Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 12 de septiembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Capital

Emilio Pradilla Cobos

Vota no en el plebiscito

Llamamos a votar en el plebiscito sobre la construcción del segundo piso a Periférico y Viaducto. Es la forma legal que tienen los ciudadanos capitalinos de participar, con poder decisorio, en la gestión y desarrollo de la ciudad. Lo hacemos, a pesar de que la consulta se convocó tardíamente, cuando la decisión ya había sido tomada por el jefe de Gobierno y realizadas las licitaciones -fallidas- para construir la primera etapa; de que se licitó con otra denominación (megadistribuidor de San Antonio) una parte de la obra, y de que se dejó al instituto electoral sin recursos para hacer una verdadera campaña de información y publicidad de la consulta y sus opciones.

Llamamos a votar NO en el plebiscito por múltiples razones. La ciudad, y sobre todo sus habitantes más pobres, enfrentan muchas carencias y problemas: déficit cuantitativo y cualitativo de agua potable; carencia o insuficiencia de drenaje; deficiente servicio de recolección de basura y falta de rellenos sanitarios o alternativas más modernas para su disposición final; transporte público insuficiente, de mala calidad, incómodo y contaminante; deficiente acceso vial a muchas colonias populares; alto déficit cuantitativo y cualitativo de vivienda; carencias notorias en salud, asistencia social, educación y recreación para los sectores populares; alto desempleo, informalidad y pobreza extrema; inseguridad pública agobiante.

En situación de escasez de recursos públicos para atender estas carencias esenciales, no se debe destinar la enorme suma de recursos -aún no cuantificada adecuadamente, ni informada a los ciudadanos- a una obra suntuaria, de prestigio, que sólo sirve a una pequeña parte -la de mayores ingresos, del poniente- de la minoría de 20 por ciento de capitalinos que usan automóvil, dejando sin atender al resto de la ciudad -norte, oriente y parte del sur-, pues le quita recursos a esas prioridades. Servirá como libramiento regional incompleto, no planeado, pasando por el lugar menos indicado: el centro de la metrópoli.

La megaobra vial tampoco puede ser prioritaria frente a muchas carencias en la materia: mantenimiento de la vialidad existente, construcción de vías de penetración a colonias populares, mejoramiento o conclusión del Periférico al oriente, solución de cientos de puntos conflictivos, construcción de libramientos regionales por fuera de la zona metropolitana, etcétera, que beneficiarían a toda la ciudad y, esas sí, mejorarían el tránsito y la circulación del transporte público de superficie. Como ocurrió con los ejes viales y ha pasado en muchas otras ciudades, ambos pisos se saturarán rápidamente y regresará la alta contaminación ambiental actual.

La solución para las grandes metrópolis, sobre todo de países atrasados, es el transporte colectivo tecnológicamente avanzado, eficiente, suficiente y poco contaminante. Esta obra no es complementaria, sólo compite financiera y funcionalmente con otras posibilidades: mantenimiento, mejoramiento y ampliación del Metro, construcción de trenes ligeros y suburbanos, trolebuses, sistemas de grandes camiones en vías confinadas (Curitiba y Bogotá son ejemplos de esta solución barata), sustitución de microbuses y taxis contaminantes, etcétera. A estos programas quita muchos recursos.

No se gana la carrera al automóvil individual, símbolo del capitalismo moderno y producto ancla de las trasnacionales, construyendo más vialidades que incentivan su compra y uso. Cuando muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá y América Latina renuncian a las autopistas urbanas por su ineficiencia, y buscan impulsar el transporte colectivo, el Gobierno de la ciudad de México impulsa tardíamente el modelo estadunidense de transporte individual; la ciudadanía debe impedirlo votando en contra de ese proyecto. Ni el primero ni el segundo pisos en Periférico y Viaducto podrán racionalmente recibir sistemas de transporte público; no serían accesibles a los usuarios e irían contra la eficiencia como vía rápida. La obra dificulta aún más el uso de las laterales para el transporte público y se vuelve una barrera adicional para el tránsito transversal de los medios de transporte público y los peatones.

No se ha previsto la necesaria adecuación de todo el sistema de transporte y vialidad urbana, a pesar de que la obra modifica su funcionamiento global. De hecho, la ciudadanía que tendrá que votar en unos días no conoce el proyecto total ni sus impactos urbanos y ambientales. La obra no es resultado de un diagnóstico serio, ni de un ejercicio de planeación integral y democrática previos; fue una decisión unipersonal y pragmática, añadida, luego de tomada en la cúspide del gobierno capitalino, a los programas de desarrollo urbano y vialidad y transporte, cuyas versiones anteriores no la incluían. Tampoco es resultado de la planeación concertada en el ámbito metropolitano. Defendamos el futuro de la ciudad votando NO en el plebiscito.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año