La Sociedad Numismática de México
celebró su 50 aniversario
Las monedas hablan de la historia de sus países,
dice Alberto Hidalgo
Gracias a ellas podemos entender mejor la economía
mundial, dice el presidente de la organización
Este año, México fue el anfitrión
de la 35 convención internacional del ramo
JAIME WHALEY
Monedas y colecciones de medallas y billetes de casi todos
los países del mundo fueron exhibidas hasta ayer en la trigésimo
quinta Convención Numismática Internacional, en el Centro
de Negocios y Comercio de la Ciudad de México.
Medio centenar de coleccionistas, mayormente de México
aunque también los hubo de Cuba, Nicaragua, Estados Unidos, Canadá,
España y Alemania, pusieron al alcance del público en general
sus valiosas posesiones que, como ellos sostienen, mucho dicen sobre la
historia de los países que las emiten.
El dinero, monedas y billetes -y más las primeras
que los segundos-, es tan antiguo que su aparición data de unos
700 años antes de la era cristiana, en la isla de Creta, según
explica Alberto Hidalgo, quien preside la Sociedad Numismática de
México, organización que celebra su aniversario número
50 y fue, a la vez, la anfitriona de la reunión que comprendió
conferencias y debates, y a la que no fueron ajenos otros coleccionistas,
como los filatelistas, los libreros, los anticuarios y los joyeros.
Gran tradición numismática
En
México hay una gran tradición numismática. En 1535
se estableció aquí la primera Casa de Moneda del continente
americano, que comenzó a operar un año después en
lo que hoy es el edificio del Monte de Piedad, en la esquina norponiente
del Zócalo capitalino. Aquí se llegaron a acuñar monedas
para países de los cinco continentes y hasta hace poco se fabricaron
las de Ecuador, antes de cerrarse la Casa de Moneda de la calzada de Legaria
debido a razones ecológicas, pues el metal al fundirse despide bastante
humo.
Esa tradición estuvo en parte presente, ya que
además de las colecciones que exhibieron particulares y dependencias
oficiales como el Banco de México, La Bailarina, máquina
antes de vapor y hoy eléctrica, cuya fabricación francesa
se remonta a 1823 y es una de las dos que quedan en el mundo, pero la única
en servicio -la otra descansa en un museo en Estados Unidos- ofreció
una exhibición de sus capacidades y troqueló medallas conmemorativas
al cuidado de Esteban Jiménez, su fiel operario a lo largo de 59
años en la Casa del Apartado, allá en las calles de Perú,
en el Centro Histórico, recinto que próximamente será
museo, pero en donde, todavía, llegan a acuñarse medallas
conmemorativas.
Las primeras monedas en ser acuñadas aquí
fueron las que la vox populi bautizó como carlos y
juanas en alusión a las efigies que aparecían en una
de sus caras, la del monarca Carlos I de España y su madre, Juana
La Loca. Orgulloso, Don Bailey, coleccionista estadunidense especializado
en monedas mexicanas, mostró en el salón de exposiciones
uno de estos tesoros de plata celosamente clasificado y guardado en papel,
en el que en su anverso con dificultad puede distinguirse el escudo de
la casa real de España y la marca del ensayador Francisco del Rincón,
quien con punzón le ponía la R que garantizaba su autenticidad.
Las monedas hablan
Las monedas tienen tres partes, el anverso, o sea el frente,
en donde aparece el escudo nacional. El reverso en donde va la denominación
y el año de acuñación y el canto, o sea, su espesor,
que puede ser liso, ornamentado o estriado. A veces algunas monedas conmemorativas,
como las mexicanas de 20 pesos con la efigie de Octavio Paz, llevan una
leyenda en el canto. Al cuerpo de la moneda sin grabar se le denomina cospel.
Las monedas, aceptan sus coleccionistas, hablan,
proporcionan información sobre sus países, interpretan la
historia, principalmente la economía de las naciones y como ejemplo
citan a las mexicanas de 10 pesos que comenzaron con centro de plata y,
en menos de una década, lo tienen de alpaca.
Al abundar sobre las monedas mexicanas, Hidalgo señaló
que las llamadas Cuauhtémoc, de cinco pesos, acuñadas
en 1947-48, tienen una pureza de más de 90 por ciento de plata y
siguen en impecable estado, Ese metal dejó de utilizarse en la fabricación
de monedas en 1998.
Por otra parte, aquellos veintes, que circularon
entre 1943 y 1973, con la pirámide de Teotihuacán coronada
por un sol resplandeciente, imprescindibles en los volados, fueron
hechos de cobre y su diseño fue obra de Rodríguez Facio y
Luna Negrete, ambos ya fallecidos, que fueron grabadores de la Casa de
Moneda. El actual grabador es Luna Vasco, hijo del segundo mencionado,
''otro verdadero artista'', al decir de Hidalgo. En su vida activa, estas
monedas tuvieron tres cambios de águila en el diseño del
escudo nacional.
Desde luego que muchas de las monedas antiguas están
clasificadas como rarezas, adjetivo que incrementa su valor en el mercado
de intercambio que se da entre los coleccionistas. Por ejemplo, hace unos
meses, Claudio Verrey, residente en Querétaro, llegó a ofrecer
10 mil dólares a quien tuviese un billete de mil pesos del Banco
Yucateco. Mientras que en exhibición estuvo un billete de 50 pesos
del Banco Nacional de Cuba, emitido en 1961, con la efigie de Calixto García
Iñiguez, que por firma lleva tres letras, che, obvia decir de quién
se trata, a la sazón presidente de dicho banco.
De entre los coleccionistas particulares destacó
el acervo en poder de Clyde Hubbard, quien ha dedicado 50 de sus 85 años
a este pasatiempo, mientras que la colección oficial más
numerosa es la del Banco de México, que expuso sólo una pequeña
muestra de ese patrimonio.
Hidalgo informó que a la convención concurrieron
lo mismo aquellos que se dedican al estudio y a la investigación,
a quienes se les conoce como numísmatas, que quienes comercian con
las piezas, o sea, los numismeros.