El guitarrista ofreció 90 minutos de
rock, blues y jazz
Summers homenajeó a Mingus, Monk y The Police
en el Teatro de la Ciudad
JORGE CABALLERO
La lluviosa noche del miércoles no impidió
que el sexagenario guitarrista inglés Andy Summers inundara de buen
jazz, blues y rock el Teatro de la Ciudad, y subyugó a sus irreductibles
fanáticos que se dieron cita para escuchar temas de su intensa carrera
como solista, homenajes a Charlie Mingus y Thelonious Monk, y hasta se
dio el lujo de tocar Message in a bottle, de su antigua banda The
Police, la cual fue la rola que más prendió en el primer
encore que realizó Summers.
Con
un segundo encore Summers pensó que el público estaría
satisfecho, pero todos querían más y salieron con un gesto
insaciable en el rostro. Con estas presentaciones (ayer se efectuó
la segunda) el guitarrista cerró su gira por Latinoamérica.
El recital del inglés no fue ensombrecido ni siquiera
por el escaso público, unas 200 personas acudieron a ver al ensamble
complementado por el bajista Ric Fierabracci y el baterista Anastacio Panos;
Andy al ver el escaso público hizo una mueca de decepción
y reflexionó: "Está lloviendo... es difícil llegar
aquí... algunos prefieren ver la televisión... pero qué
bueno que ustedes están".
Summers desestimó la entrega del público
mexicano, rápidamente se sintió cómodo y se olvidaron
sus palabras al ver el ambiente que se armó, los asistentes eran
muy pocos pero bien escandalosos.
Los organizadores, al ver que el inmueble no se llenaría
bajaron al público de arriba al primer piso, acierto que convirtió
el lugar en una especie de pub inglés, donde sólo faltaron
las chelas.
Cuando Summers atacó el escenario para agradecer
la asistencia, se dirigió a los pedales de su guitarra, los probó,
ajustó el volumen de su lira e inmediatamente después
comenzó el recital con excelente técnica y ejecución
instrumental impecable.
Noche mágica refinada, 90 minutos permeados de
movimientos intensos sincopados, una hora y media de virajes genéricos
del blues al jazz y de ahí al rocanrol para regresar al mismo punto
e iniciar otra vez el viaje; velada llena de texturas plásticas
del blanco hasta el azul.
El ex de Police ofreció una hora y media de continua
potencia, elegancia y virtuosismo musical; hizo dos encores, pero
aún así el público estuvo insatisfecho, pues querían
un corte más grueso, una muestra más amplia de la música,
que no llegó pero que vivificó/edificó el espíritu
avasallado por la limitada oferta de la música pop y que únicamente
resarció la lluvia... la lluvia... la lluvia.