''Encomiable, su tarea en favor de la paz'' en Medio Oriente, destaca el jurado del premio
Confieren a Said y Barenboim el Príncipe de Asturias de la Concordia
Espero que un nuevo modelo de equidad y coexistencia surja de la música, dijo el escritor
La crítica lúcida del pensador palestino hoy es más necesaria que nunca: Juan Goytisolo
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 4 de septiembre. El intelectual palestino Edward Said, exiliado en Nueva York, y el músico argentino de origen judío Daniel Barenboim fueron galardonados hoy con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en reconocimiento a su labor en favor de la pacificación en Medio Oriente.
No obstante ser ''enemigos", en teoría, los dos se unieron para crear un proyecto en el que mediante la música se propicia la integración de jóvenes artistas procedentes de esa región en guerra. El taller, creado hace cuatro años y llamado por sus fundadores West Eastern Divan, se materializó hace un par de semanas en un histórico concierto en Sevilla, en el que una orquesta formada por músicos árabes y judíos lanzó al mundo su particular aportación de ''diálogo y reflexión" al planeta: sus notas de la paz.
Crear escenarios de paz
Said, colaborador de La Jornada, al conocer la noticia del galardón, expresó desde Nueva York que esperaba que ''un nuevo modelo de equidad y coexistencia'' surgiera del espíritu de la música. Con Barenboim, el profesor de literatura comparada de la Universidad de Columbia mantiene estrecha relación desde hace cinco años en los que han sostenido intensas discusiones sobre música, estética y política con el conflicto de Levante como telón de fondo y han encontrado puntos y algunas conclusiones en común, entre ellas la de que ''no hay solución militar'' al problema palestino-israelí y la que se convirtió en motor del proyecto: crear ''escenarios de paz" mediante el fomento de ''vínculos y formas de convivencia" a partir de la música.
El jurado subrayó que Said y Barenboim, ''con independencia de su destacada proyección artística e intelectual, realizan una generosa y encomiable tarea en favor de la convivencia y de la paz, simbolizada en la colaboración de jóvenes músicos que, superando antagonismos históricos, fomenta el diálogo y la reflexión".
Barenboim, director de orquesta y pianista de prestigio internacional, explicó a La Jornada el pasado 23 de agosto, con motivo del citado concierto en la capital andaluza -al que no pudo asistir Said por motivos de salud-, que ese taller ''cultural" representa un ''gran desafío a toda la política que existe en Medio Oriente", inmersa según él en la intransigencia y la ''ceguera".
Said y Barenboim mantienen la premisa de que ''los artistas y los músicos no debemos esperar a que los políticos se pongan de acuerdo sobre algo que queremos y podemos llevar a cabo". En este caso reunir a jóvenes músicos originarios de Israel, Egipto, Palestina y Siria para demostrar que árabes y judíos no sólo son noticia por ''las matanzas o por las condiciones de los campos de refugiados", sino que son capaces de unirse en torno a la batuta de Barenboim.
Intelectual incómodo
El intelectual y crítico Edward Said, nacido en Palestina en 1936, es una de las voces más lúcidas de la diáspora que provoca el conflicto en Levante; incluso buena parte de su vasta producción literaria reflexiona sobre el eterno debate oriente-occidente, como queda patente en su primer libro Orientalismo (1978), que desarrolla en títulos posteriores como Cultura e imperialismo (1993, Anagrama) y Representaciones del intelectual (1994, Paidós).
Said siempre ha defendido la legitimidad de la ''causa palestina" y al mismo tiempo ha sido implacable en señalar los, a su juicio, errores de Yasser Arafat. De 1977 a 1991 formó parte del Consejo Nacional Palestino, órgano del que fue expulsado tras arremeter contra la política de Arafat y los acuerdos firmados entonces con Israel, lo que además motivó, como ''intelectual incómodo", la prohibición de su obra en su país de origen.
La obra de Said, según Juan Goytisolo, premio Octavio Paz, ''abarca un área muy vasta de conocimientos, algo insólito en el universo arabomusulmán, tradicionalmente endogámico, replegado sobre sí mismo y con escasa curiosidad por el mundo exterior", por lo que ''una crítica lúcida como la de él, dirigida a la vez a los mecanismos de dominación de Occidente y a las raíces del subdesarrollo cultural, democrático y social de los países árabes, resulta más necesaria que nunca".
Devoción por la música
Barenboim, de 59 años, procede de una familia judía de origen ruso que debió exiliarse en Argentina a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Su virtuosismo y devoción por la música lo han llevado a diversos escenarios del mundo y actualmente dirige la Opera de Berlín y la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Para la versión cuarta de West Eastern Divan, el músico y Said eligieron Sevilla, ''única ciudad en la que han convivido en paz durante siete siglos árabes, judíos y cristianos". También se convirtió en el primer director de orquesta en interpretar en territorio israelí música de Wagner, considerado un antisemita irredento.
(El Príncipe de Asturias de la Concordia consiste en 50 mil dólares y una escultura de Joan Miró. El dinero será donado para becas de jóvenes músicos que participaron en el taller.)