ENTREVISTA
JORGE AGUILAR MORA, ESCRITOR Y DOCENTE
La rescritura implica una tarea gozosa y fructífera
LOS SECRETOS DE LA AURORA, NOVELA QUE HIZO Y
REHIZO 70 VECES
''Construir una novela es algo particular. Trabajo
en una historia a partir de ciertos parámetros que son virtuales''
CESAR GÜEMES
Tan sólo por la cantidad de veces que rescribió,
así fuera con variaciones mínimas, su nueva novela, Jorge
Aguilar Mora merecería estar en algún volumen de marcas mundiales:
70 veces hizo y rehizo Los secretos de la aurora, que ha llegado
a las librerías bajo el sello editorial de Era.
Profesor titular en la Universidad de Maryland desde hace
décadas, Aguilar Mora forma parte de la ya mítica generación
que impulsara Joaquín Díez Canedo. Sus obras Cadáver
lleno de mundo y Si muero lejos de ti consiguieron que el nombre
de su autor generara una impronta en el medio literario mexicano.
De
paso por el país, dice con tranquilidad: ''Nunca he dejado de pensar
en México; aquí están mis intereses intelectuales
y afectivos. Nunca he escrito para que aparezca directamente en Estados
Unidos, salvo algunos textos para revistas. Así que hay una distancia
elástica: regreso con regularidad y no pierdo contacto ni con la
ciudad ni con mis amigos. Sin embargo, no es ningún secreto que
me gusta vivir fuera, me agrada la idea de ser extranjero".
-¿Qué te seduce de ser mexicano en Maryland?
-Tiene el encanto de percibir a diario un mundo distinto.
Por ejemplo, para mí la luz es la de la ciudad de México,
pero a diario despierto y veo una diferente. Eso es muy estimulante y me
permite experimentar una especie de anonimato. Si radicara aquí,
las relaciones sociales y el trabajo me absorberían. En Maryland,
pese a los años que llevo allá, vivo de manera muy tranquila.
Me gusta tener una existencia en la que, salvo mi familia más cercana,
nadie sepa dónde estoy.
-Para ti será muy evidente que la ciudad que te
vio como escritor ha cambiado justo en su aspecto literario.
-Lo es, aunque no me afecta. El medio literario como tal
no me interesa, salvo porque tengo amigos que antes que ser escritores
son amigos. Ese medio cambió de manera normal, y digo que no me
afectaría ni aun en el caso extremo de que no tuviera un espacio
para publicar. Finalmente lo que me mueve es escribir. Sé que se
escribe para publicar, pero no es la meta última de mi trabajo de
novelista.
-Vivir en otro país te libera, por otra parte,
de la presión de publicar un libro tras otro.
-Aunque creo que haría lo mismo que hago fuera:
publicaría sólo cuando estuviera satisfecho con el trabajo.
Lo que escribo depende de la conciencia y la convicción de que el
libro resultante tendrá su propia vida y su lenguaje. No vivo para
los otros, no me gusta que nadie decida cómo ha de ser mi existencia
de escritor. Pienso en el lector siempre, pero antes pienso en mi satisfacción
como autor y en eso no me puedo engañar.
-Los secretos de la aurora, tu nueva obra, parece
basarse en un proyecto arquitectónico al que le añades elementos
conforme pasa el tiempo. ¿Estás de acuerdo?
-Del todo. Llegué a esta forma lentamente, la armé
a lo largo de mucho tiempo. Todo parte de una idea, que puede ser arquitectónica
aunque no es visual. Como cualquier otro escritor, mi forma de construir
una novela es particular. Así que trabajo en una historia a partir
de ciertos parámetros que son virtuales, tanto del estilo como de
los acontecimientos y sus conexiones.
-¿Dispones de todo el tiempo que proyectos tan
amplios como esta novela te demandan?
-Ahora sí. Hasta hace poco tuve deberes administrativos
que implicaban tiempo, lo mismo preparar los seminarios. No me puedo quejar,
he sido privilegiado al disponer del tiempo preciso. Tan amplio fue el
lapso que entre esta novela y la anterior hice otros libros de ensayo,
como el de la Revolución Mexicana. Si no publico más frecuentemente
no es por mis obligaciones laborales. Para mí es muy claro que los
escritores que residen en México se enfrentan a condiciones más
complejas para sobrevivir y aun así hacer sus libros.
-¿Fuiste siempre dueño de tu tiempo?
-No del todo. Cuando terminé Cadáver
lleno de mundo advertí que de quererlo podía hacer otras
tres novelas al hilo, pero no tenía sentido, desde el punto de vista
personal era indeseable, no era un reto. Lo importante era que crecieran
en mí experiencias y formas distintas de contar. Cuando hice Si
muero lejos de ti, el caos interno provocó que fuera una obra
sin todo el cuidado que buscaba. Logré algo distinto de la anterior,
pero no le dediqué el tiempo suficiente. Salvo ese libro, estoy
en paz con el resto de los trabajos que he dado a conocer.
-¿De verdad tienes 70 versiones de Los secretos
de la aurora?
-Sí, cada vez que la rescribía le cambié
de número y llegué a tantas como 70.
-Desde cualquier perspectiva es mucho trabajo, así
fuera con variaciones mínimas.
-Pero es gozoso. Aunque acepto que había momentos
de desesperación total. Hubo días en que pensé mandar
la novela al carajo. El resto del tiempo fue una empresa placentera, me
interesa mucho la posibilidad que genera cambiar un párrafo o la
aparición de un personaje nuevo. Todas esas tareas de rescritura
son para mí muy fructíferas. No me quejo, insisto, no me
quejo absolutamente de nada.