viernes 23 de agosto de
2002 |
Opinión UAP: conservadurismo o renovación n Enrique Soto |
Los acontecimientos recientes en el
Instituto de Fisiología son un antecedente de los
tiempos por venir en la UAP. Desde el punto de vista político,
la UAP ha vivido en un letargo que la ha llevado a
constituirse en una organización altamente conservadora,
particularmente en lo que se refiere a los directores de
escuelas, facultades e institutos; hay directores que han
acumulado un poder que rebasa con mucho el necesario para
dirigir una unidad académica, y a varios de los cuales más
les interesa "salir en la foto" y congraciarse
con el rector y otros funcionarios que resolver los
problemas de sus unidades académicas. Esto ha llevado a
inmovilizar a la universidad, muchas veces aun en contra
de la voluntad expresa de las autoridades centrales,
creando una franca división entre los profesores e
investigadores y aquéllos que ostentan cargos
administrativos. Entre la jerarquía administrativa de la universidad se ha desarrollado todo un lenguaje y un conjunto de códigos que hacen que una minoría de supuestos iniciados se convierta en el único grupo "políticamente correcto", todos los demás quedan excluidos y no son elegibles. Si bien existen elecciones y mecanismos estatutarios que en teoría permiten remover a un mal director o renovar la administración de una unidad académica, ello es prácticamente imposible porque existen, por otra parte, controles que crean temor en los trabajadores, maestros y alumnos de fallar en el intento y sufrir las consecuencias de su atrevimiento. Son muchas las historias en las que, a pesar de una significativa inconformidad hacia los directivos de un plantel, éstos permanecen en sus puestos, no se dan por aludidos y, cínicamente, mueven los hilos del control que ostentan para hacerse reelegir (otros nomás nadando de muertito igual se reeligen). Sé de buena fuente de un director que pretende reelegirse habiendo perdido una elección interna (obtuvo 37 por ciento de los votos y sólo 20 por ciento de los votos de los miembros del SNI de esa unidad) destinada a definir un candidato único y, debido a argucias legales, se presenta como candidato a director llevando a su unidad académica, una de las más organizadas y eficaces de la universidad, a la más grave ruptura de su historia. Lo académico queda pospuesto y cuenta entonces únicamente el poder político, los amarres con grupos de opinión que son hechos a través de la oferta de cargos administrativos y prebendas. No son pocas las unidades académicas de la UAP que teniendo condiciones para un desarrollo sostenido, y pese al apoyo de la administración central, están hoy estancadas y sin perspectiva real de progreso, debido a las graves desigualdades que crean estos pequeños caciques locales. Eso sí, a cambio están llenos de palabrería: la misión, el magno evento, la propuesta programática, las metas, el plan maestro, la certificación, el mensaje, el etcétera. Por todo esto es indispensable que los universitarios pensemos en la renovación, que realicemos las reformas necesarias para derogar la ley que permite que los directores se reelijan, y entendamos que estos profetas de la modernidad "políticamente correctos" y que tienen acceso y control sobre los programas de desarrollo e inversión de la Universidad Autónoma de Puebla, de los cuales se sirven con singular ambición, existen como consecuencia de nuestra pasividad, falta de participación, temor al cambio. Hoy más que nunca cobra vigencia el dicho: renovarse o morir. |