VAINILLA
en totonaco = caxi-xanat en chinanteco = kuo li gm en náhuatl = tlilxochitl en maya = zizbic |
La vainilla pertenece a la familia de las orquídeas y es un bejuco con tallo del grueso del dedo meñique, con nudos cada 10 centímetros, de los que salen hojas alternas. Las flores brotan en grupos, y aunque fructifica naturalmente con el polen transportado por insectos, la mejor producción se obtiene cuando se poliniza de manera manual cada una de las flores. Es un espectáculo gratificante, ver durante marzo y abril a las jóvenes y a los campesinos con sus blancos trajes, realizar esta cuidadosa labor.
Cerca de 40 días después de la polinización, la palnta se fertiliza y comienza el crecimiento de los frutos que son los ejotes verdes de la vainilla; se requieren muchos cuidados y trabajo para su adecuado desarrollo.
La vainilla es originaria de México y son tres las especies que tienen hoy importancia comercial. En la época prehispánica, los totonacas la domesticaron y cultivaron; además lograron su fermentación mediante un refinado e inteligente proceso cuyo resultado es el delicado aroma que la caracteriza.
Los mexicas la utilizaban para perfumar el chocolate y así lograr una bebida más sabrosa; por su valor, la difundieron y procuraron fomentar su cultivo en otras áreas.
Las principales superficies de cultivo actual se localizan en los estados de Veracruz, Puebla y Oaxaca; existen pequeñas plantaciones en Hidalgo, Michoacán, Quintana Roo, San Luis Potosí y Tabasco.
Las comunidades de de Papantla y las de otros siete municipios del estado de Veracruz producen cerca de 70 por ciento del total de vainilla mexicana.
Hay en la actualidad, además de las áreas
cultivadas, otras en las que existe vainilla silvestre, como en los Tuxtlas,
Veracruz, y cuando menos dos más en Oaxaca; también hay en
la selva lacandona de Chiapas. Es importante conservar las áreas
naturales en las que se encuentran variedades de vainilla en estado silvestre,
pues contienen material genético que posibilita, entre otros usos,
el mejoramiento de los cultivos actuales.
Los vainilleros indígenas cultivan sabiamente
este bejuco trepador, pues reproducen en lo posible las condiciones naturales
en las que se originó; buscan que la humedad, la ventilación
y la sombra sean similares a las de la selva. El cultivo, hoy, está
muy tecnificado. Se plantan tutores para proteger la planta con su media
sombra, como laurel y pata de vaca, aunque los más usuales para
esta función son el cocuite y el colorín, que en la región
se conoce como pichoco. Sobre ellos trepa la vainilla cuando se desarrolla;
su primera fructificación comercial ocurre después de tres
años de sembrada.
Además de reproducir las condiciones de la selva, otra de las ventajas de este laborioso cultivo, es la cantidad de mano de obra que se requiere para su desarrollo y su fermentación.
Los vainilleros indígenas que conservan y desarrollan la cultura de la vainilla, tienen una visión colectiva que se muestra también en sus fiestas y ceremonias. Mantienen sus valores ancestrales como el llamado ''trabajo de mano vuelta'', que consiste en pagar trabajo con trabajo. Entre grupos la ayuda es recíproca, y la labor colectiva no termina hasta que se ha completado el quehacer en la última plantación o parcela.
Con vainilla mexicana se iniciaron en Madagascar grandes plantaciones en 1850; hoy es el mayor productor y exportador en el mundo. El trabajo y la técnica para la producción y fermentación de la vainilla en México hacen que continúe como la de mayor calidad y precio en el mercado internacional; son especialmente apreciadas las procedentes de Papantla (Veracruz) y Usila (Oaxaca). Uno de los usos industriales de la vainilla es la perfumería fina.
Con gran habilidad los artesanos de Papantla elaboran figuras artísticas, tejen los ejotes de vainilla fermentada, que además de su belleza se usan para perfumar la ropa o las habitaciones; cazuelitas, alacranes, figuras religiosas, salen con candor y delicadeza de las fuertes manos de hombres y mujeres indígenas.
Agradecemos la información de: Víctor Vallejo
Riverol y Alma Vallejo Casarín del Consejo Veracruzano de la Vainilla.
Fotografía: Consejo Veracruzano de la Vainilla. Dibujo: Francisco
Hernández (Obras completas UNAM).
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