Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 22 de agosto de 2002
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Mundo

Angel Guerra Cabrera

El sueño de Ariel Sharon

Cuando José Saramago comparó el bloqueo a los territorios palestinos con Auschwitz recibió una lluvia de censuras de distinto signo. Admitamos que el Nobel de Literatura exageró: Israel no hace funcionar crematorios ni cámaras de gas en los territorios (re)ocupados. Eso es cierto. En cambio, emplea sistemáticamente en ellos prácticas contra la vida y la dignidad humanas de los palestinos semejantes a muchas de las más crueles aplicadas en los países invadidos por las hordas hitlerianas durante la Segunda Guerra Mundial: bloqueo de las ciudades palestinas durante meses con tanques y carros de combate, alambradas y sacos de arena; prohibición para circular, que incluye el impedimento para salir de la casa cuando está en vigor el toque de queda, muchas veces prolongado por tiempo indefinido; detención arbitraria de miles de personas que permanecen aisladas en el desierto en condiciones de hacinamiento e insalubridad sin que se les inicie proceso ni se les permita asistencia jurídica; arrasamiento de cientos de casas y huertos; muerte de transeúntes palestinos, en la calle o en los patios de sus hogares, por disparos de los ocupantes antes de recibir siquiera advertencia, con el argumento de que han violado el toque de queda o, después de levantado, debido, según voceros israelíes, a "fallas de coordinación"; prohibición del paso de ambulancias por los retenes militares, que ha precipitado el fallecimiento de heridos o enfermos graves antes de recibir los primeros auxilios.

Para no hablar de las "ejecuciones" selectivas, del uso ya habitual en las razzias de escudos humanos palestinos o de las operaciones de castigo indiscriminadas en respuesta a los atentados suicidas. Una de estas últimas, calificada por Sharon de "gran victoria", costó la vida a 11 niños el pasado 22 de julio cuando un F-16 arrojó sus bombas sobre un complejo habitacional. La virtual anulación en el pasado año de la escasa actividad económica que quedaba en los territorios ocupados ha ocasionado que cientos de miles de palestinos dependan para alimentarse únicamente de la comida que entregan la Organización de Naciones Unidas y agencias humanitarias, o del envío de dinero desde el exterior por familiares y amigos. Según un informe de la Agencia de Estados Unidos para el De-sarrollo, 30 por ciento de los niños palestinos padece desnutrición crónica y 21 por ciento desnutrición aguda. A esto se añade la imposibilidad de asistir a la escuela durante meses, el cierre de universidades y la destrucción de gran parte de la precaria infraestructura económica, de servicios y gubernamental. A los palestinos, además, se les escatima el agua, administrada al antojo de los ocupantes. Estas acciones bárbaras violan numerosos artículos de las convenciones de Ginebra, reguladoras de la conducta de los ejércitos de ocupación. Todo esto suele omitirse en los titulares de los noticiarios televisivos y minimizarse en los despachos de agencias, que prefieren destacar la acción desesperada de los suicidas, presentar a Israel como víctima y al pueblo despojado que se enfrenta casi inerme a las armas más modernas como el verdugo. La información y la opinión periodísticas sobre el conflicto palestino-israelí están condicionadas casi siempre, especialmente en los grandes medios de comunicación de Estados Unidos, por el apoyo incondicional de Washington a Tel Aviv y por las presiones económicas y políticas del influyente lobby pro israelí estadunidense.

El gobierno de Sharon aprovechó la coyuntura posterior al 11 de septiembre para insertar la represión del movimiento de liberación nacional palestino en la primera línea de la "guerra contra el terrorismo" de George W. Bush. Ahora da como un hecho consumado la proyectada agresión estadunidense a Irak, que ha tomado como asunto propio, y en la prensa israelí abunda la especulación febril sobre escenarios que supondrá para el Estado he-breo. En contraste con el tradicional mu-tismo de Tel Aviv en relación con su arsenal nuclear, ya se habla abiertamente de usarlo contra ciudades de Irak "que aún no hayan ocupado las tropas estadunidenses" en represalia a imaginarios ataques a Israel de Saddam Hussein, de auténtica inspiración hollywoodesca. Probablemente Sharon sueñe con una repetición de Hiroshima en el Medio Oriente como Adolfo Hitler soñaba con el exterminio de los ju-díos que condujo a Auschwitz. Mientras, Bush justifica cualquier atrocidad del anciano general diciendo que Israel "tiene derecho a defenderse". Heil!

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