron las chelas.

Cuando Summers atacó el escenario para agradecer la asistencia, se dirigió a los pedales de su guitarra, los probó, ajustó el volumen de su lira e inmediatamente después comenzó el recital con excelente técnica y ejecución instrumental impecable.

Noche mágica refinada, 90 minutos permeados de movimientos intensos sincopados, una hora y media de virajes genéricos del blues al jazz y de ahí al rocanrol para regresar al mismo punto e iniciar otra vez el viaje; velada llena de texturas plásticas del blanco hasta el azul.

El ex de Police ofreció una hora y media de continua potencia, elegancia y virtuosismo musical; hizo dos encores, pero aún así el público estuvo insatisfecho, pues querían un corte más grueso, una muestra más amplia de la música, que no llegó pero que vivificó/edificó el espíritu avasallado por la limitada oferta de la música pop y que únicamente resarció la lluvia... la lluvia... la lluvia.

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