En 1966 existió un movimiento
en San Lorenzo Almecatla para no vender las tierras a
Volkswagen. El clero católico, los sindicatos oficiales
y el gobierno del estado convencieron a la gente de
entregar sus tierras -a 30 centavos el metro cuadrado- a
cambio de que la mayoría de los pobladores fueran
empleados en la armadora alemana, y además, en la
localidad se construyera un mercado y vías de
comunicación modernas. Nada de eso se cumplió.
La única concesión que se respetó es que ahora a
algunos campesinos les dejan vender madera para hacer
embalajes en la empresa germana y les permiten comprar a
siete pesos cada uno de los toneles de desechos de los
comedores de VW, cuyo contenido sirve para alimentar
cerdos.
Lo que es peor, de los 6 mil habitantes de San Lorenzo
Almecatla, actualmente únicamente unos 100 laboran en VW
y Finsa, la mayor parte de los jóvenes emigra a Estados
Unidos o el Distrito Federal, señala un grupo de seis
ancianos -entrevistado por La Jornada de Oriente- que son
parte de la autoridad ejidal del pueblo; uno de ellos,
Pascual Vázquez, fue presidente auxiliar entre 1966 y
1969. A ellos, a unos con engaños, a otros con
intimidaciones, los obligaron a vender sus tierras a
intermediarios, y éstos las entregaron a Volkswagen. En
el presente, forman parte del frente que lucha contra el
despojo -de 20 hectáreas- de que fueron objeto en 1997
para darles tierras a las empresas alemanas Lagermex y
Bralemex.
El clero, la CTM y Budib
San Lorenzo Almecatla está a un kilómetro de la
autopista MéxicoPuebla, a cinco minutos de la calzada
Hermanos Serdán de la Angelópolis y a un costado de VW
y de Finsa. Pese a que desde la década de los años 60
inició en esa zona uno de los desarrollos industriales
más importantes del estado, dicha comunidad ha carecido
de lo elemental. El primer centro de salud se instaló
hace cuatro años. En 1976 inició la construcción del
primer sistema de agua potable y hasta hace unos años la
mayor parte de la población tuvo el servicio. La
carretera se modernizó no para los habitantes de ese
pueblo, sino para permitir la entrada de camiones de
carga a compañías del parque Finsa, como es el caso de
Siemens.
Un campesino de nombre Aarón Salinas narra que en la
década de los años 60 perdió 13 metros cuadrados por
la construcción de la autopista MéxicoPuebla. Durante
varios meses recorrió todo tipo de oficinas públicas
buscando que le pagaran sus tierras, nunca lo hicieron.
Se desistió de exigir sus derechos pues trasladarse a la
capital del estado le significaba dos horas de camino, ya
que el pueblo no estaba conectado a la nueva vialidad.
A sus 86 años, Pascual Vázquez tiene recuerdos
precisos. Narró para este diario que en 1966 llegó a
San Lorenzo Almecatla un grupo de "oficinistas"
a comprar 192 hectáreas para Volkswagen. Los encargados
de convencerlos eran trabajadores del gobierno, pero las
operaciones de compraventa se hacían con representantes
del empresario textil Rodolfo Budib Name y de la familia
Muñoz Cano.
"El pueblo se dividió en dos, los que estaban a
favor y en contra", recuerda el señor Vázquez.
Para contrarrestar el movimiento opositor, el entonces
sacerdote de la comunidad, Silverio Aguilar, junto con
miembros de la Confederación Revolucionaria de Obreros
de México (CROM), prometió a los pobladores que todos
tendrían trabajo en VW, "los hombres aunque sea de
barrenderos y las mujeres lavando overoles de
obreros".
El movimiento -continuó Pascual Vázquez- que estaba en
contra siguió creciendo hasta que la Policía Estatal
encarceló a los dos principales dirigentes, Pedro
Crustica y Filomeno Ramírez. ònicamente estuvieron tres
días en la cárcel, pero eso sirvió para que la
mayoría de la gente fuera intimidada y accediera a
vender. Otra medida de presión fue que muchos varones
del pueblo trabajaban en empresas textiles -algunas de
Rodolfo Budib- y ahí los amenazaron con que se podían
quedar sin empleo si no cedían sus tierras de cultivo.
Finalmente se llegó a un acuerdo con el aval del
entonces gobernador de Puebla, Aarón Merino Fernández.
Los beneficios que se obtendrían por la venta de las
tierras eran: se daría preferencia a los habitantes de
San Lorenzo Almecatla para ser empleados en VW, además
de ser capacitados en escuelas técnicas. La comunidad
sería dotada de alumbrado público, caminos pavimentados
y un mercado.
El precio de las tierras se fijó en 30 centavos el metro
cuadrado. Las dos mujeres que estaban presentes en la
entrevista, Modesta Hernández y Lorenza Hernández
López, corrigieron a Pascual Vázquez: "fueron 28
centavos", ya que de los 30 centavos pactados,
"nos descontaron dos centavos para las
escrituras". ¿Es decir que ustedes costearon las
escrituras de quienes les compraron, en lugar que fueran
los empresarios que adquirieron las tierras?, preguntó
el reportero, a lo que todos respondieron afirmativamente
con un movimiento de cabeza.
Gontram Luna, un hombre de 73 años de edad, agregó: los
intermediarios -es decir, Budib- compraron en 30 centavos
y ellos vendieron a 5 pesos el metro cuadrado.
31 años después se repitió el mismo esquema,
señalaron los entrevistados, llegaron enviados del
gobierno del estado para intentar convencerlos de que
vendieran sus tierras a dos empresas provedoras de VW,
Lagermex y Bralemex. La transacción se haría con un
particular. El precio del metro cuadrado que pagaban era
de 27 pesos, aunque después subió a 90 pesos. Pese a
que no quisieron vender, finalmente les quitaron las
tierras -mediante una expropiación- y fueron
transferidas a intermediarios que las comercializaron
hasta en mil 600 pesos el metro cuadrado. "Siempre
nosotros perdemos", comentó Miguel García, actual
comisario ejidal de San Lorenzo Almecatla.
Sin trabajo
De figura delgada y mostrando el coraje en la voz,
Gontram Luna narra que él y otros cuatro vecinos de San
Lorenzo Almecatla fueron los primeros en ser contratados
por VW, cuando se construía la armadora. Los pusieron a
cuidar una caballeriza. Apenas habían empezado las obras
surgió el primer conflicto laboral; el entonces
dirigente de la Confederación de Trabajadores de México
(CTM), Blas Chumacero Sánchez, peleó y ganó que su
organización fuera la única que contratara a los
trabajadores que intervenían en esa obra. Con ese hecho,
dijo, a él y sus compañeros los despidieron.
Posteriormente, aseveró Pascual Vázquez, hubo el
compromiso de que unos 100 jóvenes de San Lorenzo
Almecatla serían capacitados y les darían trabajo en la
fábrica de autos. Se cumplió la promesa. Pero sucedió
lo mismo que cuando se construyó la armadora, la CTM se
quedó con el contrato de VW y sacó a los que no eran de
esa organización, entre ellos los hijos de quienes eran
los dueños de los terrenos en donde se instaló la
factoría germana.
Cuando le CTM fue desplazada por el actual Sindicato
Independiente de VW, es cuando más habitantes de
Almecatla entraron a la compañía en cuestión, pero
después los desplazaron, agregó.
Pascual Vázquez durante dos años, siendo presidente
auxiliar de San Lorenzo, mandó a oficios a distintas
autoridades pidiendo que se cumplieran los acuerdos
suscritos con VW. "Nunca hicieron nada",
concluye.
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